Dignos de la vocación
Daniel Dardano
26 de March de 2017
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Creo que en la vida, cada uno de nosotros siempre tiene aspiraciones de ir a más, siempre queremos ir de menos a más, de superarnos, y cada vez que llegamos a ese estado, o sea, si vamos a más, cada vez que llegamos a ese estado, nos comportamos de acuerdo al estado en el que nosotros llegamos.
Cuando nosotros somos niños, obviamente nuestros padres nos llevan al colegio, pero llega un momento que a veces, podemos ir solos. Yo recuerdo cuando yo era pequeño, que mi papá me compró una bicicleta, y me compró una bicicleta y me dijo que la tenía que cuidar, pero me enseñó a andar en bicicleta; una vez que yo aprendí a andar en bicicleta, yo entré en un nuevo estado, en una nueva situación y posición, es decir, yo me tenía que hacer cargo de la bicicleta, tenía que hacerme cargo de que estuviera limpia, de que la cadena estuviera engrasada, bueno, tantas cosas que saben los que tienen bicicleta. Ya después, cuando fui más joven me compré un coche y la responsabilidad fue diferente.
Entonces, cada vez que uno va superándose tiene que ir estando a la altura de aquello a lo cual llegó, ¿estoy siendo claro hasta aquí?

Muy bien, para iniciar y como introducción al tema que vamos a desarrollar hoy, me voy a referir a una mujer llamada Letizia Ortiz.
Letizia Ortiz es hoy la reina de España. Esta mujer, Letizia Ortiz, es hija de una enfermera y un periodista, de hecho, cuando era muy niña sus padres se separaron, pero le voy a contar un poquito la historia de Letizia Ortiz. Ella fue periodista y presentadora de televisión, estudió Ciencias de la Información, tiene una maestría en Periodismo Audiovisual, a los veinticuatro años, a través de una beca, fue a México y allí obtuvo un doctorado en la Universidad de Guadalajara. Imagínense, veinticuatro años.
Por los datos que tengo, esta muchacha en aquel tiempo era una muchacha común, dice que le gustaba andar en jeans y en blusa, no se ocupaba mucho de su ropa, es más, le gustaba comer mucha comida mejicana, y también le gustaba comer hamburguesas, es decir, una mujer común que iba en ascenso de su carrera. Pero en un momento de su vida, y en el año 2003, se atravesó por su camino una persona, en ese tiempo era Felipe, el Príncipe de España. ¿Y qué le dijo? ¿Quieres ser mi esposa? Eso conllevaba la idea de que un día sería reina de España.
Imagínense, Letizia estaba ascendiendo, cada vez iba a más, ella luego quería tener un programa propio de televisión... Hay mucho de la historia, yo la estoy recortando totalmente, es decir, tenía una carrera en ascenso, pero en el año 2003, cuando ella le dijo sí a Felipe, por amor y por convicción, ella tuvo que dejar atrás todo aquello que había aspirado. Me imagino que como reina se tuvo que olvidar de los jeans, no sé si los usará en su casa, y quizá de las blusas un tanto baratas, y quizá usar zapatillas, ya no las podría usar, quizás cambiar la forma de comer. ¿Por qué? Porque ahora había entrado en un nuevo estado, su situación era diferente, el protocolo de reina era totalmente diferente, las aspiraciones totalmente diferentes, a aquella muchachita de veinticuatro años que se graduó en México y estaba con una carrera en ascenso.

Ahora bien, para ella estar ahora como reina significó un privilegio, y esta palabra "privilegio" me la van a oír hoy muchísimas veces, porque es un privilegio ser reina, ¿no? Es un privilegio que un hombre se haya fijado en ella, una periodista común que quería hacer una carrera; se fijó en ella y le dijo, deja esa vida, yo te ofrezco otra vida. Muchas mujeres hoy en día dirían, ay, ay, ay, ¿por qué no me toca mí eso?
Muy bien, hay algo de este dato que me llamó la atención, cuando fui a la fuente de donde tomé todo esto, el periodista que escribió esta historia dijo así, "la exigencia es alta para las reinas, Letizia eligió dejar a su anterior vida para servir a España".
Me gustó, me gustó mucho, la exigencia es alta para las reinas.

Cuanto más ascendemos, cuanto más etapas quemamos y vamos superando y levantando, las exigencias son mayores; pero dice que Letizia, que de alguna manera servía a la sociedad con su profesión y quizá su futuro programa de televisión, ahora iba a servir a España. Nos damos cuenta cómo cambia la vida de una persona en un momento y cómo tiene que estar a la altura de lo nuevo a lo que entró.
Letizia tuvo que olvidarse de muchas cosas del pasado y asumir su posición de reina, comportarse como la reina.

Ahora bien, miren hermanos, no nos sorprendamos, nosotros somos reyes y sacerdotes. Letizia es reina en este mundo, nosotros somos reyes y sacerdotes para Dios, pero de Dios. Hay mucha diferencia, no es lo mismo ser una reina aquí en la Tierra que ser un rey y un sacerdote calificado para Dios. Si un día Letizia se entrega a Cristo, ella podrá ser una reina y una sacerdotisa para Dios.
Pero bien, quiero que veamos un poco nuestra condición, de dónde nosotros hemos salido y el privilegio que tenemos que estar donde estamos.
Dice 1 Corintios, capítulo 1, versículo 25 al 31, en la Nueva Versión Internacional, escuchen bien:

“Pues la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana,
y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana.
Hermanos, consideren su propio llamamiento:
No muchos de ustedes son sabios,
según criterios meramente humanos;
ni son muchos los poderosos ni muchos los de noble cuna.
Pero Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios,
y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos.
También escogió Dios lo más bajo y despreciado,
y lo que no es nada, para anular lo que es,
a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse.
Pero gracias a él ustedes están unidos a Cristo Jesús,
a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría
—es decir, nuestra justificación, santificación y redención—
para que, como está escrito:
«Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor»”

1 Corintios 1: 25-31 / NVI

Y digo amén, mire de dónde nos sacó el Señor, no muchos nobles, no muchos ricos, no muchos poderosos, habla de insensatez, habla de lo despreciado, pero de ahí nos saca Dios y nos trae a una posición, pero dice que ahora estamos unidos a Cristo Jesús.
Una cosa es que Letizia se una a un varón para seguir su camino y otra cosa muy diferente que usted y yo, como hijos de Dios, estemos unidos a Cristo, ¿sabe por qué? porque tenemos su naturaleza y eso es un privilegio, y eso es de valor incalculable. Por eso quiero que prestemos atención a lo que el Señor hoy y en este día, nos quiere hablar. Es decir, si somos reyes y sacerdotes, eesta es una Palabra de Reino para gente de Reino, porque la gente del Reino tiene una manera de pensar diferente a otro tipo de gente, si somos reyes y sacerdotes, así vamos a pensar y así vamos a actuar.

El tema que hoy voy a compartir es "dignos de la vocación", dignos de la vocación; y leo Efesios el capítulo 4 y el versículo 1, en la Reina Valera 60, dice así, Pablo escribe:

“Yo pues, preso en el Señor,
os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.”

Efesios 4: 1 / RV60

El mismo versículo Efesios 4: 1, pero en la Nueva Versión Internacional dice:

“Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor,
les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido
.
Efesios 4:1 / NVI

¿Dónde estaba Pablo? En la cárcel. ¿Por qué? ¿Porque había robado, había matado, había delinquido? No, estaba en la cárcel por causa de Cristo, y eso para él era una cuestión de dignidad, para él era digno estar en la cárcel por causa de aquél que lo había rescatado. Pero lo dice, ustedes ahora, les ruego que vivan dignos de la vocación... y la NVI dice, del llamamiento del cual han sido objeto.
Algunos pasajes complementarios quiero leer, uno está en Colosenses 1: 10 al 11, en la NVI, dice así:

“Para que vivan de manera digna del Señor,
agradándole en todo.
Esto implica dar fruto en toda buena obra,
crecer en el conocimiento de Dios
 y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder.
Así perseverarán con paciencia en toda situación.”

Colosenses 1: 10-11 / NVI

Cuando uno vive de manera digna del Señor, por lo que dice la Palabra, dice que eso implica dar fruto en toda buena obra, así que el fruto de una buena obra es el resultado de vivir de una manera digna del Señor.
No es que independientemente yo hago una "buena obra" entre comillas, o puede ser buena sin comillas, pero desligada de la dignidad, de la vocación o del llamamiento.
Pero luego Pablo dice que también además del fruto, una manera digna del Señor es crecer en el conocimiento de Dios, ¿para qué? Para ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder, y el resultado de esto dice que es la perseverancia.
Así que queridos, como resultado de todo esto, nosotros nos damos cuenta que la perseverancia, la constancia, la permanencia en aquello en lo que el Señor nos llamó, va a ser el broche de oro para poder vivir dignos de la vocación o del llamamiento.

Hay otro versículo, 2 Timoteo 1: 8 y 9, Nueva Versión Internacional dice:

“Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor,
ni tampoco de mí,
que por su causa soy prisionero.
Al contrario, tú también, con el poder de Dios,
debes soportar sufrimientos por el evangelio.
Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa,
no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia.
Nos concedió este favor en Cristo Jesús
quien destruyó a la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible
mediante el evangelio.”

2 Timoteo 1: 8-9 / NVI

Un pasaje más como complemento de todo lo que estamos hablando y escúchenlo muy bien, 2 de Pedro 1: 10 y 11, NVI:

Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía
por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió.
Si hacen estas cosas, no caerán jamás,
y se les abrirán de par en par las puertas
del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”

2 Pedro 1: 10-11 / NVI

¿Qué les parece? Esto me abre las puertas a un horizonte de esperanza, pero que trasciende esta vida, porque esto tiene que ver con la eternidad, si hacen estas cosas, cuidando el llamamiento, no caerán jamás y les será abierta a una gran puerta.
Con este versículo vamos a terminar hoy, no aquí ahora, cuando terminemos el mensaje,  en otra versión, y va a aclarar mucho más lo que estamos diciendo.
¿Qué estoy queriendo decir por el Espíritu? Tenemos un privilegio, y ruego al Señor que los ojos espirituales nuestros sean abiertos, para vivir en consonancia a ese privilegio que tenemos, porque si bien es cierto, éramos insensatos, ahora no lo somos, éramos despreciados, ahora no lo somos, éramos la escoria del mundo, ahora no lo somos, somos reyes y sacerdotes. Si yo valoro eso voy a vivir como lo que soy, pero no por esfuerzo sino como un privilegio.

Ahora bien, ¿qué podíamos decir de esto de ser dignos de la vocación y del llamado que el Señor nos hizo?
Yo puse en mi apunte: es estar a la altura, es tomar en serio, la responsabilidad de quiénes fuimos hechos en Cristo Jesús y lo que tenemos de Él, ¿para qué? Para conducirnos diariamente en la calidad y excelencia que esa condición y posición requieren. Es decir, que haya una perfecta armonía entre lo que somos y lo que vivimos.
En síntesis, es vivir el privilegio de lo que somos; porque yo me imagino que los hijos de Felipe y Letizia tienen el privilegio de haber nacido en un reinado, y su mamá les estará diciendo todos los días, ustedes son privilegiados porque son herederos de la corona, ¿sí o no? Ser rey en este mundo es una calificación notable, nosotros tenemos eso.
Por eso, vivir a la altura es un privilegio, no tiene que ser una carga, no tiene que ser que alguien me esté dando bibliazos permanentemente, no, no, no, no, yo tengo que despertar a mi responsabilidad... es lo que puse acá.
Queridos, nosotros fuimos trasladados de la esclavitud de las tinieblas a la libertad de los hijos de Dios, y Pablo agrega allá en Filipenses, que somos ciudadanos celestiales. Es decir, somos de allá arriba con una caja de barro para estar aquí abajo y cumplir una misión, pero nosotros somos ciudadanos celestiales. Por eso, aunque en Estados Unidos nos den nuestra legalidad, nosotros nos vamos a sentir incómodos porque somos ciudadano del cielo, ¿no sé si estoy siendo claro? En cualquier país que nosotros podamos estar legales es excelente, así tiene que ser, pero nosotros somos ciudadanos del cielo, por eso, nos molestan muchas cosas de la Tierra y si no nos molestan es que no estamos viviendo la calidad de ciudadanos celestiales, o queremos que todo en la Tierra se nos dé a la manera que nosotros queremos. No, yo soy digno de la vocación a la que fui llamado.

Ahora, me gustaría definir los términos digno y vocación.
La palabra digno tiene como dos caminos para su significado, en principio, digno es algo de mucho valor, valioso, alguien que se hace merecedor de algo aunque no lo merezca, es decir, si uno es indigno, viene alguien y me hace digno. Eso es lo que Dios hizo por nosotros a través de la gracia, yo era indigno de ser llamado hijo de Dios, pero a través de la gracias yo soy digno, entonces, ahora soy merecedor de todo aquello que Dios me ha dado y me quiere seguir dando, soy de consideración. Ése es por un camino.
Pero luego, la otra acepción de digno es, que corresponde a lo que se espera de él, el digno, el que ha sido dignificado, corresponde a aquel objeto o a aquella persona comportándose para dignificar y hacer quedar bien a la persona a quién está representando.
Pero también, digno es, que armoniza con el objetivo que tiene por delante.

Ahora voy a la palabra vocación. Esto es muy importante, mire, según el diccionario de la lengua española,
vocación es inclinación nacida de lo íntimo de la naturaleza de una persona hacia determinada actividad, tendencia, afición o apego a alguna cosa. Eso obviamente todos lo saben, ¿por qué? Porque todos en la vida tenemos una tendencia, generalmente uno estudia por una tendencia, dice yo tengo una vocación de tal cosa, por ejemplo, Lionel Messi no podía ser otra cosa que jugador de futbol, ¿o no? porque para eso tiene la mente y las piernas, Bill Gates no podía ser otra cosa que un genio de las computadoras, porque dicen, según la historia, que se escapaba de las clases porque estaba aburrido de las clases del profesor, porque el tipo acá adentro tenía una cosa y se iba al garaje de su casa con los chips a inventar cualquier cosa, porque lo tenía adentro.
¿Pero saben qué? Pablo no está hablando de esa vocación, no está hablando de la inclinación natural, de la tendencia que tenemos a estudiar o a hacer cosas en la vida, no está hablando de eso.

La palabra vocación bíblicamente empleada, en griego es klesis, y es una invitación, una designación o un llamado, es el destino señalado para los que oyeron el llamado del Señor, lo aceptaron y se comprometieron y tienen un estilo de vida diferente a los demás. Y esto es un privilegio.
Ésta es la vocación a la que nosotros fuimos llamados, es una invitación que se nos hizo, es un llamado que se nos hizo, se nos ha designado con un destino que venía de parte del Señor, yo me comprometo con ese destino para vivir de acuerdo a ese designio señalado por Él, esto es vocación.
¿Quedó establecida la diferencia entre vocación natural y vocación celestial, espiritual o como lo usa la Biblia? Creo que sí.

Muy bien, ahora bien, ¿cuál es en resumen el llamado por el cual tenemos que vivir? Porque Pablo dice, vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido.
Bueno, es importante cuando uno va a la Palabra de Dios y lee un versículo y quizá no entienda mucho, ir al contexto, ¿qué es esto del llamado, de la vocación, de la dignidad? ¿dónde está eso?
Lo voy a leer en Efesios capítulo 1, versículos 3 al 14, es un resumen de esta vocación o de este llamado del Señor, dice así:

“Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en las regiones celestiales
con toda bendición espiritual en Cristo.
Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo,
para que seamos santos y sin mancha delante de él.
En amor nos predestinó

para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo,
según el buen propósito de su voluntad,
para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.
En él tenemos la redención mediante su sangre,
el perdón de nuestros pecados,
conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia
con toda sabiduría y entendimiento.
Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad
conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo,
para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo,
esto es, reunir en él

todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra.
En Cristo también fuimos hechos herederos,
pues fuimos predestinados
según el plan de aquel que hace todas las cosas
conforme al designio de su voluntad,
a fin de que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo,
seamos para alabanza de su gloria.
En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad,
el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron,
fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido.
Este garantiza nuestra herencia
hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios,
para alabanza de su gloria.”

Efesios 1: 3-14 / NVI

¿Quiere que les diga algo? Yo leí este pasaje esta semana, no saben la cantidad de veces que lo leí, y les digo algo con total sinceridad, mi mente explotaría si yo pretendiera explicarles a ustedes este pasaje, porque esto es de una dimensión espiritual incalculable, si esto no me es revelado a mi espíritu mi mente explota, mi mente no lo puede entender, por eso no lo puedo explicar, simplemente intenté hacer un resumen de lo que aquí está, porque esto que estamos leyendo que acabo de leer, contiene no todo, pero una gran parte del llamamiento y de la vocación de lo que nosotros fuimos llamados para poder estar a la altura de aquella posición a la que Dios nos dio.

El resumen es este: fuimos escogidos, predestinados, adoptados, aceptados, redimidos y perdonados.
¿Saben cuándo fue esto? Desde antes de la fundación del mundo, ¿cómo? Sí, antes que yo y ustedes estuviéramos en el vientre de nuestra madre, porque para Dios ya estábamos, para Dios, desde antes de la creación del mundo ya habíamos sido escogidos, predestinados, adoptados, aceptados, redimidos y perdonados. ¡Esto es un privilegio!

Pero además, fuimos bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales.
La gente confunde bendición con cosas, no. La bendición es una Palabra que Dios da, donde dice tú eres de valor, Yo sé para qué te creé, pero Yo te lanzo, te impulso para que cumplas en la vida el propósito para el cual Yo te puse en el mundo, ésa es la bendición.
Pero dice, que hay una posición en las regiones, en los lugares celestiales, es una esfera que supera la Tierra. Por eso, cuando yo tengo solamente los ojos para la Tierra y pido bendiciones para la Tierra, no estoy calculando el privilegio que tengo y la dignidad de la vocación con la que fui llamado, por eso el Espíritu Santo, hoy quiere movernos a quitar la telaraña de nuestros ojos para que vivamos a la altura de lo que somos.

Luego este pasaje dice, que Dios nos hizo conocer el misterio de su voluntad.
Esto es, sus planes eternos revelados en Cristo. Yo no puedo explicar esto, no puedo, pero Dios a nosotros nos hizo conocer sus planes eternos, revelados, ¿en quién? En Cristo. ¿A quién hay que conocer? A Cristo.
¡Gracias, Espíritu Santo!

Más, fuimos hechos herederos, y el Espíritu Santo es la garantía de nuestra herencia, fuimos hechos herederos, es como que Dios dijera, para que nadie dude de la dignidad del llamado y de la vocación que tienen, les voy a poner una garantía, se llama Espíritu Santo, esto les asegura la herencia.
Pregunto ¿qué más le podemos pedir a Dios? Ve que es un privilegio.

Ahora, éste es el ámbito, el lugar, la posición, la asignación pero hay un para.
Cuando uno lee este pasaje otra vez, la palabra para aparece muchas veces, y la palabra para es objetivo, la palabra para es intención, la palabra para es un camino a recorrer para llegar a un final.
Yo voy a enfatizar la palabra para cada vez lea una frase, ¿para qué Dios nos dio todo esto? Dice: nos predestinó para ser adoptados como hijos de Dios, nos escogió antes de la creación del mundo para que seamos santos y sin mancha delante de él.

Antes de la fundación del mundo, la salvación que Dios nos dio trae aparejado consigo un para o dos, santos y sin mancha, eso es lo que Dios planeó.
Santos significa, apartado, separado, consagrado. Cuando la señora Letizia, reina de España se consagró a su marido fue apartada, ¿de qué? De una vida común, de un quehacer común, de todas las cosas comunes, ¿por qué? Porque ella ahora había sido apartada, tomada, elegida y separada.
Es decir,  Dios dice, Yo te veo santo, ¿qué tengo que decir yo? Soy santo, pero vivo a la altura de la santidad.

Pero dice, sin mancha delante de él. Esto significa una conducta donde en nada yo ofenda a Dios haciendo que la dignidad del llamado se rebaje, haciendo que la dignidad del llamado no esté a la altura de lo que Él hizo por mí.
Pero además, el plan de Dios y la obra de Cristo fueron para asegurarnos una herencia, y tres veces entre los versículos 3 al 14 dice, que nosotros la Iglesia, estamos para alabanza de su gloriosa gracia o para alabanza de su gloria.

¿Merecíamos todo esto? No. ¿Lo tenemos? Sí, ¿esto es un privilegio!
Pregunto, ¿cómo no amar al Señor con todo esto que tenemos? ¿Qué dolor verdad? ¡Qué injustos somos! Que injustos, Dios nos dio todo. A veces decimos, dio todo y dio a su Hijo y ninguno daría a su hijo por enemigos, sí, pero ¿nos estamos dando cuenta que es cierto? que con Cristo Él nos dio todas las cosas, y entonces nos dio todo para vivir dignos del llamado y nosotros estamos adulterando con otros amores.
Y lo que nos está pasando es que por ser adúlteros estamos manchando la dignidad del llamado, no hay una mente para Dios, no hay una conducta para Dios, no hay una convicción de vivir dignos de ese llamado.
Por eso siempre Dios le dijo al pueblo de Israel, ámenme, es todo lo que les pido, si ustedes me aman, ya está, se van a comportar.
Entonces hoy tenemos que revisar nuestro amor, porque entonces la dignidad del llamado va a surgir.

Ahora, quiero que aclaremos algo porque alguno puede estar pensando, hermano Dardano a ver, esto de digno de la vocación, ¿no tendrá que ver con algún llamado ministerial? ¿esto de dignos de la vocación a la que fue llamado, no será para apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros, o para alguna otra persona que se haga cargo en la iglesia y que tenga algún llamado a...?
Bueno, lo incluye, o los incluye, o nos incluye, pero no es exclusivo ni de apóstoles, ni de profetas, ni de evangelistas, ni de pastores, ni de maestros, esto es para todo hijo de Dios, porque si volvemos a los versículos que yo leí, del 3 al 14 de Efesios 1, no dice esto que voy a escribir es para los cinco ministerios, es para todos, es para todo hijo de Dios.
Entonces, yo tengo que ser digno de la vocación a la que fui llamado, hijo de Dios con una vida santa, éste es un paquete de beneficios que yo camino o puedo caminar todos los días de mi vida.

Ahora, yo he notado algo en todo esto, Dios es un Dios de absolutos, para Dios no hay cosas relativas, todo lo que Él hizo, lo hizo, y Dios siempre será absoluto, sus principios serán absolutos, no hay nada relativo ni que se relativice en Dios o posibilidades de cambio, pero nosotros hoy sí vivimos en una sociedad relativista, y cuidado con esa trampa, porque nuestra mente, querida Iglesia, se está empezando a infectar con las cuestiones relativas... bueno, esto es bueno pero puede no ser tan bueno, y esto que es malo puede no ser tan malo, ¿le suena a parecido en la realidad cuando hablamos con la gente? Sí, en la oficina, en el banco, donde sea, bueno esto, bueno quizá no es tan bueno, y esto malo quizá no sea tan malo, es que hay que actualizarse, estamos viendo, estamos viviendo tiempos totalmente diferentes.
Entonces, ahí es dónde empezamos a perder la dignidad del llamado, empezamos a ver a un Dios relativo pero no a un Dios absoluto.

Mire, quiero hacer tres ejemplos negativos, la verdad no porque quisiera hacerlo, quisiera ir a todo lo positivo, pero sabe por qué los hago, para que nos miremos en el espejo de lo que voy a decir de lo negativo y mirando ese espejo, escapemos, rompamos el espejo y nunca copiemos el modelo que vemos en el espejo.
Personas que fueron relativas, que no fueron absolutas y que las normas morales y espirituales las echaron por el piso.

Un caso, Saúl.
Saúl fue rey, ya sabemos las condiciones en las cuales Saúl fue rey, ése no es un tema, muy bien.
Ahora, pero Saúl a pesar de las circunstancias por las cuales el fue rey, podía haber honrado al Señor con su reinado, él lo podría haber hecho, pero mire, al menos destaco tres fallas terribles en la vida de Saúl:
Primero, tenía un corazón totalmente torcido, nunca se alineó a lo que Dios le habló, pero tres fallas notables. Una, ofreció un sacrificio ocupando el lugar de sacerdote que a él no le correspondía, ¿se acuerdan de la historia, no? Digo, la estoy resumiendo porque no quiero hablar de esto.
Dos, cuando Dios le dijo que destruyera a Amalec con todo, él dijo no, me voy a quedar con algunos animalitos, me voy a quedar con algunas cosas.
Luego, en lugar de consultar a Dios, por miedo a los filisteos consultó con una adivina.
Tres hechos trágicos en la vida del rey Saúl, usted me puede decir, bueno ¿y si se arrepiente y pide perdón? Qué bueno que lo hubiera hecho, pero él tenía un problema serio en su corazón.
Mire lo que dice la Palabra de Dios, ¿qué pasó con Saúl? En 1 Samuel, el capítulo 13, versículos 13 y 14 en la Versión 60 dice así:

“Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho;
no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado;
pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.
 

¿Sabe lo que significa esto? Que el hijo de él, Jonatán hubiera sido rey, y el nieto de él hubiera sido rey, y el bisnieto de él y el tataranieto hubiera sido rey, el Señor hubiera confirmado su reino para siempre, y Dios le quitó el reino, por esto y por muchas cosas más.

... Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón,
Ése era David, ¿no?
al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo,
por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.”
1 Samuel 13:13-14 / RV 60

¿Qué pasó con Saúl? Fue destituido, pudiendo honrar a Dios fue indigno de la designación, se hizo a sí mismo indigno de honrar a Dios con lo que Dios le había encargado. ¿Qué pasaba con Saúl?
Por eso, miremos en el espejo y escapemos. Era independiente, no se sujetaba a nadie... Sí, Samuel dice tal cosa, pero como Samuel se tarda, yo ofrezco el sacrificio, Dios dice que yo destruya a Amalec con todo, ah, pero mira las vaquitas que hay aquí, yo me puedo quedar con lo bueno, a ver. Y luego, ir a consultar con una adivina, meterse en el terreno de Satanás por miedo a los filisteos en lugar de consultar a Dios, pero él era independiente.
El independiente suele ser un desobediente que tiene que ver con la rebeldía, ésa era una de las características de Saúl.
Entonces, él siempre quiso hacer las cosas como a él le parecía, ¿le suena parecido a lo que pasa hoy en día en la sociedad? Cada uno quiere hacer como bien le parece, a mí no me diga cómo y lo que tengo que hacer, yo soy grandecito para hacerlo, ni Dios se puede meter... Miremos el espejo y escapemos.
Este es Saúl...
Pero sigo, usted sabe que David ocupó el trono, ¿verdad? Por cuarenta años.
Salomón, esto me estremeció cuando lo volví a leer, Salomón empezó bien, Salomón empezó tan bien que cuando empezaba el reinado le dijo a Dios, lo único que te pido dame sabiduría para guiar este pueblo, Dios dijo, wow, muy bien has pedido, Yo te voy a dar de mi sabiduría pero además, te voy a hacer rico, y Salomón fue rico pero en serio, y sabio, oh, la gente iba a escucharlo a él, era sabio. Eso él le pidió a Dios, ¿qué significa? Fue humilde al comienzo, pero luego, cuando prosperó, fue famoso se enorgulleció.
Algunas cosas que hizo, construyó palacios, jardines, viñedos, seleccionó una guardia muy especial para él, tuvo servidumbre de todo tipo, disfrutó de todo tipo de placeres, escuchen, tuvo setecientas mujeres y trescientas concubinas, ¿escuchó lo que dije? Setecientas mujeres y trescientas concubinas; como decía mi abuelo, ¿pa´qué quería tanta mujer este hombre? Y es verdad, ¿qué haces con mil mujeres si no puedes con una? Disfrutó de todo este hombre, pero además fue idólatra, el hombre que le pidió a Dios sabiduría, fue idólatra. Había comenzado bien.
Pero resulta que vamos a ver el final, 1 Reyes 11, del 9 al 11 en la Nueva Versión Internacional dice así:

“Entonces el Señor, Dios de Israel,
se enojó con Salomón porque su corazón se había apartado de él,
a pesar de que en dos ocasiones se le había aparecido
y le había prohibido que siguiera a otros dioses.
Como Salomón no había cumplido esa orden,
el
Señor le dijo: «Ya que procedes de este modo,
y no has cumplido con mi pacto ni con los decretos que te he ordenado,
puedes estar seguro de que te quitaré el reino
y se lo daré a uno de tus siervos.”

1 Reyes 11: 9-11 / NVI

Terrible eso, por eso mirémonos en el espejo y escapemos...
A mí me llama la atención algo, escuche, Dios desocupa a la gente. ¿Entendió lo que le dije? A Saúl lo desocupó, a Salomón lo desocupó, ellos podrían decir, yo sigo siendo rey, no, no, Dios le  dice, Yo ya te desocupé, tú seguirás funcionando pero Yo ya te desocupé...
Mirémonos en el espejo y escapemos.

Pero por otro lado, en esta semana vi algo acá que en años de leer este pasaje no había visto y el Señor me mostró, ¿quién fue rey antes que Salomón? ¿quién fue? David, ¿qué era David de Salomón? El papá.
Yo supongo que un día Salomoncito le dijo, papá yo voy a acceder al trono, ¿nos podemos sentar y me das todos los tips, me dices cómo se manejan todos los ministerios? ¿qué hay que hacer con las cámaras de diputados, de senadores? Lo estoy poniendo actual, ¿verdad? ¿me puedes decir?
Y yo no niego que papá David se haya sentado con Salomón y haya hecho algo de esto, pero me llama la atención algo, en esta formación que David pudo haber hecho, hubo algo que Salomón no le pidió y se lo pidió a Dios, ¿qué fue? Sabiduría. Porque la sabiduría, ¿de quién viene? De Él, y como leímos al principio, Dios en Cristo nos ha sido hecho en nosotros, sabiduría.
¿Sabe qué? Yo antes no lo había visto a esto, es decir, tú puedes trabajar en la formación de alguien, de tus hijos, pero la persona tiene que buscar de Dios, porque sino siempre el que formó o te deformó va a tener la culpa, no señores, no, papá David le pudo haber dado todo y mucho, y calculo que le dio porque era un hombre de buen corazón y era el hijo, pero hay algo que Salomón dijo, mi papá esto no me lo puede dar, esto me corresponde a mí para no desviarme, y Dios le dio la sabiduría que le dio.
Entonces queridos, no echemos culpas a otros, seamos responsables de buscar a Dios siempre, esto es dignificar el llamado y la vocación que tenemos.
Por eso, me llama la atención lo que Dios le dice, puedes estar seguro de que te quito el reino y se lo doy a uno de tus siervos, sabe qué hizo este hombre con el tesoro, lo despilfarró, lo echó por tierra, y lo pisoteó.

Bueno, hay un caso más, este es del Nuevo Testamento. Rara vez hablamos de Demas, solamente está mencionado Demas tres veces en el Nuevo Testamento, mire qué interesante, las dos primeras veces que Demas está mencionado es en Filemón y en Colosenses, y en Filemón y en Colosenses, Pablo lo llama a Demas, su colaborador, colaborador suyo.
Pero mire ahora la tercera mención, lo leo, está en 2 Timoteo 4:10, NVI, y dice:

“...Demas, por amor a este mundo,
me ha abandonado.”
2 Timoteo 4:10 / NVI

En otra versión dice, porque ama más las cosas de esta vida me ha dejado.
Ay, ay, ay, ¿qué pasó con Demas? Dos menciones, Filemón y Colosenses, colaborador de Pablo. Quiere decir que si era un colaborador de Pablo bebió del espíritu de Pablo, fue instruido por Pablo, Pablo se invirtió en él, Pablo dos veces lo llama su colaborador, significa confianza; y ahora en Timoteo, le dice a Timoteo, antes le dijo, ¿sabes qué Timoteo? Ven rápido, necesito verte, porque Demas me abandonó porque está amando más las cosas de esta vida.
Uno no sabe los motivos, pero yo me pregunto, qué habrá pasado por el corazón de Demas. Con la convicción de quién era el Señor para él, de todo lo que aprendió de ese apóstol que lo vio sufrir, lo vio andar, lo vio caminar, lo escuchó, todo. ¿Qué pasó? No dignificó el llamado, se fue tras los designios de su corazón que en algún momento de su vida se torcieron... Miremos en ese espejo y escapemos.

Ahora, toda esta gente, lamentablemente no fue digna de la vocación a la que había sido llamada.
Pero vea una cosa más, hay como un hilo en la conducta de los tres, como un perfil se llama falta de humildad.
¿Y saben? Últimamente estoy meditando mucho sobre este tema, hoy hay mucha falta de humildad, hay una gran soberbia en todo, hay como un deseo de sobresalir, por eso hay concurso de canto, entonces, cantando por un sueño, y bailando por un sueño y The Voice, y está bien eh, el asunto es que me vean cómo brillo yo, nadie quiere ser segundo, nadie quiere ser humilde a la manera de Jesús, porque Él dijo, yo soy manso y humilde de corazón, y eso habla de una identidad segura.

Querida Iglesia, creo que dentro de lo que el Señor nos está hablando hoy, para ser dignos de la vocación tenemos que ser humildes. Si no hay humildad perdemos todo. Y hoy en día hay una necesidad de sobresalir, cuándo tú ves las cuestiones de Facebook y de Twitter y del Instagram y todo, y que Like, y entonces, te ponen ahí, quince dice que le gusta, y entonces la persona se siente bien porque dice, a fulano le gustó.
Yo, la verdad le digo, leo eso y digo, y qué gana con que le guste, ¿qué obtiene? Le gustó, está bien ¿y qué? Ah, pero ve, le gustó lo que puse, le gustó lo que yo dije, y siempre... y eso se mete, y el día que tengo mil doscientos, wow, y el día que tengo un millón, como no sé qué artista, ya estoy realizado.
Es una vanidad bochornosa, no es... hermanos nosotros no estamos para eso, nosotros estamos no para Like, nosotros estamos para ser dignos de la vocación a la que hemos sido llamados, por favor.
Si con todo lo que hemos leído en Efesios de lo que Dios hizo por nosotros, yo todavía sigo necesitando el Like y el Instagram y todo, y el Twittrer y toda la cosa, yo tengo un problema de no reconocer quién soy, y para qué estoy.
Mire la verdad, no debiéramos estar hablando de esto, debiéramos estar hablando de otra cosa, pero no podemos hablar de otra dimensión si no empezamos a remontar y salir de donde estamos, por eso el Señor me llevó a que veamos que necesitamos ser dignos de la vocación.

Mire, nadie asumiría en el mundo una conducta indecente de la reina Letizia, diría no se comportó como reina, ¿o no? Una actitud absurda, una actitud ridícula, una actitud de bajo nivel en una reina no lo admitiría, estaría en todas las redes sociales del mundo, y nosotros como hijos de Dios parece que nos damos Like cuando vivimos así. Es decir, el Espíritu Santo nos está hablando de que necesitamos remontar, salir de esta cuestión que nos tiene atados, y vivir de acuerdo a la vocación con la que hemos sido llamados.

Ahora sí, quiero hacer un ejemplo positivo y es un ejemplo, ah cómo me gustó esto, hay muchos, tuve que dejar no saben cuántos.
El caso positivo y que fue digno de la vocación a la que fue llamado, es Moisés.
Moisés tuvo errores y equivocaciones, David tuvo errores y equivocaciones, y aún así Dios lo llamó un hombre conforme a su corazón. Moisés tuvo erres y equivocaciones, pero resulta que si ustedes van a Éxodo 3, en sus casa búsquenlo, un día él estaba cuidando ovejas, entonces mira a lo lejos y ve un arbusto, y ve un arbusto como quemándose pero dice, que notable, el arbusto se quemaba pero no se consumía. Entonces él se acerca o pretende acercarse para ver lo que estaba pasando, porque ese arbusto ardía y no se consumía, y cuando se estaba acercando, ¿quién lo para? Dios, y ¿qué le dice? Hey, dónde vas y le dice, quita el calzado de tus pies porque el lugar donde estás es tierra santa. Dios decía, tierra mía.
Para la cultura de ese tiempo quitar el calzado era una señal de indignidad de la persona ante quien lo estaba convocando, es decir, Moisés supo por qué él tenía que quitarse las sandalias de sus pies, esto me habla de humildad, esto me habla de aceptar una condición inferior para escuchar a Dios.
Entonces, él se quita el calzado, uno no sabe lo que pasó en ese momento, él escribió esto, porque los cinco primeros libros de la Biblia los escribió Moisés en ese momento, lea en Éxodo 3, Dios le da su llamado y todo lo que él tiene que hacer. Le dijo, vas a ser mi voz, vas a sacar a Israel de Egipto, vas a ir al faraón y le vas a decir que los deje salir. Moisés ahí sabe a qué cosa Dios lo había llamado.

Ahora bien, nosotros cuando leemos el Antiguo Testamento, vemos un panorama, pero cuando venimos a Hebreos, vemos un panorama diferente de Moisés.
Hebreos 11: 23 al 28, en la Biblia Peshitta dice así, escuche:

“Por fe, los padres de Moisés, después de que éste nació,
lo ocultaron durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso,
y no temieron al decreto del rey.
Por fe Moisés, siendo ya adulto,
renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón,
prefiriendo ser afligido juntamente con el pueblo de Dios,
antes que complacerse por poco tiempo en el pecado,
porque estimó como mayor riqueza
el oprobio por causa del Cristo que era superior a los tesoros de Egipto,
porque tenía la mirada fija en el pago de la recompensa.
Por fe abandonó Egipto sin temor a la ira del rey,
porque permaneció como viendo al Dios invisible.”
Hebreos 11: 23-28 / Biblia Peshitta

Wow, wow, wow, todos sabemos cómo fue criado Moisés, ¿verdad? Había un decreto de que todos los niños tenían que morir, recién nacidos varoncitos tenían que morir, solamente las parteras tenían que dejar libres a las mujercitas, vivas a las mujercitas. Entonces la mamá lo echa al río, y hete aquí que la hija del faraón lo toma y ¿quién lo cría? la misma mamá de Moisés.
Muy bien, pero ¿dónde estaba ahora Moisés? En el palacio, gozando de todo el beneficio del palacio.
Pero me llama la atención que el lujo, riqueza, prestigio, acceder al trono, todo eso, Moisés renunció, rehusó ser llamado hijo de la hija del faraón.
Hoy en día cualquiera te diría, hermano aproveche porque en esa posición política usted puede influenciar para bien. Dejémoslo así, no lo voy a comentar.
Este hombre dijo, no, no, no, es cierto, yo tengo la cultura egipcia porque a mí me educaron, en ese tiempo estaba muy bien conceptuada, tengo lujo, tengo bienestar, como de lo mejor, a mí no me falta nada, tengo acceso al trono, yo puedo ser rey de Egipto, y él dijo, no me interesa. Uno dice, Moisés, él estimó como mayor riqueza el oprobio por causa del Cristo.

Pero me llama la atención que dice que, no quiso complacerse por poco tiempo en el pecado.
A ver, a ver, cómo es esto. ¿Qué pecado estaba cometiendo Moisés? Yo no veo acá ningún pecado, él estaba en el palacio, estaba sirviendo, estaba haciendo lo que tenía que hacer, la otra Versión habla de los deleites temporales del pecado. ¿Cuál era el pecado o que Moisés lo califica como pecado? Era disfrutar de todos los beneficios de un príncipe viviendo lleno de riquezas, de tener un nombre y una posición claro, para el mundo, y de acceder al trono de Egipto, eso para Moisés hubiese sido pecado.
Para el mundo relativo que hoy estamos viviendo esto es una tontería, ¿o no? Pero tienes todo, Dios te lo está poniendo, ve lo que es conocer a Dios. Él dijo, no me interesa. ¿Sabe qué supo Moisés? Que Dios, un día, allá cuando el arbusto no se consumía, le dijo, tú eres mi representante y Yo te llamé, para que vayas y saques a mi pueblo de Egipto.
Por eso, Moisés dijo, yo prefiero sufrir la vergüenza, yo prefiero sufrir todas las injusticias con ese pueblo, ¿por qué? Porque quiero ser digno de la vocación a la que fui llamado.
¿Sabe qué sabía Moisés? Que el programa de Dios no podía ser llevado a cabo desde el trono de Egipto si él accedía al trono, que el programa de Dios iba a ser llevado a través de él y con todo el pueblo, a través de circunstancias difíciles, de pruebas difíciles, y de muchas cosas que ellos pasaron.

¿Qué diferente evaluación hizo Moisés de muchas cosas que nosotros hoy evaluamos como grandes oportunidades? Pero él tuvo una percepción espiritual diferente, porque dice, en todo esto él sostuvo como viendo al invisible, ¿quién era el que guiaba su camino? El invisible que él veía en el Espíritu, Dios.

Queridos, a mí me estremece ver una persona así, pero no fue extraordinario, sí fue extraordinario lo que leemos, pero nosotros hoy podemos ser eso y mucho más, cuando estamos convencidos de la vocación que tenemos, del llamamiento que tenemos. Él siempre fue digno de la vocación a la que había sido llamado. ¿Por qué? Porque él supo que era el honor de Dios el que estaba en juego y no el suyo.
Cuando yo creo que mi honor está en juego, entonces encuentro caminos alternativos porque no quiero pasar vergüenza, por cobardía, para que no me critiquen, pero él dijo, no, no, no, acá no es mi honor el que está en juego, está en juego el honor de Dios y si yo accedo a alguna de estas cosas, estaré trayendo descrédito al Dios que me llamó.

Hermanos, mirémonos en ese espejo. Nunca, nunca traigamos descrédito al Nombre de Dios, con actitudes, con palabras y pensamientos.
Miren, se puede intentar ser dignos por posición pero no por convicción.
Acá tenemos un problema, yo puedo ser digno por una posición que tengo, por un lugar que tengo, entonces yo respondo a eso porque tengo que responder, pero no es lo mismo, responder a esa misma posición porque tengo una convicción, es totalmente diferente, no es una obligación, repito la palabra, privilegio, privilegio... y la seguiré repitiendo, privilegio.

Ahora, me llama la atención que en todos los pasajes que leí al principio no le habla a una persona, le habla a la Iglesia; a Éfeso le dice, sean dignos de la vocación, habla en plural no en singular. Colosenses, vivan honrando al Señor para que puedan... también, plural. Todo lo que nosotros leímos es plural.
¿Cuál es el mensaje? Todos nosotros somos individuos, pero todos nosotros estamos insertados en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia. ¿Cuál es el mensaje? Todos tenemos que ser dignos de la vocación con la que hemos sido llamados.
Acá no hay licencias para algunos, es para todos, porque la palabra apostólica es para la Iglesia y el Señor nos está diciendo a la Iglesia de Jesucristo, Yo los quiero a ustedes dignos de la vocación con que los llamé.

Allá en Efesios 4, una vez que Pablo escribe esto, que sean dignos de la vocación con la que fueron llamados, luego dice, sean solícitos en guardad la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
¿Qué significa esto? Que el digno o los dignos de la vocación, la Iglesia digna de la vocación, detesta la división, porque dice, sean dignos de la vocación y sean solícitos en guardar la unidad del Espíritu.
La división está en contra de la dignidad del llamado, quien provoca división está siendo indigno del llamado. Entonces tenemos que abrir los ojos y tener cuidado, porque yo puedo dividir con una palabra, yo puedo dividir con una mirada, yo puedo dividir con mi intención, yo puedo dividir con lo que sea.
Por eso, mirémonos en el espejo el daño que podemos hacer con un comentario, con una frase para escapar siempre de eso.

Quiero hacer un comentario final para terminar, cuando la Iglesia nació, obviamente la mayoría eran judíos, después los gentiles empezaron a acercarse, a entregarse a Cristo, el Imperio Romano en aquel tiempo, Siglo I, Siglo II, tenía mucha fuerza, conquistaba naciones, conquistaba regiones, conquistaba lugares, pero ellos necesitaban un poder unificado, algo así como un poder monolítico para tener a todas las naciones atraídas hacia sí, ellos dijeron e inventaron que la figura del Emperador era el que reunía todos los requisitos necesarios para tener ese poder monolítico, por eso Roma fue dominante durante mucho tiempo.
Mire lo que pasaba entre tantas cosas, ustedes saben que los cristianos en ese tiempo eran perseguidos, eran maltratados, eran despreciados, de todo. Escuchen lo que les voy a contar, en la plaza principal o en una de las plazas principales se levantaba una imagen del emperador, del César, y una vez al año todos los varones que vivían en el Imperio tenían que ir con un poco de incienso y ofrecerlo al emperador y conforme lo ofrecían decían, César es el señor, ¿qué significa esto? Adoración, veneración, los cristianos iban, estaban obligados a ir, pero cuando estaban ahí, ¿sabe qué decían? Jesucristo es el Señor. ¿Qué les costaba esto? La pérdida de todos los derechos civiles, la pérdida del trabajo, el desprecio total de la gente.
Pero les voy a decir la trampa, les decían a los cristianos, cuál es el problema, miren ustedes digan, César es el señor y después siguen con Jesucristo.
¿Estoy siendo claro? Es decir, hagan el acto, abran su boca y veneren al César, al emperador y después sigan con la práctica, y los cristianos decían, no. ¡Jesucristo es el Señor!
¿Nos estamos dando cuenta, no? Lo relativo, bueno, qué hay de malo. Nada, accede a eso, si total después dices, Jesucristo es el Señor.
¿Ve dónde está la dignidad de la vocación? No, no, yo aquí adentro tengo una convicción, por nada ni por nadie, César no es señor, no hay nada ni nadie a quien yo venere, sólo Jesucristo es el Señor.

Quiero terminar leyendo lo que antes leí, pero ahora en la Versión La Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy, 2 Pedro, el capítulo 1, versículos 10 y 11, dice así:

“Así que, hermanos, sean cada vez más diligentes
para hacer firme su llamado y elección de parte de Dios.
Porque mientras hagan (practiquen) estas cosas nunca caerán.
Pues de esta manera les será concedida ampliamente
la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”
2 Pedro 1: 10-11 / NBLH

¿Qué puedo agregar a esto? Aquí tenemos la manera de continuar siendo dignos de la vocación a la que fuimos llamados.
Hermano, no hablemos más de mi debilidad y mi flaqueza tenemos todo en Cristo, asumamos la responsabilidad de la dignidad donde hemos sido colocados. Pero aquí dice que tenemos que ser diligentes, ¿para qué? Para afirmar nuestro llamado y nuestra elección que fue hecha de parte de Dios, y dice, en la medida en que ustedes continúen afirmando su llamado y la elección que tuvieron de parte de Dios, en esa medida y mientras practican estas cosas, no caerán jamás.
¿Es claro, no? En español y en inglés, no caerán jamás, pero luego dice, Pues de esta manera les será concedida ampliamente... ampliamente la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Esta es la promesa, de esta manera, siendo firmes, diligentes en ser dignos de la vocación, cuando entremos en el Reino eterno las puertas serán amplias para nosotros, ¿qué significa eso? Aprobación, ¿de quién? De Él.

Por eso, nosotros no necesitamos aprobación del mundo, el mundo cada vez nos va a desaprobar más y nos va a descalificar más.
Yo, Iglesia de Jesucristo, quiero, queremos esto, ser diligentes y estar firmes, ¿en qué? En practicar esto todos los días siendo dignos de la vocación a la que fuimos llamados, ¿Por qué queridos? Porque de esa manera me será otorgada una entrada amplia, es decir, con honores, en el Reino eterno de Nuestro Señor Jesucristo.
¿Qué espera la gente del mundo? Bueno, una sepultura, una cajita dónde estén las cenizas, el recuerdo de alguien, espera ir... a los niños dicen que van al limbo, los adultos al purgatorio. Eso es mentira porque esto es una vez y para siempre, si tú no crees en Cristo te vas al infierno, si crees en Cristo es diferente, pero tienes que mantenerte digno de la vocación, pero eso no piensa la gente del mundo.
¿Cuál es nuestra esperanza? Una entrada amplia y generosa al reino eterno de nuestro Señor Jesucristo.
Claro, yo sé que digo esto y a nosotros se nos hace todavía borroso, cómo puedo empezar a vivir esto. Hay que tomar decisiones y empezar a quitar del camino lo que estorba. Señor, esto se va, esto se va, esto se va, el espejo lo rompo, nunca quiero esto, decisiones, decisiones.
En la medida que tomo decisiones, empiezo a conocer más al Señor, y empiezo a percibir espiritualmente lo que significa profundamente ser digno de la vocación a la que fui llamado.

Querida Iglesia, Iglesia en el mundo, ¿queremos vivir este privilegio? Yo digo, sí. Creo que todos queremos vivir este privilegio. Por eso, en este día, voy a orar y voy a orar al Señor diciéndole que queremos afirmar nuestro corazón para vivir dignos de la vocación con la que Él nos llamó. Que ya no es tiempo, mejor dicho, es tiempo de definiciones, no Saúl, no Salomón, no Demas, sí Moisés.
Una Iglesia Moisés, ésa es la que queremos, ¿verdad? Póngase de pie, por favor, y oramos al Señor.

Padre, en el Nombre de Jesús, queremos darte gracias en esta mañana porque hay tanto en tu Palabra, tanto de lo que Tú nos has concedido, que queremos agradecerte. Estamos todavía, discerniendo poquito, pero queremos discernir mucho más, queremos realmente ser obedientes a lo que Tú nos has mandado.

Señor, tenemos el privilegio de ser reyes y sacerdotes, Tú nos has apartado de un mundo corrupto y nos has llevado a lugares celestiales con el privilegio de ser adoptados hijos y de tener una herencia, ciudadanos del cielo, hombres y mujeres que pueden vivir y podemos vivir siendo dignos del llamado que Tú nos hiciste.

Gracias por el ejemplo de Moisés, él rechazó toda la posición, toda la calificación, todo lo bueno del palacio de Egipto y sufrió con tu pueblo porque tenía la mirada puesta en la recompensa que Tú le ibas a dar. Pero yo no dudo que la recompensa era hacer lo que Tú le había mandado.

Señor, hoy como Iglesia de Jesucristo, queremos rechazar las actitudes Saúl, Salomón y Demas, eso no es para nosotros, nosotros hoy miramos eso, pero para no caer en eso, queremos apartarnos de eso para vivir dignos de la vocación con la que hemos sido llamados. Y Señor, te agradecemos porque lo podemos vivir, tenemos el maravilloso poder del Espíritu Santo en nosotros que nos alienta a seguir adelante y un día encontrar que las puertas del reino eterno se abren ampliamente.

Señor, día a día, queremos sembrar semillas de dignidad, no queremos ser indignos ante ti, queremos que tu Nombre sea honrado, dignificado en todo, pero también queremos ser dignos del llamamiento, de la vocación que Tú nos hiciste.


Gracias te damos Señor, porque el Espíritu Santo continuará revelándonos esta realidad espiritual para que podamos seguirla caminando en nuestra vida cotidiana.

Te alabamos, te bendecimos, para ti es la gloria, la majestad y la alabanza, en el Nombre de Cristo Jesús, amén Señor, amén.

Alabado sea el Señor, ¿amén? Gracias a Él por su Palabra.

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