en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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El tema que hoy vamos a compartir por la Palabra y por medio del Espíritu, es un tema que yo diría básico, es un tema fundamental para la Iglesia de Cristo, pero además es un tema que mientras uno lo analiza, se da cuenta la profundidad que tiene para la mente del Señor y también para el plan del Señor con su Iglesia.
A veces tocamos los bordes del tema, y a veces lo interpretamos a nuestra manera, como muchas veces solemos interpretar muchas cosas que las pasamos por el filtro de nuestra mente humana, pero cuando uno va a la Palabra, a ver un asunto con respecto al pensamiento de Dios, se da cuenta que es mucho más profundo de lo que uno había pensado, y quiero decirles que vamos a recorrer bastantes pasajes y versículos de la Palabra el día de hoy.
Vamos a comenzar con Mateo 22, desde el versículo 36, Mateo 22, desde el versículo 36, en este relato se acerca un fariseo a Jesús y le hace una pregunta, y dice a partir del 36 de esta manera:
“—Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”
—le respondió Jesús—.
Este es el primero y el más importante de los mandamientos.
El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Mateo 22:36-39
Obviamente que al leer estos versículos, ustedes se darán cuenta del tema que vamos a tocar hoy tiene que ver con el amor. Pero lo primero que quiero decir, es que si ustedes se fijan cuando los fariseos vinieron y le hacían este tipo de preguntas a Jesús, por lo general, nunca era con buenas intenciones, más bien era con las intenciones de ver en qué momento y a través de qué pregunta o a través de qué análisis, ellos pudieran demostrar de alguna forma, que Jesús no era quien decía ser, simple y sencillamente. Pero cuando le hacen la pregunta relacionada con la ley, Jesús responde y establece cuál es el primer y más grande mandamiento, el más importante de la ley, ¿cuál es?“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”. Y le agrega el segundo más importante, porque Jesús dice, El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Quiere decir, que aún para cuando Dios había establecido la ley para su pueblo Israel, Dios había dejado una base, un fundamento sobre el cuál iba a reposar, iba apoyarse, toda la verdad de la ley. Y el cumplimiento de la ley iba a ser posible, mientras ninguno de los israelitas olvidara este mandamiento.
Por eso, bien la Palabra dice que Jesús no vino a echar por tierra los mandamientos, al contrario, Él vino a confirmar que los mandamientos y la ley venían de Dios, pero en la misma boca de Jesús queda establecido lo que es importante para Dios, amar al Señor con todo el ser por encima de todas las cosas, y un segundo mandamiento que está muy unido al primero y que es parecido, semejante al primero, amar al prójimo como a uno mismo.
Vamos a Lucas el capítulo 11, por favor, Lucas capítulo 11 y voy a leer el versículo 42, Lucas 11:42, dice de esta manera:
“»¡Ay de ustedes, fariseos!, que dan la décima parte de la menta,
de la ruda y de toda clase de legumbres,
pero descuidan la justicia y el amor de Dios.
Debían haber practicado esto, sin dejar de hacer aquello.”
Lucas 11:42
Creo que todos nosotros conocemos muy bien este versículo, además este versículo es una de las bases
que utilizamos para hablar precisamente de los diezmos. Por eso lo conocemos, pero cuando el Señor me volvió a traer este versículo, me di cuenta que Jesús estaba sacando a luz a través de sus palabras, lo que Él mismo había respondido a aquel fariseo. Es decir, Él había dicho que según la ley, para Dios había un primer mandamiento, el más importante, que era amar al Señor con todo el corazón, el ser, la mente; y el segundo, amar al prójimo como a uno mismo.
Ahora, cuando viene a hablarles a ellos, a los fariseos, les recrimina lo que estaban haciendo mal. ¿Qué era lo que estaban haciendo mal? ¿no dar el diezmo? No, justamente eso era lo que estaban haciendo bien, pero qué importancia tenía el diezmo para Dios si no cumplían con el fundamento sobre el cual se apoyaban todos los mandamientos de la ley, el fundamento era, ustedes descuidan la justicia y el amor de Dios. De qué les sirve entregar los diezmos y se olvidan que ése y cualquier otro de los mandamientos que ustedes cumplan a la perfección, no sirven, son basura para Dios, si ustedes se olvidan del fundamento de todos ellos, porque si hay base en el amor de Dios y en el amor a Dios, todo lo demás funciona, pero si tú le quitas el fundamento, todo se viene abajo.
Ahora voy a leer Juan 5:42, este versículo lo voy a leer en otra versión, en la Reina Valera Actualizada, y esto se lo dijo Jesús, ahora a los judíos en general, ya no a los fariseos, pero sí a los judíos, les dijo así:
“Al contrario, yo los conozco
que no tienen el amor de Dios en ustedes.”
Juan 5:42 (RVA-2015)
Yo los conozco que no tienen el amor de Dios en ustedes. Es decir, Jesús no solamente estaba poniendo el dedo en la llaga de los fariseos, por ser los responsables de enseñar la ley y los principios de Dios al pueblo, también Jesús estaba marcando el problema, la deficiencia, de todo un pueblo, de toda una nación que querían escuchar a Jesús, pero estaban teniendo un problema de base y de fundamento, ¿cuál era? que el amor de Dios no estaba en ellos, no había una práctica, un ejercicio del amor de Dios.
Ahora, vayan a Juan el capítulo 13 y el versículo 34 por favor, estamos poniendo todo un inicio, una introducción para entender la profundidad de lo que la Palabra nos enseña por el Espíritu. Juan 13:34 dice:
“»Este mandamiento nuevo les doy:
que se amen los unos a los otros.
Así como yo los he amado,
también ustedes deben amarse los unos a los otros.”
Juan 13:34
Si ustedes se fijan a simple vista, este mandamiento es muy similar al segundo mandamiento que mencionó Jesús cuando le respondió a aquel fariseo, ama a tu prójimo como a ti mismo, y acá les está diciendo, ámense los unos a los otros.
Ahora bien, quiero mostrarles algunas diferencias:
En el primer caso que leímos, la respuesta era a un fariseo, como ya dijimos.
En el segundo caso, en el caso de Juan 5:42, Jesús les estaba hablando del amor de Dios a los judíos en general.
En este caso, ¿a quiénes les está hablando? Les está hablando a sus discípulos.
Ahora cambió el ámbito y ahora cambiaron las personas a quiénes Jesús está dirigiendo sus palabras y sus mensajes. Y si se dan cuenta, muy diferente a como le habló al fariseo o a los fariseos y a los judíos, Jesús les está enseñando y les está diciendo, que tengan en cuenta algo que siempre deberían practicar como discípulos suyos, amarse los unos a los otros.
Ahora, si esto es muy similar al segundo mandamiento, ¿por qué Jesús dice, este mandamiento nuevo les doy? ¿por qué es nuevo? No era nuevo, técnicamente hablando no es que los discípulos escucharon esto por primera vez en su vida, pero en realidad, sí era nuevo por la dimensión que iban a tomar estas palabras a partir de que existiera la Iglesia de Cristo en el mundo.
Ustedes saben que Jesús no iba a decir palabras por decir, no iba a agregar algo si no tuviera que decirlo por el Espíritu, quiere decir, que si Jesús les estaba diciendo, les doy este mandamiento nuevo, les estaba anticipando que lo que iban a vivir como Iglesia suya, no tenía comparación con lo que su pueblo Israel, había vivido en la antigüedad.
El mandamiento era similar porque viene del mismo Dios, pero la dimensión iba a cambiar, iba a tomar otro carisma, otro tamaño, otra magnitud, porque ahora habría algo nuevo que vivir por parte de los discípulos como Iglesia de Cristo.
¿Qué significa esto para nosotros? Que por supuesto que si nosotros miramos al que tenemos al lado, la primer palabra que se le aplica es, que es nuestro prójimo, eso se aplica al que tienes sentado al lado y a cualquier persona que te rodee en cualquier lugar. Pero, ¿dónde iba a ser la prueba de fuego para los creyentes que realmente amaran a Dios y cumplieran el segundo mandamiento? Amándose los unos a los otros, dentro del cuerpo de Cristo que se llama Iglesia.
La prueba de fuego del amor, de nuestro amor está en este ámbito, porque si en este ámbito el amor no se hace real, si en este ámbito el amor de Dios en nosotros no es palpable, si en este ámbito el amor de Dios no nos lleva a la acción, con mucha menor razón podremos salir de la puerta para afuera y amar al prójimo como a nosotros mismos.
Por eso, Jesús tuvo que decir, un mandamiento nuevo les doy, cuando ustedes comiencen a vivir y experimentar lo que significa mi Iglesia, van a ver que esto toma una dimensión que nunca antes imaginaron, ni nunca antes pensaron, ni nunca antes experimentaron.
Ahora, vayamos a Romanos 5, el versículo 5 por favor, es un versículo muy conocido y que muchas veces mencionamos, dice de esta manera:
“Y esta esperanza no nos defrauda,
porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón
por el Espíritu Santo que nos ha dado.”
Romanos 5:5
A ver, si Jesús les estaba dejando a los discípulos un mandamiento nuevo relacionado con el amor, ahora, como ocurre siempre con Dios a partir del Nuevo Pacto de Gracia, no sólo la dimensión es diferente, también la provisión de Dios es diferente.
Es decir, para los israelitas, el concepto del amor a Dios estaba claro, ellos sabían que debían amar a Dios por encima de todas las cosas y que debían amar al prójimo como a ellos mismos, pero tenían la deficiencia de no haber sido provistos interiormente con un derramamiento del amor de Dios. Pero cuando Jesús les dijo a sus discípulos, les doy un mandamiento nuevo, no se lo dijo, pero Él sabía que a cada uno de ellos y cada creyente en su Nombre y en su obra, el Espíritu derramaría el amor de Dios en sus corazones.
Quiere decir, que nosotros no estamos desprovistos de lo que necesitamos para llevar a cabo este mandamiento o estos mandamientos, muy por el contrario, estamos más que provistos, más que llenos de todo lo que Dios nos ha dado, y por eso estamos capacitados para amar de la misma manera que Dios ama.
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.
Ahora, vaya a 1 Pedro el capítulo 4 y el versículo 8, por favor, dice así:
“Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente,
porque el amor cubre multitud de pecados.”
1 Pedro 4:8
Quiero volver a leerlo, Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados.
Amados, aquí estamos viendo uno de los beneficios del amor para el cuerpo de Cristo, vamos a ver algunos más, no vamos a verlos todos, porque me di cuenta que la Palabra está llena de referencias al amor de Dios y al amor entre los miembros del cuerpo, más de lo que muchas veces nosotros analizamos.
Por eso dije al principio, a veces siento que tocamos el borde del amor de Dios, pero no nos estamos dando cuenta de la dimensión que tiene para el Señor. ¿Por qué la dimensión era diferente? ¿por qué Jesús les dijo, les doy un mandamiento nuevo? Eso no lo podía decir bajo la ley porque para los israelitas, aunque amaran al prójimo como a ellos mismos, siempre debían cumplir con los requisitos de la ley para que los pecados fueran perdonados. Pero la Palabra aquí establece, que nos amemos los unos a los otros porque el amor cubre multitud de pecados.
Es verdad que Dios es quien perdona, pero qué pasa cuando en las relaciones las cosas no funcionan tan bien como esperábamos, hay una sola cosa que puede estrechar los lazos de unión entre nosotros, hay una sola característica de Dios, hay algo que Él ya nos ha dado que es lo único que aún en medio de dificultades entre nosotros puede producir una mayor unidad, y eso se llama el amor de Dios. Porque cuando yo miro a mi hermano o miro a mi hermana bajo el lente del amor de Dios, el amor de Dios hace que yo pueda cubrir multitud de pecados, porque sé que Dios es fiel para perdonar cualquier clase de pecado, para quitar ese problema y esa carga de ofensa ante Dios, como lo hace conmigo, con cualquiera.
Fíjense cómo somos los seres humanos cuando analizamos el asunto de las ofensas. Por ejemplo, solemos siempre ser, creo que inconscientemente lo hacemos, pero siempre somos más blandos con las ofensas que nosotros generamos hacia los demás, que con las ofensas que los demás nos generan a nosotros. ¿Estoy siendo claro?
Cuando yo ofendo a alguien, inmediatamente que alguien me lo hace ver o que la persona ofendida me lo hace ver, yo empiezo a justificar y digo no, no es tan así, no fue tan así, tú lo sentiste así pero yo no quería, esa no fue mi intención... ¿sí o no? Somos blandos para cubrir nuestras propias ofensas.
¿Sabe lo que eso significa? Que hay una partecita del mandamiento que sí la estamos cumpliendo, que es amarnos a nosotros mismos, claro, porque nos dice ama a tu prójimo como a ti mismo... a nosotros mismos nos amamos y eso está bien, porque nosotros una partecita ya la cumplimos, es más fácil que podamos amar al prójimo si nos amamos de tal manera a nosotros mismos. Pero cuando alguien nos ofende, la primera reacción es poner sobre la mesa los argumentos por los cuales ha sido demasiado grave lo que esa persona me hizo.
¿Sabe lo que me está mostrando el Espíritu cuando yo leo este versículo? No es la primera vez que leemos este versículo escrito por el Espíritu a través de la pluma del apóstol Pedro, no es la primera vez, pero lo que puedo ver, es que ante cualquier situación en medio del cuerpo, lo primero que va a haber, lo primero que se va a anteponer, el cristal que se va a poner delante de mis ojos, los lentes que me voy a calzar, tienen que ver con el amor de Dios.
El amor de Dios siempre está pronto y dispuesto a perdonar, el amor de Dios siempre está preparado para cubrir las faltas, no para sacarlas a luz y tratar de que la persona pague caro el mal que me hizo.
Quiere decir, que cuando reaccionamos conforme a nuestra propia naturaleza, y en esto quiero decir, no me estoy refiriendo necesariamente a darle lugar a la naturaleza pecaminosa, me refiero a darle lugar a la propia manera de pensar, eso es parte de nuestra propia naturaleza, porque nuestra mente también va cambiando y se va renovando en el Espíritu del Señor, cuando yo le doy lugar a mi propia manera de pensar, yo estoy eliminando todo lo que Dios me proveyó. ¿Estoy siendo claro?
La Palabra establece, que el Espíritu derramó el amor de Dios en nuestro corazón, pero cuando yo antepongo ante una situación cómo yo veo la cosa, yo me hago a un lado, aparto de mí la provisión de Dios y no permito que esa provisión me capacite para actuar sobrenaturalmente, porque para perdonar a otro tengo que actuar sobrenaturalmente, y sólo puedo hacerlo bajo el Espíritu de Dios, bajo el amor de Dios que está en mi corazón, siendo ungido por el Espíritu Santo, permítame decirlo así.
Naturalmente nunca voy a poder reaccionar, pero por el Espíritu, siempre voy a poder reaccionar porque eso está en mí, me ha sido dado por el Espíritu de Dios.
Miren, póngalo de esta manera, déjenme darle un ejemplo práctico que no tiene nada que ver con el amor.
Ustedes saben muy bien, que cuando nosotros le robamos el diezmo al Señor, o la ofrenda al Señor, acarreamos sobre nosotros maldición, pero también por ser parte del cuerpo, extendemos esa maldición al resto de los miembros, ¿usted lo sabe bien? Perfecto.
Entonces, vamos a ponerlo así, yo sé que el Señor me provee de todo lo necesario, Él me prospera, quiere decir que si Él me ha dado, Él también sabe que yo voy a poder dar diezmo y ofrenda y que no me va a faltar, ¿está bien? Si yo lo tomo de esa manera y lo practico, yo mismo de lo que el Señor me ha dado saco de esa provisión y veo la mano de Dios a mi favor cuando administro el resto de dinero que está en mi mano. ¿Qué pasa en el momento que yo digo, si yo este mes doy el diezmo y doy la ofrenda no me va a alcanzar? Yo mismo me cerré a la provisión de Dios. Claro que no va alcanzar, porque habiendo sido provisto por Dios, creí que esa provisión no era suficiente o que yo la tenía que administrar a mi manera, antepuse mi razonamiento a lo que el Señor me dice, y a lo que el Señor me proveyó; y yo cierro las puertas de los cielos, y el Señor no puede derramar bendición hasta que sobreabunde.
Por eso, la Palabra dice, pruébenme, denme diezmos y ofrendas y van a ver como abro las compuertas de los cielos y derramo bendición; porque cada vez que actuamos conforme a la provisión que el Señor nos ha dado, vemos al Señor actuar, pero cuando actuamos conforme a nuestra forma de pensar, le cerramos la puerta al Señor para actuar sobrenaturalmente, y ya no vemos lo sobrenatural, ya lo poderoso de Dios no está a nuestro alcance.
Si el ejemplo le sirvió vuelva ahora a trasladarlo al amor. Cuando yo aprovecho la provisión de amor que el Señor me ha dado, eso me va a hacer reaccionar espiritualmente, poniendo un manto que cubre las faltas de cualquiera de mis hermanos y siempre estoy dispuesto a perdonar. Pero cuando lo paso por el filtro de mi razonamiento, lo que voy a anteponer siempre, es cómo yo creo que deben ser las cosas y cuál debe ser la solución para esto; es tanto como decirle al Señor, no intervengas de esto me hago cargo yo.
Vaya a 1 Corintios, capítulo 8 versículo 1 por favor, lo voy a leer todo, aunque nos vamos a quedar con la segunda parte del versículo, lo voy a leer completo, dice así:
“En cuanto a lo sacrificado a los ídolos,
es cierto que todos tenemos conocimiento.
El conocimiento envanece, mientras que el amor edifica.”
1 Corintios 8:1
Le vuelvo a leer esa segunda parte, El conocimiento envanece, mientras que el amor edifica. Ésta es otra provisión de Dios a través del amor que Él ha derramado en nuestros corazones.
Cuando yo veo algo a través del conocimiento que tengo, ese conocimiento lo que va a terminar produciendo en mí, es que yo voy a subirme arriba de un pedestal para decir, yo tengo la capacidad intelectual de analizar lo que es esta situación, y yo sé cómo Dios quiere que se hagan las cosas aquí. Pero sólo voy a terminar envaneciéndome, trayendo orgullo para mi propia vida; pero cuando yo veo cualquier clase de situación con el cristal y con la vara del amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones, ¿sabe lo que termina produciendo el amor de Dios en nosotros? Nos edifica.
Miren, piénsalo de esta manera, tú puedes saber la respuesta que le tienes que dar a alguien que te está planteando un asunto, de parte del Señor estoy hablando, tú puedes saber la respuesta, tú puedes saber lo que la Biblia dice; pero si le das la respuesta para demostrarle que tú sabes lo que Dios dice, esa respuesta tuya, no va a producir nada en esa persona que te pregunta. Pero si cuando la persona te está preguntando, lo que se empieza a mover dentro tuyo es el amor por ver que esa persona encuentre la salida, la solución, la palabra específica de Dios que lo va a hacer libre y le va abrir un panorama diferente frente al problema o la situación que está viviendo, cuando lo que te impulsa es el amor, ¿sabes lo que estás produciendo? edificación, en ese que te escucha.
La respuesta, posiblemente fue la misma, la diferencia fue la fuente de dónde surgió la respuesta, anteponer el conocimiento o anteponer el amor a esa persona para que encuentre la Palabra del Señor y vea que en sus promesas siempre hay una salida para toda situación.
Quiere decir, cuando el amor nos mueve, esa edificación, ¿saben qué va a terminar produciendo entre nosotros? Que haya mayor unidad y crezcamos juntos en armonía.
Amados, cuando el amor nos motiva a relacionarnos, siempre el amor produce la unidad del Espíritu y empieza a haber cada vez más armonía del Espíritu entre nosotros, empezamos a hablar todos el mismo idioma espiritual.
Ahora, vayan a Efesios, el capítulo 5 y el versículo 2, dice de esta manera:
“y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó
y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.”
Efesios 5:2
Lleven una vida de amor... en otras versiones dice: anden en amor.
Ahora, ¿qué significa llevar una vida de amoro andar en amor? Es muy sencillo, porque lo sigue diciendo después: así como Cristo nos amó.
Es decir, cuando el Espíritu de Dios me está diciendo, lleva una vida de amor, anda en amor, me está poniendo el parámetro de lo que significa caminar, andar y vivir en amor: como Cristo me amó, como Cristo nos amó como Iglesia, y qué significó para Cristo amarnos.
Dice después, y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.
Vivir en amor, para los hijos de Dios, para la Iglesia de Cristo, ¿sabe qué implica? Vivir una vida entregada.
Vivir una vida entregada. Ojo, no solamente una vida entregada al Señor, una vida entregada al Señor y una vida entregada al cuerpo de Cristo, porque Cristo, no solamente se entregó en obediencia al Padre para agradar al Padre, Cristo se entregó para que fuéramos salvos, lo hizo por nosotros.
La única manera posible para los hijos de Dios, para la Iglesia de Cristo, de vivir en este mundo, es vivir en amor, andar en amor, y eso es sinónimo de vivir entregados en todo lo que Dios nos ha llamado a hacer.
Es muy sencillo amados, ¿tú quieres saber realmente cómo está tu vida con relación a los mandamientos y a los principios que vimos desde el inicio de este mensaje? Es decir, el amor a Dios, el amor al prójimo, el amarse unos a otros, ok, analiza y evalúa tu nivel de entrega.
Amados, no debiera ser alguien más el que nos tenga que decir, noto que estás un poco apagado, noto que te falta algo, que te falta entrega; mira, la otra vez te pedí que hicieras esto, por ejemplo, que alguna autoridad nos diga, la otra vez te pedí que hicieras esto y no pasó nada, nunca lo hiciste; y hace dos meses habíamos hablado de este asunto y tú me dijiste que tenías, sentías en el Señor, que tú debías hacerlo, pero ya pasaron dos meses y no hiciste nada al respecto. ¿Por qué necesito que alguien me venga a decir que no estoy viviendo una vida tan entregada? Evaluémonos a nosotros mismos, bien dice la Palabra, examinémonos a nosotros mismos.
Tu nivel de entrega es tu nivel de amor.
Sí, yo sé es fácil decirlo, pero suena un poquito duro, ¿no? Como que incomoda un poco, pero lo vuelvo a decir para que nos incomode un poquito más, el nivel de entrega es el nivel de amor, no le des más vueltas porque no hay otra explicación.
El nivel de entrega de Jesús demostró el nivel de su amor por nosotros, nos amó al punto de darse por entero y dejarle las consecuencias al Padre.
Todos tenemos testimonio por la Palabra y por el relato de los evangelios, que Jesús, humanamente no lo quería hacer, pero estuvo dispuesto, porque le dijo al Padre que se haga tu voluntad, porque sé que en eso está envuelto tu amor por toda la humanidad y Yo quiero estar involucrado en esos planes.
Quiere decir, que en la medida que tú ves que tu vida va evolucionando y creciendo en tu entrega al Señor y en tu entrega al cuerpo de Cristo, eso está significando que el amor a Dios está siendo cada vez más claro y evidente en tu vida, que tú no solamente estás entendiendo lo que significa amar a Dios, prácticamente estás experimentando el amor al Señor; y ese amor al Señor lo estás manifestando a través de una entrega sin condiciones a Él y al cuerpo de Cristo.
Gálatas 5, el versículo 6, dice la Palabra:
“En Cristo Jesús de nada vale estar o no estar circuncidados;
lo que vale es la fe que actúa mediante el amor.”
Gálatas 5:6
Les leo otra vez la segunda parte: lo que vale es la fe que actúa mediante el amor.
Esto para mí fue, podría decir de alguna manera, una sorpresa, porque seguramente lo leí muchas veces, pero nunca reparé en esta verdad.
La fe necesita un canal de expresión, la fe necesita un medio por el cual expresarse, ese canal y ese medio es el amor.
Me gustó mucho como lo dice el Nuevo Testamento Interlineal Griego Español del doctor Francisco La Cueva, porque dice así: la fe que mediante el amor se hace activa.
Quiere decir, que yo puedo decir que tengo fe, yo puedo proclamar a los cuatro vientos que yo tengo fe, pero ¿cómo voy a ver esa fe en acción? cuando se manifiesta el amor de Dios en mi vida, cuando hay amor de por medio la fe, se activa.
El amor es el motor que enciende, pone en marcha la fe y le permite actuar para que se lleve a cabo lo que mis ojos naturales no ven, pero yo creo en mi espíritu que es una realidad.
Déjame ponerle otra vez un ejemplo práctico a este principio espiritual:
Nosotros podemos orar por una ciudad, por una región o por una nación, toda nuestra vida, y tener fe de que Dios tiene el poder de traer masivamente, si Él quiere, un genuino arrepentimiento. Pero si esa fe no está activada por el amor de Dios hacia esa ciudad, hacia esa región y hacia esa nación, nunca voy a ver mi fe puesta en acción, es decir, una fe que se activa, para ver sobre la Tierra lo que ya creo que está hecho en el cielo.
Eso es lo que removió todo en mi interior, aunque parezca muy pequeño, el amor de Dios en nosotros es el motor para la Iglesia, ni siquiera lo es la fe. Y es verdad que la Palabra dice que, sin fe es imposible agradar a Dios, y todos estamos de acuerdo con lo que dice el Señor, pero si tengo fe, y también Pablo lo escribió por el Espíritu, pero no tengo amor de nada me sirve, porque el amor encarrila, encamina la fe hacia el cumplimiento perfecto de los planes de Dios.
Cuando yo quiero activar la fe, pero hago a un lado el amor, esa fe va a terminar creyendo en cosas que están equivocadas y que no están relacionadas con el plan de Dios, porque voy a empezar a inventar de mi propia cabeza lo que yo creo que Dios tiene que hacer.
Y esto que digo, lo hemos comprobado más de una vez, mis amados, tristemente, creyentes que parecía que estaban bien, que estaban firmes, que estaban entregados, y se terminan desviando de la verdad, desconociendo los principios fundamentales de la Palabra. Y uno dice, pero qué le pasó, se está desviando de la fe genuina y verdadera, lo que le estoy escuchando decir no es lo que realmente el Espíritu Santo quiere... y yo puedo pensar que es un problema de fe. ¿Saben cuál es el problema verdaderamente? El amor. El amor de Dios se empezó a desvirtuar en la vida de ese hermano o de esa hermana, y como resultado la fe empezó a tomar un camino equivocado, y se empezó a torcer.
Por eso, cuando uno va a la Palabra, uno empieza a entender por el Espíritu, porqué el Señor se mete en este tipo de asuntos. Y yo siempre le doy gloria al Señor, porque mire, yo reconozco que hay algunas cosas de la Palabra que se necesita meterse con el Señor, porque tienen un cierto grado de dificultad para nuestra mente natural comprenderla, pero yo le puedo asegurar que el gran porcentaje de todo lo que el Señor nos dice, realmente se puede entender por el Espíritu fácilmente, porque cuando hay amor a Dios todo nos es revelado, porque además dice la Palabra, que el Señor por el Espíritu le revela las cosas a quienes lo aman.
Quiere decir, que cuando yo voy a al Señor y me meto en la Palabra, descubro cosas tan pequeñitas como ésta, muy chiquito el versículo, muy fácil de entender, pero es revolucionario.
Este tipo de verdades y de principios, cuando nos son revelados por el Espíritu, nunca se apartan de nuestro corazón, ni de nuestra mente, marcan nuestra vida en el sentido espiritual; y recuerden esto amados, eso realmente es la revelación.
La revelación es, no entender jeroglíficos espirituales, eso no es revelación. Revelación, ¿sabe qué es? Que algo marcó mi vida, una verdad de Dios se grabó a fuego en mi interior y ahora no me puedo mover ni a derecha ni a izquierda de esa verdad, porque ahora esa verdad regula mi manera de vivir, cambia mi panorama, esa verdad renueva mi forma de pensar; y entonces empiezo a ver que la mente de Cristo empieza a activarse.
Por eso siempre, si esto no ocurre en nuestro interior vas a encontrar que dos creyentes están hablando de lo mismo y no se entienden, y hablan y el otro le responde y el otro le argumenta y el otro lo vuelve a responder; y después de cinco horas tienen que decir, sabes qué, dejémoslo acá, no, no sirve de nada, no sigamos hablando, no te preocupes, ve a tu casa y ora... y optamos por eso, ora, ora, métete con el Señor a ver que Él te lo revele, porque después de cinco horas no logró entender.
Mi amado, estas son señales para nuestra vida, en el amor, precisamente del Señor, yo quiero advertir a la Iglesia de Cristo, tenemos señales que el Señor nos deja.
Si a ti se te acerca un hermano, porque cualquiera puede ser, ¿está bien? Pero para que no te sientas tan mal, se acerca una autoridad espiritual, para que no te sientas tan mal que fue un hermano, porque al hermano a veces lo sentimos como un soldado raso igual que yo, ¿no? entonces, que sea una autoridad; y la autoridad te dice algo y tú no le entiendes ni al derecho ni al revés, y la autoridad, tú ves que se desgasta, y te explica una, dos, tres, cinco, diez veces, y tú no la entiendes, no pienses necesariamente que el problema está en la autoridad, piensa cómo está tu corazón con respecto al amor, al amor. Porque el amor te va a mover primero a sujetarte a la autoridad con gusto, ¿y sabes qué bien se siente obedecer a la autoridad? Aún cuando la autoridad te está diciendo algo que después compruebas que no estaba tan acertado, pero sabes qué bien se siente. No te estoy diciendo que la autoridad te diga hacer una locura o una barbaridad o que cometas una ofensa o un pecado contra Dios, es obvio que no me estoy refiriendo a eso, me estoy refiriendo, a que el amor a Dios nos encuadra, nos hace entender quiénes somos dentro de este precioso plan, llamado Iglesia de Cristo.
Primero, me puedo sujetar a gusto. Dos, me agrada la sujeción. Tres, no argumento, no pongo explicaciones, simplemente digo, ok, yo lo recibo, no lo estoy entendiendo muy bien, pero yo sé que el Señor me lo va a mostrar. Y te vas, ahora sí, a meterte con el Señor, pero con un corazón de amor.
Cuando amas al Señor, amas la autoridad y amas toda Palabra que viene del Señor a través de quien sea, y te sujetas, lo que pasa es que tu vida empieza a ser edificada como lo vimos antes.
Quiere decir mis amados, que nosotros necesitamos entender que aún en asuntos de la fe, la fe por sí misma no basta, la fe por sí misma no se va a activar si no está de por medio el amor, el amor es el motor que impulsa a nuestra fe a creer que Dios va a hacer, lo que yo estoy seguro que Dios va a hacer.
Ahora, quiero ir a Efesios, el capítulo 3, aquí nos vamos a detener un poquito más porque vamos a leer bastante más versículos, Efesios 3 por favor, voy a empezar desde el versículo 5, dice:
“Ese misterio, que en otras generaciones no se les dio a conocer a los seres humanos,
ahora se les ha revelado por el Espíritu a los santos apóstoles y profetas de Dios;
es decir, que los gentiles son, junto con Israel, beneficiarios de la misma herencia,
miembros de un mismo cuerpo
y participantes igualmente de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio.
De este evangelio llegué a ser servidor.
Como el regalo que Dios me dio por su gracia, conforme a su poder eficaz.
Aunque soy el más insignificante de todos los santos,
recibí esta gracia de predicar a las naciones las incalculables riquezas de Cristo,
y de hacer entender a todos la realización del plan de Dios,
el misterio que desde los tiempos eternos se mantuvo oculto en Dios,
creador de todas las cosas.
El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad,
se dé a conocer ahora, por medio de la iglesia,
a los poderes y autoridades en las regiones celestiales,
conforme a su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor.
En él, mediante la fe, disfrutamos de libertad y confianza para acercarnos a Dios.
Así que les pido que no se desanimen a causa de lo que sufro por ustedes,
ya que estos sufrimientos míos son para ustedes un honor.”
Efesios 3:5-13
Me detengo aquí, pero no cierren su Biblia porque ahora vamos a continuar con este pasaje, me detengo porque quiero volver a traer lo que leímos, pero ponerlo como un anticipo a lo que vamos a leer posteriormente.
El apóstol Pablo estaba explicando acerca de este misterio, el misterio había estado oculto para los hombres de la antigüedad, no habían entendido, nadie había visto que lo que Dios ya había planeado y tenía en su mente era a la Iglesia, pero que la Iglesia no era algo exclusivo del llamado pueblo escogido de Dios, o sea, Israel, sino que la Iglesia iba a estar compuesta por judíos y por no judíos, todos por igual, creyendo en la obra de Cristo y haciéndose uno por el sacrificio del Señor, de tal manera entonces, que todos ellos en unidad conformaran la Iglesia.
Lo que Pablo estaba enseñando, es lo que estuvo oculto durante mucho tiempo ahora a los santos profetas y apóstoles del Señor, el Señor se los está revelando, pero agrega, yo aunque me puedo considerar el más insignificante de todos los santos, tengo el regalo y el privilegio de la gracia de Dios, que me llamó para predicar el evangelio y para dar a conocer esta verdad y para exponer la realidad de lo que verdaderamente significa la Iglesia.
Es decir, sacar a luz este misterio y que la Iglesia lo comprenda, ahora uno podría decir, para nosotros creo que es bastante claro hoy en día, pero uno podría decir, ¿por qué Pablo habla en estos términos? porque para ese tiempo era totalmente diferente, es decir, todavía había una mentalidad judía en muchos aspectos, para los judíos obviamente, que estaban circunscribiendo aún la obra de Cristo, exclusivamente para ellos, y no les cabía en la cabeza que ese evangelio y esa salvación también fuera para los gentiles.
Por eso, Pablo fue llamado como apóstol a los gentiles, a los no judíos, pero exponía a todos esta verdad, sacaba a luz el misterio para que la Iglesia fuera lo que tenía que ser según el plan de Dios.
Ahora, algo que me llama mucho a mí la atención, es lo que dice a partir del versículo 10, porque dice:
“El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad, se dé a conocer ahora, por medio de la iglesia, a los poderes y autoridades en las regiones celestiales, conforme a su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor.”
A ver, Pablo era el encargado, de parte del Señor, de exponer el misterio y que la Iglesia lo comprendiera espiritualmente, pero la Iglesia era la encargada de vivir la realidad de ese misterio para que con su ejemplo de vida, quede expuesta la verdad de Dios ante las autoridades y ante los poderes que dominan allá arriba, no en el ámbito terrenal. Por eso dice,por medio de la iglesia; se dé a conocer ahora, por medio de la iglesia, a los poderes y autoridades en las regiones celestiales.
Esto significa, tanto seres angelicales como seres demoníacos, y no está diciendo con esto que nosotros nos vamos a poner a predicarles a los ángeles o a los demonios, lo que está queriendo decir es, la Iglesia cuando vive la realidad del misterio y cuando la Iglesia es una por el sacrificio de Cristo, y entiende la autoridad que el Señor le ha dado, esa Iglesia, con su manera de vivir, está exponiendo ante las autoridades y poderes celestiales, el poder, la fuerza y la autoridad que Dios le ha dado a su Iglesia.
Los ángeles, que estaban ajenos a esto, que son servidores de Dios, pero no conocían esta verdad, se alegran por ver el plan de Dios, y los demonios, que también lo desconocían, huyen porque ven la autoridad de la Iglesia; eso es lo que está diciendo.
Entonces, en este ámbito, bajo este contexto, ahora vamos a leer desde el versículo 14, dice:
“Por esta razón me arrodillo delante del Padre,
de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra.”
Efesios 3:14-15
Me detengo aquí un momentito para aclarar esto, es muy poderoso lo que está diciendo, pero ven que dice: de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra... Esa palabra familia, es una palabra interesante; en el griego es la palabra patria. Como nosotros decimos patria, exactamente igual, patria. Pero esa palabra tiene que ver también con paternidad. En la profundidad de esa palabra lo que se está exponiendo aquí es, cómo Dios ha establecido una relación espiritual, Dios como Padre, con todos aquellos que deben vivir bajo su gobierno y autoridad y que están relacionados con Él por amor, porque son su descendencia, llámese hombres y mujeres sobre la Tierra, como seres angelicales, incluye a ambos. Esto es algo que nuestra cabeza no puede entender, pero es una realidad espiritual, del Padre recibimos nosotros nombre, porque hemos sido salvados y vivimos en pacto con el Señor y estamos bajo su gobierno, al igual que los seres angelicales fueron creados por Dios y viven bajo el gobierno de Dios para hacer la voluntad de Dios en todo tiempo, eso es lo que está diciendo este versículo.
Sigo, 16:
“Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas,
los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones.
Y pido que, arraigados y cimentados en amor,
puedan comprender, junto con todos los santos,
cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo;
en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento,
para que sean llenos de la plenitud de Dios.”
Efesios 3:16-19
Es decir, se lo voy a poner de esta manera, a partir del versículo 14 Pablo ya no se dedicó a enseñarles a los creyentes en Éfeso, a través del Espíritu. ¿Saben lo que hizo? Empezó a orar al Padre, y en su oración empezó a decir: Le pido al Padre que por medio el Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser.
Es decir, le pido al Padre, Iglesia, que ustedes estén fortalecidos en lo interior, porque necesitan una fortaleza espiritual para llevar a cabo los planes de Dios y para ser el instrumento del Señor que lleva a cabo esos planes, la fuerza del alma o la fuerza natural para nada sirve, pero la fuerza del Espíritu es indispensable para vivir como Dios quiere y para llevar a cabo sus planes.
Pero luego agrega:
“para que por fe Cristo habite en sus corazones.
Y pido que, arraigados y cimentados en amor,
puedan comprender, junto con todos los santos,
cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo;
en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento,
para que sean llenos de la plenitud de Dios.”
Efesios 3: 17-19
Amados, una cosa es que el amor de Dios haya sido derramado en nuestros corazones, pero otra cosa es que pensemos que por eso ya conocemos todo del amor de Dios. Recuerden esto, cuando hablamos del amor de Dios hablamos de Dios mismo, porque la Palabra establece, que Dios es amor, hablar de Dios es hablar de amor, hablar de amor es hablar de Dios.
¿Tú y yo podemos decir, que ya conocemos suficientemente al Señor y no necesito conocer más de Él? Por supuesto que no, vivimos día tras día conociéndolo más, y experimentando más de su gracia sobre nosotros. Unámonos a la oración de Pablo por la Iglesia para decir, Señor que conozcamos toda la dimensión de tu amor, porque esa dimensión de tu amor nos va a llevar a ser la Iglesia que Tú tienes en mente y la que está destinada y propuesta a que actúe y se manifieste sobre la Tierra, porque es la única que puede hacer que este mundo se vuelva a ti.
Es verdad que la obra es del Espíritu de Dios convenciendo a los corazones, pero se necesita a la Iglesia para que ese conocimiento venga, lo que como Iglesia necesitamos conocer a mayor profundidad, es el amor del Señor, ese que fue derramado en nuestros corazones, tenemos que meternos más en lo profundo, porque de ese amor dependen todos los planes y cumplimiento del Señor para nuestra vida como Iglesia.
Ahora, fíjense que termina diciendo en el 19: en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios.
Y a mí me gusta, porque a veces la Palabra pareciera decir cosas que, técnicamente según nuestra manera de ver, se contradice, pero no tiene ninguna contradicción. Porque la Palabra dice que la Iglesia es la plenitud de Cristo, ¿está bien? Pero aquí la Palabra, por el Espíritu está estableciendo que cuando conocemos a mayor profundidad y en una mayor dimensión el amor de Cristo, lo que va a venir como resultado por ese conocimiento es que seamos llenos de la plenitud de Dios.
Quiere decir, que no es que Dios no ha derramado de su plenitud en nosotros, pero es tan basta, es tan grande, que hay más de la plenitud de Dios para nuestras vidas, y el Señor quiere que descubramos esa plenitud, solamente el conocimiento de su amor derrama sobre nosotros una mayor plenitud de Dios. Tú no pienses que es conocimiento intelectual, es el conocimiento de experiencia, es el conocimiento de amor al Señor y de saber quién es Él para tu vida; si Él realmente lo es todo, si Él está por encima de todas las cosas, si Él es tu gobierno, si Él es tu rey, si Él es el autor de todos los actos de tu vida, si Él es el que diseña todos los pensamientos en tu mente, si es el que toma las decisiones que tú tienes que llevar a cabo en tu vida, si Él lo es todo para ti, si Él es todo para mí, nos vamos a meter más profundamente en el conocimiento de su amor.
¿Qué va a producir el conocimiento de ese amor? Una mayor plenitud de Dios para nosotros, la Iglesia.
Quiero leer dos versículos más, el primero es Juan 13:35, habíamos leído el versículo 34, ahora vamos a leer el 35. Juan 13:35, recuerden que el 34 hablaba de que el Señor les daba un mandamiento nuevo, que se amaran los unos a los otros, y el 35 entonces ahora dice:
“De este modo todos sabrán que son mis discípulos,
si se aman los unos a los otros».”
Juan 13:25
De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.
El segundo versículo que leo es, 1 Juan 4:12, que yo lo voy a leer nuevamente en la Reina Valera Actualizada, que dice de esta manera:
“Nadie ha visto a Dios jamás.
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
y su amor se ha perfeccionado en nosotros.”
1 Juan 4:12, Reina Valera Actualizada
Lo que nos está diciendo el Espíritu de Dios es, con estos dos versículos, el amor entre ustedes va a ser la evidencia más grande para toda persona, de que ustedes son mis discípulos, y de que Dios, aunque nadie lo haya visto jamás, es verdadero y existe.
No es el conocimiento intelectual, no son nuestras buenas obras, no es la buena letra que hacemos, es el amor, el amor pone en evidencia la esencia de Dios porque Dios es amor, cuando hay amor y ese amor se manifiesta y surge de nosotros de forma espontánea y natural, ¿sabes qué empieza a pasar? Toda la gente empieza a reconocer a Dios a través del amor que ve en nosotros.
Estoy seguro, estoy convencido de que precisamente este problema es el que ha detenido un mayor despertar espiritual en el mundo que nos rodea, porque esa manifestación de amor que el mundo vio cuando había un Jesús siendo crucificado, hoy no la está pudiendo ver a través de la Iglesia, pero Jesús no va a volver para ser crucificado, de la única manera que la gente puede comprobar que Dios es amor y que existe, es por ver el amor de los unos a los otros.
Amados, les dije al principio que éste es un tema básico, es un tema fundamental, pero que es mucho más profundo de lo que muchas veces hemos visto.
Le damos siempre gracias a Dios por su amor, por cuánto nos ama, ¿qué bueno sería que el Señor, alguna vez nos dijera gracias por cuánto tú me amas? Me deleito en tu amor, me agrada verte que me ames de esa manera, porque el amor es la base de sustento de todo lo que Dios quiere para su Iglesia, pero al mismo tiempo, es el motor que mueve a la Iglesia para cumplir y para vivir en la perfecta voluntad del Padre.
Por eso, con esto en mente, yo quiero pedirle que estén de pie y que juntos oremos al Señor, y que de alguna manera nos unamos a la oración del apóstol Pablo, ¿no?
Que el amor de Cristo nos sea revelado, y que conozcamos toda la dimensión, lo ancho, lo profundo, lo largo, porque este amor es mucho más de lo que nosotros hemos dimensionado hasta hoy, pero este amor va a desatar sobre nuestras vidas un conocimiento de quién es el Señor, de tal manera que el mundo va a llegar a arrepentirse y a reconocer a Jesucristo por ver el amor de la Iglesia.
Padre te agradecemos, te honramos, y a ti te damos Señor, toda la gloria por la obra que el Espíritu Santo hizo y sigue haciendo en nuestras vidas.
Señor, Tú eres un Dios de perfección, de eso no cabe ninguna duda, y en esa perfección Tú nos llevas cada vez más, a que Cristo sea formado, eso es sinónimo de decir, que nos estás llevando en un camino de perfección. Veremos esa perfección completa cuando estemos cara a cara en el cielo, pero Señor, eso significa que en esta Tierra hay mucho más por conocer, por discernir, por descubrir de quién eres y de lo que Tú tienes, y de lo que nos has dado.
Lo Primero que queremos hacer es agradecerte por toda la provisión que nos has dado, y en especial por la provisión de tu amor.
Señor, los antiguos, los israelitas tenían la ley pero no tenían esta provisión de amor, estaban desde el interior, desde lo íntimo, incapacitados de amarte y de amar a los demás como Tú lo pedías. Pero a nosotros, junto con Cristo, nos diste todo tu amor, derramaste tu amor sobre nuestras vidas y lo pusiste en nuestros corazones, de tal manera, que nosotros podamos amar exactamente como Tú amas, no tiene por qué haber diferencias entre tu amor y ese amor a través de nosotros hacia cualquier persona, debiera ser la misma manifestación de amor.
Señor, hoy hemos entendido por la Palabra y por el Espíritu, que amar también significa entregarnos. Señor, no queremos cantarte que nos rendimos a ti, que nos entregamos, cuando en realidad vivimos una vida sin entrega, en realidad preferiríamos hablar menos o decir menos, pero que el conocerte más traiga como un resultado naturalmente espiritual, que nos rindamos y nos entreguemos a ti y al cuerpo de Cristo cada día más.
Señor, como Iglesia, haznos vibrar en ese amor que has derramado en nuestros corazones. Señor, que ese amor nos sacuda por completo para entender qué clase de amor es el tuyo, que no tiene nada que ver con el amor humano, que no se puede comparar a lo que alguna vez nosotros dijimos que era el amor. Por eso bien dice la Palabra, que el que no te ha conocido no conoce el amor, porque solamente conocimos el amor cuando supimos que Cristo había entregado su vida, ésa fue la muestra más grande que nosotros tuvimos de tu amor, y conocimos el verdadero amor, cuando entregamos nuestra vida a ti y empezamos a experimentar tu perdón, la salvación y una vida nueva que nos habías dado.
Por eso, Señor, en esa plenitud, en esa dimensión del amor queremos andar día tras día, y queremos unirnos a la oración de Pablo y decirte, Señor, fortalece nuestro hombre interior por el poder de tu Espíritu con todas las riquezas que están en tu gloria, y que Tú no eres egoísta para retenerlas, sino que quieres derramarlas sobre nosotros, fortalece el hombre interior en cada uno de nosotros, de tal manera que estemos arraigados fuertemente, que estemos cimentados, bien plantados en tu amor, y que comencemos cada día más, a conocer toda la dimensión, la profundidad, la anchura de ese amor, del amor de Cristo que nos ha cautivado un día, y que como resultado de ese amor, nosotros veamos que nuestra vida va a otra dimensión.
Señor, muchas veces nos hemos visto desafiados en muchas cuestiones de fe, y muchas veces hasta te hemos preguntado en lo personal, en lo privado ¿por qué Señor si te estoy creyendo en esto, pareciera que esto no funciona? Pero Señor, enséñanos a vivir, a experimentar, que el amor es el canal, es el medio por el cual la fe de Cristo en nosotros se activa y comienza a producir en la Tierra los resultados que ya están hechos en el cielo.
Señor, empiézanos a mostrar que cuando de verdad nos movemos en tu amor, entonces Tú mueves todas las cosas en el cielo y en la Tierra, para actuar sobrenaturalmente, y para ver que aquello que creímos y que hemos confesado con nuestra boca, y que hemos declarado una y muchas veces, ahora se hace realidad en medio nuestro, no es por falta de fe, más bien es porque el amor se empieza a perfeccionar, entonces ahora podemos ver el resultado de esa fe en nosotros.
Señor, queremos conocer la profundidad de ese amor, y en medio de ese amor rendirnos y entregarnos a ti, y vivir como Tú quieres que vivamos en esta Tierra.
Señor, que el testimonio de nuestro amor, del amor entre nosotros, sea tan fuerte y tan poderoso, que la gente sin necesidad de vernos que llegamos con una Biblia a un lugar dos veces a la semana, puedan reconocer que Tú eres Dios, puedan reconocer que te seguimos a ti, que te amamos a ti y que por eso, ellos quieran conocerte también.
Señor, si esto es así veremos un derramamiento de tu Espíritu trayendo convicción de pecado, trayendo verdadero arrepentimiento sobre las personas y veremos a nuestra comunidad, a nuestra ciudad, a nuestra región y a nuestra nación rendida, completa y absolutamente a ti.
Señor, aviva el fuego de tu amor en tu Iglesia, de tal manera que el amor a ti y el amor entre nosotros sea siempre la señal que marque la pauta de que verdaderamente somos Iglesia.
Gracias Señor por tu Palabra, gracias Señor por tu Espíritu, lo atesoramos Señor. Queremos vivirlo, queremos experimentarlo al ciento por ciento, porque sabemos que detrás de la realidad que tu Palabra nos dice, hay una experiencia que nos va hacer ratificar que todo lo que Tú dices es verdad y lo has preparado para que lo vivamos sobre la Tierra; esto no es solamente para saberlo y conocerlo, es para que de verdad lo vivamos.
Y esa es la Iglesia que declaramos, una Iglesia que te ama por encima de todas las cosas, y una Iglesia que se ama entre sí, unos a otros con ese verdadero amor que Tú has derramado y que por ende, este mundo es sacudido por el reflejo de tu amor.
Gracias, Señor, en el Nombre de Jesús lo declaramos y te bendecimos, te damos a ti siempre toda la gloria y la honra, en el Nombre de Jesús. Amén y amén.
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