en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Agradecemos al Señor esta oportunidad de poder estar con cada uno de ustedes aunque sea a través de esta filmación, y poder hoy compartir una Palabra bien específica que el Señor me dio para toda la Iglesia de Jesucristo y muy en especial para nosotros, porque nosotros hemos recibido hace poco tiempo algo de parte del Señor y tenemos una responsabilidad con eso que hemos recibido.
Pero vamos a orar al Señor, vamos a pedir como siempre, la asistencia del Espíritu Santo, sabiendo que con él todas las cosas son posibles.
Padre, gracias te damos por el día de hoy.
Gracias te damos porque podemos, en tu presencia, abrir tu Palabra. Y cuando tu Palabra viene por el Espíritu, todas las cosas sobrenaturales que son tuyas, el poder tuyo, se puede manifestar Señor, más allá de lo que podemos pedir y de lo que podemos pensar.
Esta Palabra la ponemos Señor, delante de ti para que la unción de tu Espíritu Santo corra en nuestros corazones para darnos entendimiento de la Palabra y hacernos efectivos en nuestra tarea en la Tierra. En el Nombre de Jesús, amén.
En el mes de marzo, todas las iglesias bajo la autoridad del Ministerio, recibieron una Palabra profética, un audio en realidad, una Palabra profética de una profecía que el Señor me dio el 17 de febrero de este año 2018. Esa Profecía comienza expresando que:
... a partir de este año el Espíritu Santo iba a traer una obra de gracia sobrenatural, de manera que iba, el Señor, a empezar a operar en los corazones de los hombres para traer una gran insatisfacción.
Ustedes saben que los seres humanos nos tratamos de llenar de muchas cosas cuando realmente no tenemos al Señor, pero el Señor habló de que va a traer una profunda insatisfacción, donde la gente nunca se va a encontrar satisfecha con nada, y esto es para producir en el corazón del hombre un profundo quebrantamiento, que eso los pueda llevar al arrepentimiento, y eso los pueda llevar a un verdadero encuentro con Jesucristo.
Una Palabra importante, una Palabra a nivel global o a nivel mundial, es más, parte de la profecía dice de esta manera, leo:
Y Yo haré algo sobrenatural sobre el mundo. Sobrenatural sobre la Tierra. Sobrenatural sobre la vida de los hombres. Sobrenatural sobre los corazones de los hombres...
Y casi al final de la profecía afirma:
Un tiempo nuevo empieza Iglesia mía, un tiempo nuevo.
Créeme en medio de la oscuridad. Créeme en medio de la tiniebla, porque Yo haré cosa grande
que la estoy anunciando antes que salga a luz.
Cuando el Señor dice, que le creamos en medio de la tiniebla, el Señor también nos hizo saber que no debíamos estar mirando lo que ocurre en la sociedad, ni el pecado que abunda, ni todo lo que vemos, porque si nuestros ojos están puestos ahí, no podremos ver lo que Dios habló, no podremos ver lo que Dios desea, no podremos entrar al corazón del Señor para orar como el corazón del Señor.
Cuando Dios habla que hará algo sobrenatural, hará algo que sobrepase lo que está ocurriendo, la realidad y la fealdad y el horror que ven nuestros ojos cada día cuando estamos caminando las calles.
Por eso, cuando recibimos profecías como éstas, más que son profecías que afectan a nivel mundial, tenemos que entender cuál es nuestra participación como Iglesia, porque cuando uno ve una profecía o escucha una profecía así dice, bueno, el Señor dijo que lo va a hacer. Uno puede tentarse a decir, bueno, si el Señor lo dijo, Él lo va a hacer, y yo simplemente tengo que ser un espectador. Pero realmente en las profecías del Señor, la posición de la Iglesia no es la de espectador, sí es la de expectativa y la de una tarea real que la Iglesia tiene, para que la profecía que el Señor habló se lleve al completo cumplimiento.
Y quiero para esto, que saquemos un principio de la Palabra, un principio que Pablo le enseñó a Timoteo, pero que también se aplica para nosotros hoy a través de esta profecía.
Le pido por favor que vayan a 1 Timoteo capítulo 1, versículo 18, yo voy a leer en la Reina Valera Revisada de 1977, que dice de esta manera:
“Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo,
para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti,
pelees por ellas la buena batalla.”
1 Timoteo 1:18 RVR1977
Quiere decir que Pablo le está haciendo ver a Timoteo esto, recibiste profecías, pero tú no eres un espectador de la profecía, tú trabajas activamente junto con la profecía. Es más, le dice, por la profecía tú tienes que pelear una buena batalla.
Quiere decir que hay un principio espiritual, las profecías que el Señor nos entrega personalmente, debemos pelear por ellas la buena batalla, debemos guerrear con las armas que nos da el Señor del Espíritu, contra todo aquello que atente contra lo que Dios nos dijo, que atente contra la profecía.
Pero este principio que estamos viendo para las profecías personales, también se aplica a las profecías corporativas, se aplica porque nosotros también a nivel corporativo, entonces tenemos que pelear una buena batalla para que la profecía del Señor se lleve al cumplimiento.
¿Y en qué nos basamos en esto? ¿En qué nos basamos para pelear esa buena batalla? En lo que Dios habló.
La Iglesia dice, Dios lo dijo, si Dios lo dijo es la verdad, y la verdad que Dios dice cambia la realidad que estamos viendo.
Toda la Palabra de Dios es la verdad, pero toda la Palabra de Dios, en el mundo, es un choque entre las realidades que vivimos en el mundo y la verdad de Dios. Si peleamos a través de la verdad de Dios, de las profecías de Dios, lo que Dios nos quiere decir entonces, la verdad de Dios va a comenzar a cambiar las realidades que nos circundan.
Por eso, es que tenemos una realidad y tenemos una actividad nosotros como Iglesia.
Es decir, las profecías corporativas no sólo son para animarnos, no sólo son para decir, oh Señor gracias que en medio de tanta oscuridad, en medio de tanta tiniebla, en medio de tanto pecado, Tú nos estás diciendo hoy que vas a hacer algo sobrenatural, Señor gracias, eso es hermoso nos llena de alegría, nos llena de ánimo interior; pero Dios no nos las da sólo para esto. Cuando nos da ese conocimiento nos está diciendo, Iglesia, hay un trabajo para hacer en la intercesión, por un lado, por el Espíritu; y hay un trabajo por hacer por el Espíritu en la acción, por otro lado, también en el Espíritu.
¿Por qué? Porque que el Señor afirme en una profecía lo que Él va hacer y que Él va hacer algo sobrenatural, no significa que Dios lo hará igual sin que la Iglesia actúe, eso sería pensar de manera equivocada. Todas las profecías que el Señor nos da, nosotros somos el cuerpo de Cristo, nosotros somos la representación de Cristo, y como representación de Cristo tenemos una tarea para que esas profecías se cumplan.
Ahora bien, entre las profecías personales y las corporativas hay una gran diferencia, porque en lo personal todo me afecta a mí y lo que tiene que ver con mi comunión e intimidad con el Señor, pero cuando hablamos de lo corporativo, ya estamos hablando del cuerpo y cuando hablamos del cuerpo hay ciertos principios de la Palabra que se tienen que cumplir, ¿para qué? Para que podamos pelear esta buena batalla y podamos pelear esta profecía hasta que nuestros ojos la vean cumplida.
Y voy a explicarle esto a través de un pasaje bíblico que les voy a pedir que vayamos allí, Mateo capítulo 18, vamos a leer desde el versículo 18 al 20, yo voy a leer este pasaje en la Biblia Reina Valera Contemporánea. Este pasaje bíblico habla de un caso particular que tiene que ver con la disciplina en la Iglesia en un caso de pecado, pero vamos a ver cómo esto se ajusta y se aplica al tema que hoy nos toca, dice la Escritura:
“De cierto les digo
que todo lo que aten en la tierra, será atado en el cielo;
y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo.
Una vez más les digo,
que si en este mundo dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden,
mi Padre, que está en los cielos, se lo concederá.
Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre,
allí estoy yo, en medio de ellos.»”
Mateo 18:18-20 RVC
Entonces el contexto de las palabras de Jesús aquí, está referido a un caso de un problema en la iglesia y un problema de pecado, y antes de estos versículos, es un hermano que peca contra otro, pero aunque se ha confrontado con ese hermano, el hermano persiste en eso hasta que la situación llega a la iglesia y la iglesia, ¿qué tiene el poder de? De hacer dos cosas, tiene poder de atar y tiene poder de desatar.
Cuando está hablando de atar, tiene que ver específicamente, si la iglesia va a prohibir y si habla de desatar está hablando de si la iglesia va a permitir.
Es decir, es la iglesia la que juzga y reprueba la acción de esa persona o decide perdonarlo, ¿en base a qué lo hace? La reprobación o el perdón, en base obviamente, a la actitud de la persona que pecó, si la persona que pecó termina escuchando a la iglesia, obviamente recibe el perdón, si no es así, recibe realmente reprobación.
Es impresionante el poder que Dios le dio a la Iglesia, en este caso estaríamos hablando de la iglesia local, éste es el poder de prohibir o de permitir, de atar que tiene que ver con prohibir o de desatar que tiene que ver con permitir.
De hecho, quiero leerles el versículo 18 de Mateo 18, en la Versión Palabra de Dios para Todos, les dice de esta manera:
“Les digo la verdad:
si ustedes juzgan a alguien aquí en la tierra,
Dios ya lo habrá juzgado en el cielo.
A quien perdonen aquí en la tierra,
Dios también lo habrá perdonado en el cielo”.
Mateo 18:18 / PDT
Éste nos da un énfasis más puntual, porque aquí en vez hablar de atar, o esto... está diciendo, si ustedes juzgaron una situación, si ustedes juzgaron como iglesia algo aquí en la Tierra, ¿Dios qué va a hacer? Lo va a juzgar de la misma manera. Impresionante el poder que Dios le ha dado a la Iglesia.
Como la iglesia lo juzgó así lo va a juzgar Dios, y si ustedes lo perdonan aquí en la Tierra, de la misma manera Dios lo va a perdonar.
Quiere decir, que en la iglesia local hay mucho poder que Dios desató, cuánto más si llevamos esto al plano de la Iglesia total de Jesucristo en el mundo.
Quiere decir entonces, que es nuestra la autoridad de atar o prohibir, o de desatar o permitir.
Ahora bien, aquí si ustedes ven, el Señor enseñó este principio de atar y desatar, usado para un problema de pecado, que es un problema particular, también el Señor lo extendió a lo general.
¿Por qué estoy diciendo yo que el Señor lo extendió a lo general? Porque luego siguió diciendo, si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra y piden algo al Padre, el Padre se los concederá. Ya ahí no está hablando de un caso puntual, está hablando simplemente del poder de dos o tres hermanos, de dos o tres creyentes, hijos de Dios, reunidos en el acuerdo del Espíritu, pidiendo.
Quiere decir entonces, que el principio particular que el Señor usó para atar y desatar, ahora lo aplica al principio general.
¿Qué es la base que esto nos da? muy sencillo. Este principio que estamos viendo es excepcional, porque nos hace ver que si tan sólo dos o tres personas, estando en acuerdo, pueden pedir una cosa y Dios se la va a conceder, cuánto más si toda la Iglesia, si cada una de las iglesias, estamos en el Espíritu, en la unidad del Espíritu, que somos más de dos o tres pidiendo lo mismo.
Es decir, diciendo y pidiendo lo que la profecía del Señor habló acerca de lo que el Señor va a hacer, cuánto más entonces Dios no nos va a conceder esto.
Dense en cuenta cuán impresionante es este principio para aplicarlo aquí y ahora, ésta es la manera en que vamos a poder prohibir todo aquello que viene contra esta profecía, y desatar todo aquello que es la voluntad de Dios que está dicha en esta profecía.
Hermanos, se llena mi corazón de aliento y del Espíritu y de gozo del Señor, al ver el poder que el Señor nos ha dado, no nos podemos minimizar, no nos podemos quedar con menos, éste es el tremendo poder que Dios nos ha dado, cuando estamos en el acuerdo sólo dos o tres, somos muy poderosos. Ni imaginar simplemente esta cantidad de iglesias, que somos un puñado dentro de toda la Iglesia de Jesucristo, en la unidad del Espíritu pidiendo que esta profecía se cumpla, el Señor sin ninguna duda, la concederá.
Ahora bien, este mismo pasaje nos enseña algo muy particular, y vamos a ir al primer punto con base en este principio, y vamos a ver tres puntos.
El primer punto es este, en este pasaje bíblico estamos viendo algo, y es que:
El acuerdo libera la autoridad y la presencia del Señor.
Éste es el punto uno, es el acuerdo en la Iglesia el que libera la autoridad y la presencia del Señor.
El Señor aquí nos mostró dos cosas, que tanto su autoridad para atar y desatar, como la presencia del Señor en medio nuestro, depende del acuerdo. Porque lo dijo para las dos cosas, donde dos o tres están congregados en mi Nombre allí estoy. Es decir, para atar y desatar tiene que haber la unidad, y para que el Señor esté en medio nuestro, tiene que estar la unidad. Quiere decir que el principio del acuerdo es el que libera esta autoridad.
Ustedes como yo somos testigos de que por muchos años la Iglesia ha procurado hacer cambios radicales en el mundo, justamente con el afán y con el principio de decir, dos o tres puestos de acuerdo podemos hacer grandes cosas, hacemos eventos masivos, y qué bueno por los eventos masivos, que los hacemos en diferentes lugares y muchas veces el slogan ha sido bueno, vamos a hacer este evento masivo para poder llegar a esta ciudad, para llegar a este lugar, vamos a orar en las plazas, vamos a orar en los lugares, y eso es magnífico.
Pero a veces, no nos damos cuenta que fallamos en el principio del acuerdo. ¿Por qué digo esto? Porque decimos, hoy cuando nos reunamos miles y miles de cristianos, vamos a hacer a un lado nuestras camisetas, vamos a hacer a un lado nuestras diferencias doctrinales, y vamos simplemente a estar en acuerdo en algunos puntos especiales, que Cristo es el Señor, cuál es del evangelio, y con esos puntos en acuerdo, entonces nosotros oraremos y recibiremos. Sin embargo, lo que Jesús enseñó en este pasaje no es esto que muchas veces se piensa en la Iglesia de Jesucristo.
La Iglesia cree que es suficiente ponernos de acuerdo y si nos ponemos de acuerdo para pedir algo, que nosotros lo vamos a recibir. Pero cuando vamos a la Palabra, y vamos a este mismo pasaje de Mateo, pero nos introducimos profundamente en el original griego, nos damos cuenta que lo que Jesús enseñó no tuvo nada que ver con que seamos dos cristianos con diferentes puntos de vista teológicos que nos ponemos de acuerdo para pedir algo.
Eso no es lo que enseñó Jesús. De hecho, voy a leer nuevamente este pasaje de Mateo 18, pero lo voy a leer en la Interlineal del Nuevo Testamento Griego Español traducido por el doctor Francisco Lacueva, mire cómo dice:
“De nuevo ciertamente digo os que si
DOS ESTÁN ACORDES
de entre vosotros en la tierra sobre toda cosa que pidan,
será hecho les de parte del Padre de mí en los cielos”.
Mateo 18:18 / Nuevo Testamento Interlineal Griego Español, Dr. Francisco Lacueva
Empieza diciendo, si dos están acordes, ¿es lo mismo estar acordes que ponerse en acuerdo? El Señor está hablando, si dos de ustedes están en acuerdo, y la Palabra allí, la frase traducida, están en acuerdo, es la frase que viene de una palabra griega muy interesante, la palabra "sumphoneo", de ahí viene la palabra "sinfonía". Sum significa junto, y phoneo significa sonar.
Es decir, cuando sonamos juntos, cuando estamos en el acuerdo por ser hijos de Dios, en el acuerdo del Espíritu, es como una sinfonía. De hecho, el mismo comentario del Dr. Francisco Lacueva al pie de página dice así: "las oraciones suenan bien a Dios si nuestros corazones están en armonía".
¿Qué es entonces lo que está enseñando Jesús? Jesús habló de estar en acuerdo, no de ponerse de acuerdo. Jesús dice, si mi Iglesia está en acuerdo, si dos o tres de mis hijos están en acuerdo, entonces van a tomar un punto, cualquier punto que digan, vamos a ponernos de acuerdo por este punto y vamos a pedir y lo van a recibir, ¿pero por qué lo van a recibir? Porque están en acuerdo, no se están poniendo de acuerdo y están divididos en un montón de cosas; pero bueno, somos hijos de Dios, el Señor sabe que somos sus hijos, estamos muy en desacuerdo pero somos sus hijos, vamos para esto a ponernos de acuerdo y pedir por este punto...
Claro que Dios puede responder, en su gran amor Él puede responder, pero no es el principio que el Señor enseñó. El principio del Señor que el Señor enseñó, es que los hijos de Dios viven en el acuerdo de la armonía del Espíritu.
¿Quién más puede dar ese acuerdo? ¿Quién más puede producir esa unidad? Solamente el Espíritu Santo. Cuando vivimos en la unidad propia que es del Espíritu Santo, nuestra posición es una sola, ser solícitos en guardar esa unidad que ya el Espíritu nos dio, y si estamos en ese acuerdo, entonces podemos tomar algo particular y pedirlo y se nos dará.
¿Cuál es entonces nuestra responsabilidad en esta profecía?
Tenemos que pelear una buena batalla, por supuesto. ¿Cómo la vamos a pelear? Primeramente, en una función muy clara, cada una de las iglesias locales que están escuchando este mensaje este día, tiene que estar en el acuerdo del Espíritu. Si hay rivalidades, si hay divisiones, si hay contiendas, si hay diferentes formas de pensar acerca de Dios, de las doctrinas de Dios y de las cosas de Dios, realmente todavía a nuestra unidad le falta; y cuando le falta esa unidad también nos va a faltar poder, para poder en ese acuerdo, pedir conforme a la profecía.
Porque, ¿cuál es nuestra tarea como intercesores? En la parte de intercesión es orar la profecía así como Dios la dio, basados en la profecía, como Dios los guíe, con ayuno, sin ayuno, en días especiales, en casa, luego juntos en la iglesia, pero de tal manera que nosotros estemos orando en el acuerdo del Espíritu, por lo que Dios dijo.
¿Cuál es nuestra tarea en la acción? Predicar, predicar y predicar, a derecha y a izquierda, todo el tiempo, donde estemos, en la oportunidad que tengamos, predicar a Cristo. ¿Por qué? Porque toda esa gente tiene que saber qué tan vacía está, qué tan insatisfecha está.
Que el Espíritu Santo nos dé la gracia de hacerlos sentir con una profunda insatisfacción, con una profunda convicción de pecado, que portemos en nosotros una gloria del Espíritu tan grande, que ellos puedan ver esa necesidad de entregarse.
Hay una acción como intercesión como iglesia, y cada uno de los pastores sabrá cómo llevar a delante esto, para que esta profecía no quede como algo que escuchamos un domingo, como una profecía que allí nos quedó y nos entregaron, y cada uno en casa se acuerda. No. Que a partir de ahora esta profecía tenga otro peso para nosotros, tenga otro peso durante todo este tiempo, sobre todo durante todo este año, para que de diferente manera llevemos tiempos para estar orando esta profecía en la Iglesia del Señor, pero cumpliendo ¿qué cosa? el acuerdo, porque en el acuerdo vamos a poder atar y desatar y en el acuerdo vamos a ver la presencia de Dios en medio nuestro.
Lo segundo es que esto, nosotros lo hacemos desde una posición, y tenemos que entender muy bien y tener revelación que lo hacemos desde nuestra:
Posición en Cristo.
El primer punto tiene que ver con el acuerdo, pero el segundo tiene que ver con nuestra posición en Cristo, y para esto voy a leer tres pasajes bíblicos. Les pido que busquen por favor, el primero de ellos, Efesios capítulo 2, versículos 6 y 7, lo voy a leer en la Nueva Versión Internacional, dice:
“Y en unión con Cristo Jesús,
Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales,
para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia,
que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús”.
Efesios 2: 6-7 / NVI
El Señor aquí nos está diciendo que cuando el Señor nos resucitó, nos hizo sentar en un lugar determinado, ¿qué lugar es? Lugares celestiales junto con Cristo. Claro que no en el trono de Cristo, eso es para los vencedores como dice Apocalipsis, quienes venzan van a estar en el trono de Cristo, pero cuando habla de regiones celestes está diciendo, en las mismas regiones donde está sentado Jesucristo, nosotros como Iglesia, ya estamos sentados ahí. No, esto no va a ocurrir cuando pasemos a la eternidad, ya estamos sentados ahí espiritualmente, tenemos una posición.
Vamos al segundo pasaje, Efesios capítulo 1, verso 23, lo voy a leer en la Reina Valera del año 60, dice así, hablando de la Iglesia dice:
“... la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”.
Efesios 1:23 / RV60
Pablo, una vez que vemos cuál es nuestra posición de regiones celestes, ahora dice, la Iglesia, como está sentada en regiones celestes, en la Tierra es la plenitud de Cristo, es quien manifiesta plenamente a Cristo para llenarlo todo.
Y el tercer pasaje bíblico está en Efesios capítulo 3, versículos 10 y 11, también de la Biblia Reina Valera del año 60, que dice así:
“... para que la multiforme sabiduría de Dios
sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia
a los principados y potestades en los lugares celestiales,
conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor”.
Efesios 3: 10-11 / RV60
Estos tres pasajes confirman varias cosas impresionantes:
Primero, nuestro lugar. Sentados en lugares celestiales junto con Cristo.
Segundo, nuestra condición. No sólo de llenos, sino de que nosotros, que representamos a Cristo, estamos plenos de Cristo, es más, nosotros somos quienes mostramos la plenitud de Cristo.
Y el apóstol Pablo agrega algo más poderoso todavía, porque dice con toda claridad el apóstol Pablo en este pasaje de Efesios 3, que a partir de ahí, la Iglesia es la que le da a los principados y potestades, a conocer ¿qué cosa? las variadas formas de la sabiduría de Dios.
Pablo antes de este pasaje viene diciendo, que él tuvo revelación junto con los apóstoles y profetas de su época, del misterio de Dios. ¿Cuál era el misterio de Dios? La Iglesia.
El misterio de Dios era que ya no iba a haber más una división entre judíos y gentiles, que a través de Cristo y la obra en la cruz, la sangre derramada, la reconciliación que Él logró, ahora de los dos pueblos se hacía uno solo y de esos dos pueblos se creaba una nueva entidad llamada, la Iglesia de Jesucristo. ¡Ése era el misterio!
Y, ¿qué está diciendo Pablo cuando dice, ahora? El está diciendo, en este momento, ahora, desde que vino la revelación que judíos y gentiles somos todos partes de la misma entidad que es la Iglesia, a partir de ahora, los principados y potestades van a escuchar y van a ver a Dios y van a conocer las diferentes formas de la sabiduría de Dios, a través de la Iglesia.
Es decir, no está diciendo, Dios se va a manifestar simplemente a sí mismo, está diciendo, no, a partir de que la Iglesia nació, a partir de que fue revelada, todas las formas de la sabiduría de Dios en toda su variedad, ¿a quién tienen que escuchar los principados y potestades? ¿a quién tienen que ver para ver la sabiduría de Dios? A la Iglesia.
Esto es impresionante, en nuestra cabeza esto no puede caber, no hay forma que nuestra cabeza pueda entender lo que el Señor está diciendo.
Pero sí hay una cosa, sí hay una cosa, nosotros podemos recibir lo que Dios dijo y podemos saber claramente, que cuando nosotros estemos intercediendo y estemos trabajando para el cumplimiento de la profecía que Dios nos dio, nosotros lo estamos haciendo desde la posición que Cristo nos dio, lo estamos haciendo porque somos la plenitud de Cristo, y lo estamos haciendo porque los principados y las potestades tienen que escuchar a la Iglesia para escuchar la sabiduría de Dios, y saber que lo que Dios dijo es lo que se va a cumplir, sobre todos los principados y potestades que vienen contra Dios.
Por eso nosotros, si oramos de esta manera, vamos a producir en los cielos una gran batalla espiritual cuál nunca antes, y cuando eso ocurra, entienda esto, lo que se empieza a ver en la Tierra, es un caos peor, ¿por qué? Porque el diablo desespera por tratar de lograr, que lo que Dios dijo no se cumpla.
Hermanos, levantemos nuestra mirada a lo que somos y tenemos en Cristo Jesús, a la grandeza que Él nos ha dado, de manera que nosotros podamos ministrarle al Señor y podamos orar desde esta perspectiva, desde esta posición y desde esta autoridad.
Segundo punto, un segundo punto extraordinario, milagroso, inentendible para la mente humana, pero Dios dice, que así es, y esto es lo que somos. ¿Y qué decimos como Iglesia? Amén Señor, esto es lo que somos.
Tercer punto y último punto.
Una vez que tenemos claro el acuerdo que tiene que ver con la unidad del Espíritu, el acuerdo que el Espíritu produce, no el ponernos de acuerdo, sino el que Él produce; lo segundo que tenemos de acuerdo, es nuestra posición, sabemos quiénes somos y que tenemos en Cristo; y lo tercero es que cuando esto ocurre, entonces ¿a qué estamos llamados? Estamos llamados a:
Levantar la vara de autoridad de Jesucristo en la Tierra.
Y para esto vamos a ir a un pasaje del Antiguo Testamento, porque es muy gráfico para entender cómo levantar esa vara de autoridad. Vamos a ir a Éxodo capítulo 4, versículo 1 a 4, yo lo voy a leer en la Nueva Versión Internacional, dice así, voy a leer desde el versículo 2 que dice:
“—¿Qué tienes en la mano? —preguntó el Señor.
—Una vara —respondió Moisés.
—Déjala caer al suelo —ordenó el Señor.
Moisés la dejó caer al suelo,
y la vara se convirtió en una serpiente.
Moisés trató de huir de ella,
pero el Señor le mandó que la agarrara por la cola.
En cuanto Moisés agarró la serpiente,
esta se convirtió en una vara en sus propias manos”.
Éxodo 4:1-4 / NVI
Es una figura bien gráfica lo que pasó con la vara que tenía el pastor Moisés y la autoridad que Dios quería darle. Cuando Dios llamó a Moisés para que los sacara de Egipto, ustedes saben que él siempre dijo, no soy el indicado, no soy el indicado, esto no va a funcionar, Señor, yo no soy la persona correcta; entonces el Señor para mostrarle la autoridad que Él tenía pensado concederle, le dice, toma esa vara de pastor porque la voy a transformar, la voy a transformar en mi vara, hasta ahora era la vara de un simple pastor de ovejas, ahora la voy a transformar en mi vara. ¿Y qué le dijo el Señor? Tírala. ¿Y en qué se convirtió? En culebra.
Es importante la figura que Dios usa, no la transformó en un león, en un tigre, no, la transformó en una culebra. Y esto tiene mucho que ver con la autoridad, la transformó en una culebra.
De pronto, ¿qué pasó entonces con Moisés? Cuando él ve la culebra, ¿qué trata de hacer Moisés? Huir de esa culebra, ¿por qué? Porque le tenía miedo.
¿Qué le estaba mostrando el Señor a Moisés en esta figura?
Moisés, tu problema es que estás tratando de huir a la autoridad que Yo te quiero dar, le tienes pavor, le tienes miedo a la autoridad que Yo te quiero dar, te quiero conceder.
Es decir, usa esta figura de una culebra para mostrarle el Señor, que Moisés le tenía tanto miedo a la autoridad que Dios le quería conceder, como el mismo miedo que le tenía a una culebra venenosa, el mismo miedo. Por eso Dios utiliza una culebra para hacerle ver a Moisés, ése es el temor que tú tienes dentro, tienes temor de usar algo que Yo voy a hacer sobre tu vida y algo que te voy a conceder.
Y es más, cuando ustedes leen en Éxodo 7:1, es tan grande esto, tan grande, que el Señor le dice a Moisés:
“Toma en cuenta
—le dijo el Señor a Moisés—
que te pongo por Dios ante el faraón.”
Éxodo 7:1 / NVI
Es decir, Dios le estaba diciendo a Moisés, la autoridad que Yo te quiero dar es de tal magnitud, que tú serás, cuanto tú hables, será como si Yo mismo le hablara a faraón, y todo lo que tú digas se va a cumplir. Ésa era la autoridad que Dios le quería conceder.
¿Qué tiene que ver todo esto con nosotros? Mucho.
En primer lugar, al igual que le ocurrió a Moisés, que le tenía miedo a la autoridad que Dios le quería conceder, le ha ocurrido a la Iglesia. Y recordemos que a la Iglesia no es algo que Dios nos va a conceder, a la Iglesia Dios ya nos dio su autoridad. Pero por mucho tiempo la Iglesia ha tenido temor de usar la autoridad que Dios le concedió, y también ha tratado de usarla sin respetar el primer principio que aprendimos hoy, el principio del acuerdo. Se ha juntado en eventos masivos y dijimos, tenemos autoridad y nos envalentonamos en la autoridad y vamos a usarla, pero nos olvidamos que esto no es de envalentonarse, que esto tiene que respetar principios, y el principio de la unidad del Espíritu, de la unidad del acuerdo, y es importante para usarla.
Quiere decir entonces, que por muchas cosas, por mucho tiempo, la gran mayoría de los creyentes hemos sido espectadores. Es más, la gran mayoría de creyentes, aún en las cosas más sencillas, aún para sanidades, milagros y liberaciones, hemos dependido más de los ministerios o de alguno de los cinco misterios, y esto se debiera ver más en todo el cuerpo de Cristo.
¿Por qué? Porque Dios nos ha dado autoridad a todos los hijos de Dios, lo que Dios nos dio no es exclusivo de algunas personas o de algunos ungidos en especial, sino de todos.
Así que, tenemos que quitar el miedo, así como Moisés le tenía miedo a esa autoridad como a una culebra, nosotros no tenemos que ver la autoridad de Dios de esa manera, la tenemos que ver como un gran depósito, algo grandioso que Dios nos entregó, para saber, Señor, no quiero estar siempre justificándome, es que todavía estoy un poco inmaduro, es que todavía soy un poco carnal, es que todavía me falta... eso siempre va a ocurrir, siempre vamos hacia más, siempre vamos hacia la perfección, pero eso no nos quita la autoridad que Dios nos delegó.
Por lo tanto, tenemos que usarla sabiendo que estamos en paz con Dios, que estamos en unidad con nuestros hermanos, que vivimos en un mismo pensar, en un mismo sentir, en una misma mente, es decir, en un mismo Espíritu. Esto es lo que debemos hacer.
Vamos a un próximo pasaje de la Escritura en Éxodo capítulo 14, en los versículos 15 a 18, yo lo voy a leer en la versión Reina Valera Contemporánea, dice así, comenzando en el verso 15 de Éxodo 14:
“Pero el Señor le dijo a Moisés:
«¿Por qué me pides ayuda?
¡Ordena a los hijos de Israel que sigan su marcha!
Y tú, levanta tu vara, extiende tu mano sobre el mar, y divídelo,
para que los hijos de Israel lo crucen en seco.
Yo, por mi parte,
voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan,
y me glorificaré en el faraón y en todo su ejército,
y en sus carros de guerra y en su caballería.
Y cuando me haya glorificado en el faraón,
y en su caballería y carros de guerra,
los egipcios sabrán que yo soy el Señor.»”
Éxodo 14: 15-18 / RVC
Llegó un momento crucial para Moisés, ¿sí o no? Es decir, Moisés sabía que ya tenía la autoridad, de hecho, ya Moisés había hecho muchos prodigios y señales milagrosas ante el faraón, que los piojos, que las moscas, que las ranas, todo lo que usted sabe que ocurrió; pero ahora, en este momento, Moisés estaba en una situación que nunca había estado, el enemigo por detrás, el mar por delante, sin un camino de salida, ahora Moisés tenía que hacer algo particular, algo nuevo y dice la Biblia, cuando dice, ¿por qué clamas a mí? Que Moisés estaba orando y llorando, en realidad, en la versión en inglés de la New King James, dice que Moisés estaba llorando, ¿por qué estaba llorando? ¿para qué estaba llorando? Para pedirle, Señor ayúdanos, ábrenos un camino, haz algo por nosotros. Y el Señor le dice claramente, Moisés estás equivocado, Yo te di una autoridad, ¿qué tienes que hacer ahora? Alza tu vara, desata la autoridad que te di, divide el mar y levanta un camino, haz un camino dónde no hay un camino.
Me hizo recordar esto, cuando el Señor le dijo a los apóstoles que estaban en la barca, todavía tienen miedo, ¿se acuerdan que la barca se estaba por hundir? Él dijo, ¿dónde está su fe?
Es decir, Yo me paré con autoridad y paré el viento y paré el mar, pero esto lo tienen ustedes, así como tienen autoridad para echar fuera un demonio y sanar un leproso, esto lo tienen ustedes, esto le estaba diciendo Dios a Moisés.
Pero ¿por qué Moisés está en esta situación? Estaba llorando, gritando, clamando, y no sabía qué hacer, sencillo, porque hasta ese momento él había usado la autoridad, pero contra el enemigo para traerle plagas, para traerle un montón de cosas a faraón por no obedecer, pero ahora Moisés tenía que usar la autoridad de una manera diferente, ya no era contra el enemigo, ahora tenía que usar la autoridad para abrir algo sobrenatural, es decir, un camino donde no hay camino.
Y cuando escuchamos la profecía que hemos recibido, y Dios dice que hará algo sobrenatural, nos damos cuenta que lo que Dios tiene en mente, ¿qué es? Una cosecha sobrenatural.
Escúchenme hermanos, para eso, evidentemente tenemos que abrir un camino donde no hay camino, todo lo que está a nuestro alrededor, ¿sabe qué nos grita? Imposible. Eso es imposible, eso no puede ocurrir, no puede ocurrir, es tanto lo que yo veo de perversidad alrededor, que esto no puede cambiar, pero Dios está diciendo que quiere abrir una cosecha sobrenatural, y ahora entonces tenemos que usar la autoridad de otra forma.
Muchas veces la usamos contra el diablo, lo reprendemos, echamos fuera demonios y hasta ese conocimiento del uso de la autoridad nos va bien, pero cuando tenemos que usar la autoridad para abrir un camino donde no lo hay, una puerta donde no lo hay, para crearla, pareciera que estamos escasos de autoridad.
Pero el Señor amados, nos está diciendo que no estamos escasos de autoridad, que tenemos autoridad para que la cosecha sobrenatural que Dios habló, se cumpla.
Por lo tanto, nosotros tenemos una misión que cumplir, tanto en la intercesión como en la acción, no vamos a olvidarnos al estar orando y trabajando de estos tres principios:
* El acuerdo en el Espíritu para desatar la autoridad, para atar y desatar.
* Lo segundo, nuestra posición en Cristo, en las regiones celestes, como hijos de Dios.
* Lo tercero, estamos dispuestos y decimos al Señor, sí Señor no miramos nuestras flaquezas porque no nos miramos en nuestra naturaleza humana caída, nos miramos en la nueva creación que Tú hiciste.
Por eso, somos una Iglesia sin mancha, sin arruga y sin ninguna cosa semejante.
Somos la Iglesia que Tú previste, somos la Iglesia que Tú creaste estamos creciendo, tenemos fallas, pero Señor, te amamos y nos llenamos, pedimos ser llenos de tu Espíritu Santo, para poder cumplir esta misión global y poder traer al mundo un cambio poderoso.
Vamos amados hoy para terminar, a orar juntos, y que de ahí en adelante Dios les va a dar sabiduría para cómo llevar, con estos principios y esta base sólida, el trabajo de la Iglesia en intercesión, y la acción sobre esta profecía de cosecha sobrenatural que Dios nos entregó.
Oremos.
Padre, hoy nos hablaste con toda claridad, hoy nos dijiste cuál es nuestra posición, hoy nos dijiste en primer lugar, que si hay problemas entre nosotros, debemos arreglarlos, debemos arreglarlos, debemos estar en paz, debemos otorgar perdón y ser perdonados. Debemos también Señor, caminar en la unidad del Espíritu, tener un mismo sentimiento, un mismo pensamiento y una misma opinión.
Señor, en el Nombre de Jesús, cada iglesia local, cada pastor, cada persona que está escuchando este mensaje del Espíritu, vuelve a ti de todo corazón, nos arrepentimos como Iglesia de no haber usado tu autoridad, y de cuando la usamos, haberla usado mal, sin respetar tus principios de acuerdo y de autoridad.
Nos humillamos y decimos, Señor, ahora nos levantamos, nos ponemos en nuestra posición, y desde esa posición, nosotros vamos a pelear la buena batalla con base en la profecía que nos diste, ésta y otras profecías similares que Tú trajiste sobre la Tierra, para que la Iglesia la lleve a buen término.
En el Nombre de Jesús, Señor, oramos y confiamos plenamente que podremos ver con nuestros ojos, gran parte de esta profecía cumplida, por la gracia de tu Nombre, amén y amén.
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A continuación, se transcribe la Palabra profética recibida por Daniel Cipolla, el 17 de febrero de 2018:
"Porque así dice el Señor:
Voy a detener las hordas del diablo que han estado cubriendo de tinieblas la Tierra.
Mis ángeles están luchando a favor, están deteniendo las acciones diabólicas sobre los corazones de los hombres; y sin importar lo terrible, lo malo o lo feo que esté alrededor de las vidas, Yo tocaré los corazones de los hombres.
Comenzaré a cambiar los corazones de los hombres y de las mujeres, los comenzaré a tocar.
Comenzaré a darles hambre de Mí, hambre de mi Palabra, no encontrarán saciedad en ninguna otra parte, porque ha comenzado un año de gracia sobre gracia, de gracia sobre gracia, que extenderé mi manto, mi toldo, mi dosel, sobre el mundo, para que puedan ver mi gloria, para que puedan entregarse a Mí, para que puedan en realidad, encontrar la vida verdadera.
Voy a conceder la oración de cada uno de mis hijos, no voy a olvidar ninguna de sus lágrimas ni de sus oraciones, no voy a olvidar el trabajo de su amor. No olvidaré, sino que recordaré, porque está abrazado a mi corazón, cada una de esas lágrimas está en mi copa.
Y Yo haré algo sobrenatural sobre el mundo. Sobrenatural sobre la Tierra. Sobrenatural sobre la vida de los hombres. Sobrenatural sobre los corazones de los hombres, y se parte, como una espada, parte; una espada especial que parte corazones, y cada uno será quebrado.
Y mis hijos serán como millones y millones, y millones de espadas en todo el mundo, atravesando los corazones, haciendo caer en lágrimas, en lloro, en arrepentimiento, la vida de la gente.
Un tiempo nuevo empieza, mi Iglesia mía, un tiempo nuevo.
Créeme en medio de la oscuridad. Créeme en medio de las tinieblas, porque Yo haré cosa grande, y la estoy anunciando antes que salga a luz."
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