en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Un saludo afectuoso. Es un gusto, es un privilegio volver a comunicarnos porque el privilegio es, sobre todas las cosas, que podemos escuchar la Palabra de Dios volcando para cada una de nuestras vidas un poco más de toda la riqueza que Dios tiene; así que, es un gusto y un privilegio compartir con ustedes este tiempo.
Bien, vamos al tema directamente. Desde que somos niños oímos con frecuencia en nuestra casa y por parte de nuestros padres, entre otras palabras, una palabra, y es la palabra obediencia.
Obediencia, y no solamente escuchamos la palabra obediencia, escuchamos frases o conceptos, tienes que obedecer, te corresponde obedecer, nos mandan a hacer una cosa, nos mandan a hacer otra... siempre el tema de la obediencia está presente.
Claro, esto es algo que se repite por generaciones, porque no es solamente en una casa, es en todas las casas y es por generaciones, o sea, esto va pasando de padres a hijos porque la obediencia es una constante en la vida de los seres humanos.
¿Por qué nuestros padres y quizá a veces también los abuelos u otras personas insisten con nosotros en el tema de la obediencia? Porque ellos saben que la obediencia es formativa, la obediencia modera la conducta, la obediencia nos prepara para la vida, la obediencia nos enseña a estar sujetos a la autoridad y, cuando todos de alguna manera salimos de puerta para afuera de la casa, nos encontramos con que tenemos que obedecer, leyes de tránsito y tantas otras cosas, es decir, el tema de la obediencia siempre está presente.
Creo, y apartándome de un poquito del tema, que todos hemos comprobado lo desagradable que resulta ver a un niño o a veces a un adulto, con manifestaciones de desobediencia, la cara le cambia, está enojado, se vuelve caprichoso, es desagradable, produce cierto rechazo, ¿no? ver a un niño, aún a un adulto, siendo desobediente.
Claro, tenemos que concluir también, que la sociedad, el mundo en que vivimos está envuelto en esto de la desobediencia, hoy en día se ha vuelto muy común no cumplir leyes, desacatar a las autoridades, no hacer caso de lo que se nos dice, es decir, casi, casi se ha tomado como común y, lamentablemente esta es la sociedad en la que tenemos que vivir.
Viendo esto del tema de la obediencia y de la desobediencia quiero mencionar algo que es importante tomarlo en cuenta, siempre, siempre en todos los casos, nuestras palabras y nuestras acciones no son inocentes, siempre van a arrojar un resultado, siempre van a dar un fruto. Y tenemos que tomar en cuenta, por eso, voy a leer una frase que resume lo que acabo de decir:
La desobediencia libera el poder de destruir,
de arruinar la vida de una persona
y desviarla del propósito de Dios.
En cambio, la obediencia libera un poder que construye
y es capaz de trascender por generaciones.
Está comprobado que así es, porque tanto la obediencia como la desobediencia van a dar un fruto, producen un resultado. De paso quiero decir, que la rebeldía está muy ligada a la desobediencia y por supuesto no es mi tema hablar de la rebeldía, pero cuando alguien es desobediente hay una ligazón ahí con la rebeldía.
Muy bien, cuando vamos a la Biblia y en el caso del primer libro, Génesis, nos encontramos a Dios hablando de obediencia y desobediencia, Dios crea al hombre varón, primer ser humano en la Tierra y Dios hace algo y dice algo, leo este pasaje de la Palabra de Dios:
“Dios el Señor tomó al hombre
y lo puso en el jardín del Edén
para que lo cultivara y lo cuidara,
y le dio este mandato:
«Puedes comer de todos los árboles del jardín,
pero del árbol del conocimiento del bien y del mal
no deberás comer.
El día que de él comas, ciertamente morirás».”
Génesis 2: 15-17 / NVI
Dios le da a Adán el encargo de trabajar, de administrar todo lo que había creado y en cuanto a la alimentación no tenía problema porque Dios lo dijo, Adán, de todos los árboles, del fruto de todos los árboles que hay en el huerto vas a poder comer, solamente hay un árbol que no puedes comer de él, es el árbol del conocimiento del bien y del mal.
Dios se adjudicaba ese derecho porque Dios es Dios, no puedes comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, pero agrega algo Dios y le dice, porque si comes de él, el día que comas de él ciertamente vas a morir.
Qué tremenda sentencia para la vida de Adán, quiere decir, que si Adán comía, iba a liberar un poder destructivo, la muerte.
Adam comiendo del árbol, desobedeciendo, siendo desobediente a Dios, liberaría el poder de la muerte, esto es tremendo verdad.
Ahora, este morir tiene que ver con dejar de existir físicamente, pero también, tiene que ver con la separación de Dios, de ya no poder acceder a la comunión con Dios, estar en esa comunión permanente con Él. Pero demás, de liberar el poder de la muerte, si Adán comía, iba a liberar otro poder, el poder del pecado.
Nosotros sabemos qué fue lo que pasó, Adán y Eva desobedecieron, comieron del árbol que Dios les dijo que no debían comer y liberaron los dos poderes, el poder de la muerte y el poder del pecado; y eso pasó a toda la raza humana.
Por eso dije que nuestras acciones y nuestras palabras no son inocentes, la raza humana en el día de hoy está sufriendo las consecuencias de aquella primera desobediencia de Adán y de Eva.
Ahora bien, vamos a pasar a otro ejemplo de desobediencia, el pueblo de Israel, Dios lo había escogido como un pueblo propio pero Israel estuvo esclavizado en Egipto, sale de Egipto anda por el desierto porque Dios les había prometido una tierra, la tierra de Canaán, una tierra donde había abundancia, se habla de leche y de miel. Dentro de este panorama hay un reconocimiento de la tierra, van personas a reconocer la tierra, la opinión de estas personas se divide en dos; unas personas reconocen la tierra y dicen, la tierra es buena, la abundancia de la que Dios habló sí existe, hemos traído aquí un gigantesco racimo de uvas, la tierra es tan fértil que produce estas uvas tan grandes. Ese fue el primer informe, informe positivo de acuerdo a lo que Dios había hablado.
Pero el otro informe fue negativo, la tierra no es buena, en el sentido de que allí hay gigantes, gente que mete miedo, gente con la que no vamos a poder porque hasta dijeron es como una tierra que traga a sus habitantes, se acobardaron, tuvieron miedo y transmitieron ese miedo, ¿qué pasó con el pueblo de Israel? creyó en el segundo informe. ¿Qué había dicho Dios? la tierra es buena, Yo les doy la tierra, es una tierra de abundancia, pero el pueblo creyó a la mentira y entonces vinieron las consecuencias.
Voy a leer un pasaje de la Palabra de Dios muy gráfico para ver cómo sigue la historia dice así:
“Ahora bien, ¿quiénes fueron los que oyeron y se rebelaron?
¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés?
¿Y con quiénes se enojó Dios durante cuarenta años?
¿No fue acaso con los que pecaron,
los cuales cayeron muertos en el desierto?
¿Y a quiénes juró Dios que jamás entrarían en su reposo,
sino a los que desobedecieron?
Como podemos ver,
no pudieron entrar por causa de su incredulidad.”
Hebreos 3: 16-19 / NVI
Dios había hablado, la tierra es buena, ellos creyeron a la mentira y Dios dijo, oyeron pero se rebelaron, oyeron pero fueron desobedientes a lo que Yo dije. Entonces, ¿qué es lo que hace Dios? Durante cuarenta años, una generación, fueron muriendo padres, gente mayor de veinte años, es decir, de veinte años para arriba, Dios determinó que por cuarenta años fueran muriendo, no heredarían la tierra, los niños, los que quedaban, ellos sí podían entrar a la tierra y heredarla.
Ahora, cuando vemos esto, vemos la definición de este pasaje que dice: como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad. Asociación destructiva, incredulidad y obediencia, una generación murió por incrédula.
Pregunto, ¿qué liberaron esos padres que fueron muriendo en el desierto a sus hijos? Un mal ejemplo, eso fue lo que liberaron en sus hijos, desacreditar a Dios y poner en duda lo que Él había dicho.
Así que, nos damos cuenta de lo grave que fue para esa generación desobedecer a Dios por incredulidad, asociación destructiva, la incredulidad nos va a llevar a la desobediencia.
Vamos a otro ejemplo, también registrado en el Antiguo Testamento. Dios había decidido destruir las ciudades de Sodoma y de Gomorra por su excesivo pecado, por su excesiva corrupción, porque estaban totalmente perdidos en su maldad y en ese pecado, y Dios decide exterminar a ambas ciudades.
Y para hacer un poquito más claro y más amplio el panorama de por qué cae el juicio de Dios de esta manera necesito leer un pasaje muy gráfico, leo la Palabra de Dios:
“Tu hermana Sodoma y sus aldeas pecaron de soberbia,
gula, apatía, e indiferencia hacia el pobre y el indigente.
Se creían superiores a otras,
y en mi presencia se entregaron a prácticas repugnantes.
Por eso, tal como lo has visto, las he destruido.”
Ezequiel 16: 49-50 / NVI
Quiero hacer una aclaración, el versículo 49 comienza diciendo tu hermana Sodoma.
¿Por qué Dios dice esto? Porque el capítulo 16 y el versículo 1 Dios le habla Jerusalén, comienza por Jerusalén señalándole los males de Jerusalén. Pero luego cataloga a todas las siguientes ciudades de hermanas de Jerusalén, por eso, le dice a Sodoma, tu hermana Sodoma es como si le estuviera hablando a Jerusalén, y relata aquí porqué Dios va a establecer juicio contra Sodoma; y le dice; porque pecaste de soberbia... Orgullo, vanidad, pararse sobre sí mismo jerarquizándose.
Pero también, pecaste de gula, la gula es exceso en comer y beber, ellos eran muy adictos, muy adictos a todas las fiestas, pero además no ayudaban al pobre, fueron apáticos, fueron indiferentes con la gente que necesitaba ayuda; pero hay algo que es muy grave y terrible, se creían superiores a otras ciudades y en mi presencia se entregaron a prácticas repugnantes y por eso las he destruido.
Cuando uno investiga un poquito de qué se tratan estas prácticas repugnantes, entre otros, el pecado era la homosexualidad, es más, la palabra Sodoma, cuando uno va al diccionario de la lengua española se encuentra con un derivado de la palabra Sodoma y es sodomía, y sodomía está definida como la práctica de la homosexualidad. Así que, Sodoma era figura, era representación de la homosexualidad, esto ustedes lo pueden ver en cualquier diccionario de la lengua española.
Por eso, Dios decidió destruir a las ciudades de Sodoma y Gomorra porque ya no tenían retorno, ya no tenían capacidad de arrepentimiento.
Ahora bien, un hombre llamado Lot, que era sobrino de Abraham, vivía en Sodoma, Lot era rico, era un hombre próspero, tenía vacas, tenía ovejas, tenía sirvientes, y él vivía muy bien conjuntamente con su familia, además Sodoma era una tierra fértil, cuando se sembraba se cosechaba en abundancia.
Dios envía ángeles para avisarle a Lot de la destrucción de Sodoma y Gomorra y vamos a ver en un pasaje de la Palabra de Dios claramente cuál es el mensaje a través de estos ángeles:
“Cuando ya los habían sacado de la ciudad,
(a Lot y a su familia)
uno de los ángeles le dijo:
—¡Escápate! No mires hacia atrás,
ni te detengas en ninguna parte del valle.
Huye hacia las montañas,
no sea que perezcas.”
Génesis 19:17 / NVI
La instrucción del ángel de parte de Dios para Lot y su familia era muy clara:
No mires hacia atrás.
No te detengas en ninguna parte.
Huye hacia las montañas.
A ver, ¿qué era lo que les correspondía hacer a Lot ya su familia? Obedecer las instrucciones, ¿por qué? porque el castigo sobre Sodoma y Gomorra estaba a la puerta, era urgente que se fuera.
Ahora bien, sigamos el proceso de lo que pasa con Lot y su familia una vez que los ángeles le dicen esto y le da de estas instrucciones. Leo la Palabra de Dios:
“Lot llegó a Zoar cuando estaba amaneciendo.
Entonces el Señor hizo que cayera del cielo
una lluvia de fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra.
Así destruyó a esas ciudades y a todos sus habitantes,
junto con toda la llanura y la vegetación del suelo.
Pero la esposa de Lot miró hacia atrás,
y se quedó convertida en estatua de sal.”
Génesis 19: 23 y 26 / NVI
Lot y su familia habían llegado a Zoaar, allí estaban seguros, allí no iban a tener ningún problema, pero qué fue lo que sucedió una vez que llegaron a Zoar, dice la Biblia muy puntualmente, la mujer de Lot miro hacia atrás.
¿Qué miró hacia atrás? Su querida Sodoma consumida por el fuego y el azufre, su querida Sodoma donde tenía bienes, posesiones, buen pasar, ¡qué terrible habrá sido para el corazón de esta mujer ver a Sodoma y Gomorra destruidas pero por lo que había dejado!
Ahora bien, Dios les había dicho no miren hacia atrás, ¿cuál fue el resultado de ese mirar hacia atrás de la mujer de Lot? Quedó convertida en una estatua de sal.
La estatua de sal es un mensaje, la estatua de sal nos dice que hay amores equivocados, y la mujer de Lot tenía un amor equivocado porque añoraba algo que Dios había destruido... amores equivocados.
Pero además, cuando vemos una estatua, es algo para observar pero no tiene vida, nos puede gustar o no, pero no hay vida, puede haber un recuerdo, pero no hay vida.
La estatua, para mí es que, allí murió un propósito de vida.
La mujer de Lot no tenía por qué morir, Dios había previsto el medio para salvarla pero ella decidió por amores equivocados acabar con el propósito de Dios para su vida. Qué terrible cuando apreciamos y vemos este tipo de cosas, para tomar ejemplo de aquellas cosas, que cuando no le agrada a Dios nosotros no tenemos ni que quererlas ni que añorarlas.
Ahora voy a contar un ejemplo personal, es decir, algo que me pasó a mí relacionado con esto de la obediencia y de la desobediencia.
Hace años, estando todavía con mi esposa Estela en la función pastoral, terminó una reunión y como siempre sucede uno saluda a los hermanos, los hermanos nos comentan alguna cosa, piden algún consejo, viene un hermano a saludarme muy contento, a saludarme, estaba feliz, este hermano estaba casado, tenía los hijos y me dice, Daniel estoy muy contento, ah sí, ¿por qué? Dice, bueno tú sabes que mi mamá tiene un negocio, le digo sí lo sé y hace años que tiene el negocio, sí efectivamente, pero sucede que el negocio le está yendo muy bien, está prosperando mucho y necesita ayuda y entonces quiere que yo le ayude, tú sabes dice, que yo trabajo en una empresa, estoy ocho, nueve horas trabajando en la empresa, pero esto me permitiría a mí trabajar con mi mamá, tener más libertad, prosperar económicamente, ah Ok y entonces, ¿qué es lo que tu mamá te propuso? bueno, asociarme con ella, entonces, le pregunto a manera de reflexión, ¿pero tu mamá es hija de Dios, se entregó a Cristo? me dice, no. ¿Y tú sabes lo que dice la Palabra al respecto? Allí en 2 Corintios capítulo 6 dice: No se unan en yugo desigual con los incrédulos o con los infieles porque qué comunión tiene la luz con las tinieblas o la justicia con la injusticia. Tú eres hijo de Dios, tu mamá está en las tinieblas.
No, pero Daniel, sabes qué bueno y quizá sea una manera que mi mamá... Mira, obviamente yo te estoy mencionando un principio de la Palabra de Dios para que lo tomes en cuenta, yo soy un pastor, te tengo que decir lo que dice la Palabra de Dios, pero tú toma la decisión, y me dice, pero es mi mamá... como si quisiera decir, bueno, Dios va hacer una excepción porque en mi mamá. Le dije, hermano creo que no estás entendiendo, Dios no va a violentar sus propios principios por conveniencia nuestra o porque sea un pariente nuestro con quien nos asociamos, yo te menciono la Palabra... pero Daniel, es mi mamá, le dije está bien, estoy de acuerdo, yo no te estoy prohibiendo nada, simplemente te estoy diciendo lo que dice la Palabra de Dios.
¿Sabe qué hizo? Se dio media vuelta enojado y se fue, ya no me saludó. Y bueno, a partir de ahí cuando llegaba a la reunión me saludaba casi de lejos, si me saludaba, pero como a los no sé cuatro meses, entre cuatro y seis meses vino a verme, a saludarme, y me dijo, Daniel tenía razón, ¿de qué, por qué tenía razón, en qué? ¿Te acuerdas cuando hablé contigo de lo de mi mamá? Sí. Tenías razón, la sociedad no funcionó, es más hasta hubo una ruptura de la relación madre e hijo. Le dije bueno, lamentablemente sucede que cuando violamos un principio de la Palabra las cosas no nos van a ir bien por más que nosotros intentemos que nos vaya bien.
Le dije mira, te voy a decir más, aún estando en una sociedad de yugo desigual podrías haber prosperado económicamente porque sucede, pero esa era una prosperidad no encuadrada dentro de la voluntad de Dios, porque no estabas obedeciendo, estabas en desobediencia, violentando un principio.
Este tipo de relaciones de sociedades, las uniones, sea este tipo de sociedad de negocios, matrimonial, nunca van a ser del propósito de Dios.
Ahora bien, habiendo contado esta experiencia personal voy a pasar a un ejemplo positivo, y me voy a referir a un hombre llamado Noé.
Muchos siglos atrás en la historia, Noé tenía su familia, pero pasó algo, la sociedad en la que vivía Noé era una sociedad pecadora, la gente pervertida, corrupta, malvada, mentirosa, se dedicaba a pasarla bien y nada más, y ese pecado hizo que Dios decidiera destruir también por agua, por un diluvio, a toda esa sociedad en la generación de Noé y de su familia.
Creo que conocemos la historia, Dios toma Noé, que era un varón perfecto, justo, dice, justo en todos sus caminos porque Dios se agradaba de la conducta de Noé.
Entonces hay algo que quiero leer muy importante, luego que sucede lo del diluvio, cuarenta días de agua, toda esa población es destruida, y Noé conjuntamente con su familia y una especie de animalitos, reptiles y aves fueron salvados para continuar con la especie, continúan agradando a Dios.
Pero voy a mencionar algo que es muy destacable, hay un versículo que dice:
“Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían,
con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia.
Por esa fe condenó al mundo
y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe.”
Hebreos 11: 7 / NVI
Ya sabemos lo de la construcción del arca, ya sabemos la destrucción por el diluvio, ya sabemos todo lo que pasó, pero acá hay algo importantísimo, dos cosas importantes. Una, cómo construyó el arca Noé, con temor reverente, ¿qué significa esto? Un respeto superlativo, relevante a Dios y una honra como nada a su nombre, temor reverente.
Yo me imagino a Noé construyendo el arca diciendo, Dios va a destruir a esta generación, me duele construir este arca pero tiene que suceder. Pero hay algo más, dice que, por esa fe condenó al mundo. La fe y la obediencia están ligadas, así como la incredulidad está ligada a la desobediencia, la fe y la obediencia están ligadas, dice la Palabra, que por esa fe castigó al mundo. ¿Qué es lo que estaba demostrando Noé con la fe y la obediencia? El mensaje era, Dios está actuando con justicia castigando la maldad y el pecado pero, ¿por qué dice condenó al mundo? Porque cada clavo que él clavaba era como un repique en la mente de aquellos que no querían creer, por esa fe condenó al mundo sin decir una palabra.
Pero además dice, fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. ¿Qué líberó la obediencia de Noé? La justicia que viene por la fe, ¿y qué significa esto? Que Noé tuvo el anticipo de lo que nosotros hoy conocemos como la justificación por fe que todos nosotros recibimos por haber creído en Jesucristo como nuestro salvador y Señor, Noé tuvo el anticipo de ser justificado por la fe, ¡maravilloso! Qué premio, qué liberación maravillosa.
Ahora bien, vamos rumbo al final, vamos a ir ahora al evangelio según San Mateo.
Jesús está terminando su tiempo en este mundo, está a punto de ascender a los cielos luego de un periodo de más de tres años de haber estado con sus discípulos, de haber muerto, de haber resucitado, de haber hecho toda la obra que sabemos que Él hizo, ahora convoca a sus discípulos a una reunión cumbre donde en el Monte de Galilea, allí Jesús les va a dar las últimas instrucciones antes de ascender al cielo y dice así la Palabra de Dios:
“Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo:
—Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.
Y les aseguro que estaré con ustedes siempre,
hasta el fin del mundo.”
Mateo 28: 18-20 / NVI
Todos conocemos perfectamente bien esta orden de Jesús que se extiende hasta la Iglesia del Siglo XXI, hasta hoy en día nosotros tenemos la misión que Jesús dejó en aquella montaña de Galilea a sus primeros discípulos, vayan, prediquen el evangelio, hagan discípulos de todas las naciones, bautícenlos en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Pero hay algo que me llamó la atención y quiero resaltar, Él les dijo a esos discípulos, enséñeles a obedecer.
Ah, así que, todo aquel que se entrega a Cristo convirtiéndose en discípulo suyo, otro que ya es discípulo tiene que tomarlo para enseñarle a obedecer, esto es profundo, esto es relevante, ¿a obedecer qué? Jesús se los dijo, enseñarles todo lo que yo les he mandado a ustedes.
Y esto es tan relevante que quiero decir algunas cosas que tienen que ver con a aquellos que ya somos discípulos del Señor desde hace muchos años, aquellos que se están agregando y aquellos que vendrán.
Cuando una persona viene a Cristo, antes de conocer a Cristo viene de voluntades equivocadas, obediencias equivocadas, caminos torcidos, con un corazón que no ama a Dios, pero cuando se arrepiente y cree, es hecho hijo de Dios, discípulo de Jesucristo a partir del instante en que cree. Entonces, a partir de ese momento, a ese discípulo hay que enseñarle a obedecer, a obedecer todo lo que está en la Palabra, los principios de la Palabra.
Hay que enseñarle a ese discípulo que ahora hay una transferencia de lealtades, antes su voluntad estaba dada y entregada a otras personas y a otras cosas, ahora su voluntad, su obediencia, están entregadas Jesucristo, ¿por qué? porque él entregó su vida a Cristo. Esto hay que enseñárselo a los nuevos discípulos que se agregan a la Iglesia de Jesucristo.
Esa persona tiene que saber que ha renunciado a su estilo de vida, no puede continuar añorando las cosas del pasado tiene que haber renunciado a las cosas del pasado porque ahora tiene una nueva naturaleza acorde a los mandatos de Jesús, calificado para obedecer lo que la Palabra le está pidiendo.
Pero hay más, quién le va a enseñar a obedecer tiene que haber obedecido antes, es decir, el discípulo que va a enseñar a obedecer a otro discípulo, tiene que haber obedecido y tiene que estar obedeciendo, es decir, debe ser un ejemplo, no puede solamente trasladar versículos bíblicos o pasajes de la Palabra, su vida de obediencia va a ser una experiencia formativa para el nuevo discípulo de Jesucristo.
Esto es algo que como Iglesia de Jesucristo es un privilegio y tenemos que meditar, porque si no lo estamos haciendo es hora de que empecemos a descubrir el secreto que tiene esto de enseñar a obedecer todo lo que el Señor ha mandado.
Cuando estaba viendo esto llegué a una deducción, cuando un discípulo le enseña a obedecer a otro discípulo, este otro discípulo en algún momento va a enseñar a obedecer a otro discípulo y este otro a otro y así por generaciones vamos a tener generaciones de discípulos obedientes al Señor y a su Palabra.
Quiere decir entonces, que generación tras generación habrá personas que obedecen al Señor.
Pensé en una dicotomía un cuerpo físico y una cabeza, todos nosotros tenemos cabeza y cuerpo; la cabeza da una orden, ¿qué pasa con el cuerpo? El cuerpo siempre va a estar en armonía con la orden de la cabeza, siempre va a obedecer la orden de la cabeza, por eso, en la Iglesia de Jesucristo tiene que ser normal, natural, obedecer a la cabeza. Esto tiene un sentido armónico, por eso hablamos de cuerpo.
El cuerpo tiene miembros y todos los miembros se sujetan a la orden y a la obediencia a esa cabeza.
Los hijos de Dios sabemos que, y siempre lo decimos, gracias al Señor, gracias al Señor, Él me salvó, gracias al Señor mi vida cambió, gracias al Señor... y la palabra Señor la decimos muchas veces durante el día, en la congregación cantamos, le cantamos al Señor y la palabra Señor está presente.
En el mundo que vivimos la Palabra señor tiene una connotación de respeto hacia una persona, generalmente es una persona quizás mayor, y saludamos a alguien que no conocemos y decimos mucho gusto señor, me da gusto conocerlo, y eso está bien, es ética, es educación. Pero cuando los hijos de Dios hablamos de Señor, la cosa cambia, ¿por qué? Porque la Palabra Señor en hebreo adon, en griego kyrios, significa lo siguiente: Señor, dueño absoluto, el que gobierna, quien tiene la autoridad, el que tiene la posesión del poder. Entonces, si kyrios es el Señor, es nuestro amo, es el que gobierna nuestra vida, la vida de la Iglesia, es quien tiene la posición, la posesión, y de hecho fuimos comprados, no nos pertenecemos, así que este kyrios la Iglesia tiene que tomarlo en cuenta.
Quiero resumir en una frase esto que estoy diciendo:
La obediencia de la Iglesia al Señor
siempre le dará un ejemplo al mundo
de lo que es verdadera obediencia.
Ahora bien, la Iglesia reconoce el señorío del Señor y eso es normal como hablábamos recién, tiene importancia, pero hay un factor entre otros factores que pone en marcha, que activa, que libera esta obediencia con reconocimiento al Señor como Señor.
Y voy a leer dos pasajes del mismo evangelio, un versículo dice así:
“»Si ustedes me aman,
obedecerán mis mandamientos.”
Juan 14:15 / NVI
Jesús le está hablando a sus discípulos y les dice:Si ustedes me aman van a obedecer mis mandamientos. Esto es como dos más dos, cuatro; si ustedes me aman, es normal, es natural que el resultado lógico sea que me obedezcan, no puede haber diferencia entre el amor y la obediencia, si ustedes me aman me van a obedecer.
Pero siguió Jesús hablando, y dice así:
“¿Quién es el que me ama?
El que hace suyos mis mandamientos y los obedece.
Y al que me ama, mi Padre lo amará,
y yo también lo amaré y me manifestaré a él».”
Juan 14: 21 / NVI
Jesús comienza con una pregunta, ¿quién es el que me ama? Para hacer pensar, pero enseguida es como que Él responde a la reflexión y dice, el que hace suyos mis mandamientos. Esto no es alguien que los ve escritos y los cumple, esto es el que encarnó el mandamiento, el que encarnó mi Palabra, el que la tiene adentro para saber mi propósito y mi voluntad, el que hace suyo mis mandamientos eso es una demostración para mí, de quien me ama y luego dice: Al que me ama mi padre lo amará y yo también lo amaré y me manifestaré a él.
Qué quiero decir para ir terminando este tiempo que pasé con ustedes, un factor vital para obedecer, un ingrediente infaltable para obedecer al Señor, es el amor, porque podemos obedecer por obligación pero esto siempre es incómodo y dura poco tiempo porque no es natural.
Obviamente, que no estamos hablando de un amor de sentimientos, no estamos hablando de esa cosa de emoción que yo siento en un momento y que te entrego mi corazón, no está mal la emoción, pero este amor es una decisión, es algo voluntario.
Cuando nosotros tomamos en cuenta este amor vamos a la Palabra de Dios y vemos que esto del amor es como un hilo que corre por toda la Biblia, allá en Deuteronomio 6, ¿qué le dijo Dios al pueblo de Israel? Me vas a amar con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Esto mismo que Dios le dijo a Israel hace muchísimos siglos atrás, Jesús lo repitió en el Siglo I, Jesús repitió, reafirmó lo mismo, el amor al Señor.
Pablo personificó ese amor porque Pablo dijo, para nada estimó mi vida preciosa, yo he muerto a mí mismo, he muerto a mi vida, mi vida es de Él.
Las cartas de Juan ¿de qué hablan? Del amor.
Repito el amor es un hilo que corre por toda la historia.
Por eso, querida Iglesia, es importante que hoy hagamos una reflexión, todos nosotros sabemos que Dios nos ama, por ese amor envió a Jesús al mundo a morir e hizo toda la obra, y un día por ese amor nos llevará a estar con Él en el cielo, pero ahora estamos en la Tierra.
Iglesia, ¿qué vamos a hacer con la obediencia y con el amor? Hemos visto muchos ejemplos negativos pero también ejemplos positivos, el mundo está esperando ver a una Iglesia obediente para tomar el modelo correcto de lo que es obediencia, por eso, es importante que el día de hoy tomemos conciencia del privilegio que tenemos de estar calificados para amar a Dios, porque Él es nuestro Padre, y para obedecerlo porque sus mandamientos no son gravosos, y al recuperar el camino de la obediencia a través del amor comenzar a madurar y crecer en el conocimiento íntimo de nuestro Señor.
Todo esto que estamos reflexionando hoy y que estuvo en mi corazón durante todo este tiempo, me hace decir algo:
La medida del amor que le tengamos al Señor será la medida de la obediencia.
Yo quiero orar para sellar esta palabra y que meditemos a partir de hoy para que todos los cambios que se deban dar en nuestra vida se hagan para honrar al Señor, para manifestarle el amor y la obediencia de corazón con convencimiento, haciéndole saber al mundo que solamente Él es exclusivo para nosotros porque le amamos.
Oramos al Señor:
Padre tantas gracias te damos en este día por haber compartido tu Palabra. Cuánta riqueza inagotable hay en tu Palabra, cuántas cosas vemos, descubrimos o redescubrimos, pero nos damos cuenta que todo va enfocado a tener una comunión contigo, una comunión de amor, un convencimiento profundo, una fe firme y profunda en todo aquello que Tú has hablado.
Señor, pedimos perdón como Iglesia de Jesucristo por mantener durante mucho tiempo intereses egoístas, viéndonos a nosotros mismos y lo que necesitábamos, pero estamos viendo Señor, que Tú un día nos diste a Cristo y con Él nos diste todas las cosas, lo tenemos todo en ti, estamos completos en ti.
Por eso, Señor queremos a partir de hoy decirte, ese amor descrito en tu Palabra, ese amor que te hace exclusivo, ese amor que ha determinado por voluntad amar y ponerte primero siempre, es el amor que te manifiesto.
Esa obediencia perfecta que viene por convicción y por fe, la manifiesto.
Señor quiero que el mundo, el entorno que me rodea, vea en mí un hombre, una mujer, un muchacho, una chica, un niño, convencido de quién eres Tú para mi vida.
Te bendecimos, Señor y levanto a la Iglesia de Jesucristo en el mundo para que seamos un testimonio de lo que Tú eres, Señor de la Iglesia, que sigues salvando, que sigues redimiendo, que sigues rescatando, pero también, eres Señor, el que gobierna, el amo absoluto, el que domina todo, ante quien un día toda rodilla se doblará y toda lengua confesara que Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre.
En su nombre oramos agradecidos. Amén Señor, amén.
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