Fundamento de la verdad
Hernán Cipolla
06 de August de 2017
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Cada día es una nueva oportunidad, no solamente cuando nos reunimos como Iglesia, sino cada vez que abrimos los ojos cada mañana, saber que vivimos para el Rey de reyes y Señor de señores, para aquél que dio su vida por nosotros, para aquél que nos dio un propósito de vida, para aquél que nos rescató para darnos un sentido, una dirección, y podemos ser agradecidos con el Él porque todo se lo debemos, porque nada es nuestro, porque todo pertenece a Él.

Este día vamos a compartir la Palabra, pero este mensaje no pretende ser una enseñanza profunda, sino más bien, un mensaje reflexivo para nosotros como Iglesia.
Y ¿por qué digo esto? Voy a empezar diciendo que para ninguno es ninguna sorpresa, ninguna novedad, que los tiempos que estamos viviendo son tiempos muy difíciles y tiempos peligrosos, para... tal vez lo que sí pudiera ser una sorpresa para nosotros, es que cuando vamos a la Palabra, a veces leemos cosas que pareciera que estuviera describiendo exactamente el momento que estamos viviendo, lo cual significa que aunque nosotros pensemos que las cosas que están ocurriendo actualmente, ocurren porque estamos en el Siglo XXI, tengo la impresión de que son las mismas cosas que han venido ocurriendo a través de los siglos, porque hay una razón fundamental para eso y es el problema del ser humano, el corazón humano. Tal vez la manifestación, la expresión del problema del corazón sea diferente y pudo haber cambiado con el paso de los tiempos, pero la esencia del problema sigue siendo la misma, y lo más triste tal vez, es darnos cuenta que en el tiempo que vivimos, el pecado cada vez parece más bueno y la fe cada vez se pierde más, ése es el mayor de los problemas.
Por eso este mensaje reflexivo. ¿Por qué? Porque en muchas ocasiones el panorama que rodea parece ser desesperante, que no nos brinda ninguna esperanza, que no hay posibilidad ni siquiera para la Iglesia. Y yo quiero que hoy, por el Espíritu Santo, quitemos esto de nuestra mente y que por la Palabra descubramos el poder, la autoridad y el lugar, el papel que el Señor le ha dado a la Iglesia.
Es reflexivo, para darnos cuenta lo que somos y tenemos en Cristo Jesús, que no importa el momento particular que vivamos, no importa la situación, no importa lo que nos rodee, el Señor dejó establecido algo para nosotros y en nosotros, que necesitamos vivirlo y debemos vivirlo en el Nombre del Señor.

Voy a empezar con un versículo muy breve y que seguramente ustedes recordarán, no le voy a pedir que lo busquen, es el Salmo 89, versículo 14, yo lo voy a leer en la Reina Valera Actualizada, y dice de esta manera:

“La justicia y el derecho son
el fundamento de tu trono;
la misericordia y la verdad
van delante de tu rostro.”

Salmo 89:14 / RVA 2015

Lo vuelvo a leer, la justicia y el derecho son el fundamento de tu trono; la misericordia y la verdad van delante de tu rostro.
Debemos recordar que el Señor es Rey, y como Rey, Él reina siempre, siempre ha reinado y siempre lo hará, nada ni nadie le puede quitar ese lugar, ese privilegio y esa autoridad.
Ahora bien, yo voy a destacar o rescatar, sobre todo dos palabras de las que menciona el versículo.

La primera de ellas, es la palabra justicia, ¿por qué? Porque según lo que dice el versículo, para que el Reino de este Rey se haga manifiesto, siempre tiene que mostrarse la justicia de Dios, porque uno de los fundamentos del trono de este Rey, llamado Jesucristo, es la justicia.
Ahora, esa justicia, ¿en dónde se tiene que ver? Para nuestra manera de pensar, posiblemente se tendría que ver en la gran injusticia de nuestra sociedad, en la gran injusticia de las naciones, vemos en la televisión, escuchamos las noticias, y muchas veces quisiéramos hacer justicia por mano propia porque hay cosas que realmente nos enervan, nos desesperan, y quisiéramos nosotros que algo ocurriera, pero lamentablemente muchas veces, eso que nosotros llamamos justicia, tiene un tinte de venganza, tiene un tinte de bronca, de enojo personal.
¿Cómo se muestra la justicia divina? La justicia divina siempre se tiene que mostrar en la vida de los seres humanos. A diferencia de la clase de justicia que se ejecuta en este mundo que depende de las leyes establecidas en cada nación, depende de las personas que regulan y manejan esas leyes, y que supuestamente las interpretan para aplicarlas, a diferencia de todo eso, la justicia divina se tiene que ver en la vida del ser humano.
Cuando Dios establece justicia lo hace en la vida de todo aquel que lo busca de todo corazón y que lo reconoce como Rey.

Pero, por otra parte, dice el versículo que uno de los atributos que van delante del Señor, delante de su rostro, es la verdad.
Quiere decir, que para que este Rey se presente, lo tiene que anteceder la verdad. Si no hay verdad el Rey no se puede presentar. En un ambiente de mentira, en un ambiente de engaño, en un ambiente de soborno, en un ambiente perturbado por el pecado, el Rey no se puede presentar porque a este Rey lo antecede la verdad.
Habiendo dicho esto, y poniendo esto como fundamento, yo quiero que ahora sí me acompañen al libro, a la carta mejor dicho, de Romanos capítulo 1, y vamos a leer desde el versículo 16, yo voy a leer en la Nueva Versión Internacional, dice:

“A la verdad, no me avergüenzo del evangelio
 pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen:
de los judíos primeramente, pero también de los gentiles.
De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios,
la cual es por fe de principio a fin,
tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe».”

Romanos 1: 16-17 / NVI

Me detengo, pero no cierre su Biblia porque vamos a continuar leyendo en este mismo capítulo.
Lo primero que necesitamos dejar asentado en nuestra reflexión del día de hoy, es que el evangelio de Dios es un poder sobrenatural venido del cielo con la capacidad de transformar absoluta y completamente la vida del ser humano.
El evangelio puede cambiar lo que para nosotros es incambiable, el evangelio puede dar vuelta cualquier cosa, cualquier corazón, cualquier mentalidad, cualquier pensamiento que para nosotros está arraigado y pareciera no moverse de donde está, porque el evangelio es poder, el evangelio no es una historia, el evangelio no es un relato, el evangelio no es contar la muerte de Jesús en la cruz del Calvario. El evangelio es Cristo mismo derramándose para salvar a la humanidad. Y este poder sobrenatural de Dios puede cambiar la vida de cualquier persona sin excepción, y cuando decimos cualquier persona, es cualquier persona.

Ahora bien, ¿qué dice aquí? Que el evangelio es poder de Dios para la salvación de todos los que creen. ¿Dónde este poder ejerce toda su plenitud y toda su dimensión? En la vida de aquellos que creen. No que simplemente creen por un entendimiento intelectual de creer, sino aquellos que tienen una fe cierta y segura, que Cristo es el único Rey del universo y el único que puede gobernar su propia vida. Para los que creen de esta manera, el evangelio los cambia y los transforma por completo.
Mira, podríamos poner muchos ejemplos de los más dramáticos, ¿está bien? pero no pongamos esos ejemplos, sino más bien pensemos en situaciones, casi cotidianas, que nos suelen ocurrir.
Hay muchas cosas en nuestra vida que sentimos que son como un lastre que nos van siguiendo, como si tuviéramos una pequeña soga atada a la pierna o al tobillo, y que de esa soga hay una bolsa, y que a dónde nos movemos nos sigue la bolsa y nos sigue la soga. Son asuntos de temperamento, son asuntos de la forma de pensar, son asuntos de la educación, son asuntos de la cultura, no es nada grave aparentemente, no es nada que le haga mucho daño a muchos. Sin embargo, lo que quiero decir es que necesitamos despertar como Iglesia, a que el evangelio es poder transformador para nuestra propia vida, porque si somos de los que creen en Cristo Jesús, no tiene por qué haber ningún lastre en nosotros. En la vida de Cristo no hay lastre, en la vida de Cristo no hay un historial de pecado, en la vida de Cristo solamente hay victoria, en la vida de Cristo hay una resurrección que venció a la muerte y venció al pecado.
Quiere decir que esas cosas que muchas veces están como atadas a nuestras vidas, por más pequeñas que sean pero nos molestan, tienen que ser desechas por el poder del evangelio, porque el evangelio es poder para todos los que creen.

Pero sigue diciendo, el versículo 17, de hecho en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe».
Antes hablábamos de que la justicia es parte del fundamento del trono de nuestro Rey. ¿Cómo se manifiesta la justicia? Cuando la justicia de Dios se ve reflejada en la vida de un ser humano. ¿Cómo  se ve y cómo se ha visto desde que conocimos a Cristo la justicia divina reflejada en nuestra vida? Simple y sencillamente, porque todo lo que nos ataba, todo lo que nos condenaba, todo lo que determinaba que estábamos perdidos y estábamos destinados a la perdición eternamente, fue cancelado a través de Cristo. El Padre determinó y declaró que éramos justos, por eso dice, el justo por la fe vivirá.
Esa fe no es la que solamente un día tuvimos en Cristo Jesús, es la fe la que me hace ver que aunque yo sienta que hay un lastre, ese lastre ya no estará en mi vida nunca más. Esa fe me hace levantarme el día de mañana con una expectativa nueva y diferente, porque sé que todo es nuevo para los que estamos en Cristo Jesús, es nuevo ese día, no fue nuevo hace tantísimos años que me entregué a Cristo y se acabó lo nuevo en ese momento, sigue siendo nuevo para mí hoy, porque la única forma y manera que tengo para vivir es la fe en Cristo Jesús.

A veces siento que debiéramos enojarnos un poquito más, pero con nosotros mismos, ¿en qué sentido? En ser demasiado condescendientes con las cosas que nos permitimos. Somos nosotros los que autorizamos o no que ciertas cosas permanezcan en nuestras vidas.
En Cristo somos nueva criatura, pero cuando las mismas situaciones nos siguen una y otra vez, es que nosotros no hemos aplicado la fe que recibimos del Señor para sentirnos y sabernos justos cada día, que somos nuevas personas y que el poder del evangelio nos ha transformado hoy.
Seguimos permitiendo los mismos asuntos y seguimos acariciando los mismos problemas, no es la falta de poder de Dios, no es la anulación del poder de Dios, no es que Cristo se transformó en ineficiente para nuestra vida, es que nosotros nos hemos acostumbrado a vivir de una manera que no es la que Dios preparó para nuestras vidas.

Ahora, quiero seguir con la lectura a partir del versículo 18, porque esto nos va a dar un panorama en lo que nos rodea, y este panorama viene desde casi el principio de la creación, es decir, desde que Adán y Eva cayeron en pecado; pero dice el versículo 18 de esta manera:

“Ciertamente, la ira de Dios viene revelándose desde el cielo
contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos,
que con su maldad obstruyen la verdad.
Me explico: lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos,
pues él mismo se lo ha revelado.

Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios,
es decir, su eterno poder y su naturaleza divina,
se perciben claramente a través de lo que él creó
de modo que nadie tiene excusa.
A pesar de haber conocido a Dios,
no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias,
sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos,

y se les oscureció su insensato corazón.
Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios
y cambiaron la gloria del Dios inmortal
por imágenes que eran réplicas del hombre mortal,

de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles.”
Romanos 1; 18-23 / NVI

Deténgase aquí por favor. Quiere decir en principio, que así como hay un espacio y un lugar para que se manifieste la justicia de Dios y la verdad de Dios, también hay un espacio para que se manifieste la ira de Dios.
Dice aquí, que la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad.
Es decir, el ser humano no solamente se ha dedicado a pecar y a seguir en su pecado, sino que se ha propuesto ser un impedimento para la verdad de Dios, y siempre está buscando la forma y la manera de poner trabas, obstáculos, para que la verdad de Dios no pueda resplandecer como debiera hacerlo. En estas ocasiones y para estas personas, la ira de Dios, desde todos los tiempos hacia atrás, viene revelándose para este tipo de gente.

Pero sigue diciendo algo más, dice que lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para esta gente,pues él mismo se los reveló. ¿Cómo se los reveló? Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, quiere decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó de modo que nadie tiene excusa.
¿Saben lo que significa eso? Que no puede haber un ser humano sobre la Tierra que diga que no ha tenido evidencia de que Dios es Dios y que existe.

A ver, yo sé que hay un gran grupo, en el mundo, de personas que se autodenominan ateas, lo cual significa no creer que existe un Dios, pero es un auto engaño, es un auto convencimiento de algo que su interior les dice que no es así, porque la Palabra está estableciendo que todas las personas, más allá de su maldad, más allá de estar buscando poner un impedimento a la verdad de Dios, esa gente no tiene excusa para decir que Dios no existe o que no hay Dios, todos ellos tienen evidencia a través de toda la creación que nos rodea de que Dios es verdadero, no hay excusa.

Sigue diciendo además, que esta gente, a pesar de haber conocido a Dios, fíjese... no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron... se perdieron, ¿en qué? en sus inútiles razonamientos, y por lo tanto... se les oscureció su insensato corazón. Lo cual significa que no importa en qué condición estemos aún nosotros, si nosotros somos la Iglesia de Cristo, ¿saben para qué vivimos. por sobre todas las cosas? para darle la gloria al Señor siempre, y para ser personas agradecidas con el Señor siempre, porque si le negamos al Señor la gloria que le pertenece y si dejamos de ser agradecidos con Él, comenzamos a transitar un camino que es muy peligroso, el camino que nosotros conocimos muy bien antes de enfrentarnos a Cristo, y que conoce muy bien toda persona que sigue en su pecado. Es el camino de los inútiles razonamientos, es el camino que nos lleva a que el corazón se oscurezca y que no pueda discernir cuál es la verdad de Dios.
Por eso, aunque Dios existe han decidido interponerse a Dios, no sólo para sus propias vidas sino para que otros más no puedan llegar a conocer a Dios.

Dice: aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles.
Y si bien esto lo podemos entender claramente como idolatría, no piensen solamente en una figura hecha de algún material puesta delante de los ojos a la cual se la adora, piensen en todo a lo que se pueda llamar idolatría, todo, es decir, cuando el ser humano se pone a sí mismo como su propio dios, hizo un ídolo de su propia persona, entonces ese ser humano cambió la gloria de Dios por una imagen que se hizo de Dios, ¿qué imagen fue? la de sí mismo auto gobernándose, siendo suficiente para sí mismo, un ser humano que dice, me basta conmigo mismo, soy suficiente para llevar mi vida adelante, no necesito a un ser superior porque yo soy ese ser superior que puede gobernar mi vida.

Sigo leyendo, versículo 24:

“Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones,
que conducen a la impureza sexual,
de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros.
Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo
a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén.

Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas.
En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales
por las que van contra la naturaleza.
Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer
y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros.
Hombres con hombres cometieron actos indecentes,
y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión.”

Romanos 1: 24- 27 / NVI

¿Cuál es la consecuencia de negar a Dios y no querer reconocerlo como Rey y como Señor? Es que el mismo Señor entregue a esas personas a los deseos pecaminosos de su corazón.
Por lo que acabamos de leer, estos deseos pecaminosos, ¿en qué desencadenan? En impureza sexual.
En este caso es muy específico, está hablando claramente de la homosexualidad, de esta manera y por la Palabra, ¿qué podemos comprender? Que la homosexualidad no es una preferencia, la homosexualidad no es una elección de los seres humanos, la homosexualidad ni siquiera es una enfermedad, la homosexualidad es la consecuencia de rechazar al Señor.
El Señor los entregó a las pasiones desordenadas e impuras de sus corazones pecaminosos y eso desencadenó en impureza sexual.
¿Por qué la Palabra es tan evidente y habla tan fuertemente de esto? Porque estamos viviendo, repito, en tiempos peligrosos para la Iglesia de Cristo.
En estos tiempos, cada vez vamos a ser más perseguidos y atacados por denunciar este tipo de cosas, la sociedad cada vez admite menos que se denuncie que esto es consecuencia del pecado, y no me extraña, y más de una vez lo hemos dicho, que llega el punto donde los gobiernos prohíban a las iglesias y a los ministros religiosos, a los cristianos en general, a denunciar a la homosexualidad como cualquier otro pecado, no importa cuál sea, por ley, y aparentemente debamos obedecerlo. ¿Cuál es la realidad? La realidad es que nosotros no podemos negar lo que la Palabra establece, nosotros no podemos esconder la verdad de Dios.

Me llama la atención que justamente, decía por acá, el 25: Cambiaron la verdad de Dios por la mentira.
¿Cuál es la verdad de Dios? Que el hombre debe tener relaciones sexuales con la mujer, con su mujer en el matrimonio. Ésa es la única verdad de Dios.
¿Qué hizo el ser humano? Cambia la verdad de Dios por una mentira... es que yo nací con tendencia a que me gusten los hombres y no lo puedo evitar, mi mamá se dio cuenta desde que yo era así de chiquitito y me encantaban las muñecas en vez de los carritos o del balón de futbol... consecuencia del pecado.

Algunos ven esto como una falta de amor a los que sufren este tipo de cuestión, y quiero decir, quiero ser muy claro, luego vamos a leer otro versículo, no me quiero adelantar, pero sólo quiero decir que si no hay amor, no está Dios.
Dios es amor, si por denunciar estas cosas nosotros dejamos a un costado el amor, hemos dejado a un costado a Dios, el denunciar no significa dejar de amar, al contrario, es que el amor nos impulsa a denunciar la verdad para que aquellos que por la acción del Espíritu puedan oír, sean salvos y sean rescatados de esa manera de vivir, porque no quitamos el dedo del renglón. El evangelio es poder de Dios para todos los que creen; cualquier homosexual que cree en Jesucristo será libre de esa atadura, como tú y yo fuimos libres de muchísimas ataduras.
Yo no voy a hacer más grande la atadura de la homosexualidad que cualquier otra atadura, que las consecuencias de los pecados son diferentes, creo que todos lo sabemos, pero no voy a marcar una diferencia con las personas, pero tampoco me voy a dejar llevar por la corriente de este mundo que me está obligando a callar la verdad de Dios para decir que sí, es muy probable que ese tipo de personas haya tenido algún tipo de problema, alguna deficiencia, haya nacido con esa cosa adentro de que le guste su mismo sexo, y que está bien... De tal manera empezó a estar bien, que hay iglesias llamadas cristianas, que casan a los homosexuales.
Mis amados, el mundo en el que vivimos nos está llevando cada vez más a ese problema, ¿pero es nuevo? No, no es nuevo, ustedes van a leer acerca de las consecuencias de la homosexualidad si van al Antiguo Testamento, Dios habló de eso. Uno de los motivos principales por los cuales el Imperio Romano tuvo problemas era porque estaba lleno de homosexuales. ¿Es nuevo? No, no es nuevo porque el pecado no es nuevo en la humanidad, lo que es nuevo es la corriente que el diablo está queriendo establecer en nuestra sociedad para que nosotros nos metamos en ella y vayamos con la onda, y vayamos con el agua y digamos, bueno todo está bien, mientras que conozca del amor de Dios... Pero el amor de Dios sin la verdad, no es amor.
Para que el Rey se presente, tiene que antecederle la verdad.

Sigo leyendo, versículo 28:

“Además, como estimaron que no valía la pena
tomar en cuenta el conocimiento de Dios,
él a su vez los entregó a la depravación mental,
para que hicieran lo que no debían hacer.
Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación.
Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia.
Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes;
se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres;
son insensatos, desleales, insensibles, despiadados.
Saben bien que, según el justo decreto de Dios,

quienes practican tales cosas merecen la muerte;
sin embargo, no solo siguen practicándolas,
sino que incluso aprueban a quienes las practican.”
Romanos 1: 28- 32 / NVI

Si ustedes se dan cuenta, el propósito del Espíritu Santo en esta Escritura, no era solamente destacar la homosexualidad, está mostrando la homosexualidad como una consecuencia de que Dios dejó librados a los seres humanos a la perversidad de su corazón por rechazarlo a Él. La consecuencia, ¿cuál es? La homosexualidad.
Pero hay mayor consecuencia todavía, porque a partir del 28 dice, que estas personas estimaron, consideraron, que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios.
Es decir, tomar en cuenta que Dios es Dios y que había un testimonio en toda la creación de que existe Dios; dijeron, no, eso no vale para nada, tirémoslo a la basura, eso no sirve... Por lo tanto Él, el Señor, los entregó a la depravación mental, no es solamente una depravación sexual, es una depravación mental, esa depravación mental trae toda la lista que dice después, toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación... envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia... chismes...  calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados.

¿Quiere usted agregarle algo más a la lista? Es terrible la consecuencia de desconocer a Dios, de decir yo sé que Dios existe pero no quiero reconocerlo, me niego a reconocer que Dios es Dios y que yo lo necesito, y que debo vivir bajo su gobierno, no quiero esto. El Señor debe entregarlos a esa clase de pensamientos y se desencadena la depravación mental.

Ahora, lo más triste es lo que dice el versículo 32, esta gente sabe que: ... según el justo decreto de Dios... los que... practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no solo siguen practicándolas, sino que incluso aprueban a quienes las practican.
Es decir, no solamente se deleitan en practicarlas sino que son promotores de los que las están practicando, esconden el conocimiento de la verdad, porque aquí está declarando que saben que los que practican estas cosas merecen la muerte, ese es un decreto justo de Dios. Aún sabiendo esa verdad y esa realidad, la niegan, y siguen en esa misma práctica, pero además tratan de ser entrenadores del pecado para que otros sigan practicándolo, se enreden cada vez más y se hundan cada vez más, a tal grado que el diablo los tenga tan atrapados que no puedan ver ni por dónde salir.
Esta es la realidad que hoy vivimos, esta es la sociedad que nos rodea, esto es lo que diablo se ha propuesto desde que se levantó contra Dios y dijo, yo voy a ser más grande que Él, esto es lo que el diablo siempre ha querido, que el ser humano esté en contra de Dios.

Ahora, ¿qué pasa ante esta realidad? Y por eso sigo insistiendo, este mensaje es reflexivo, ¿qué necesitamos nosotros entender como Iglesia de Cristo? ¿Cuál es nuestro papel y cuál es nuestra función? ¿Para qué? Para estar siempre del lado de Dios y seguir proclamando el evangelio de poder, porque cuando vemos esta realidad tendemos a decir, esto no va a cambiar, esta situación no cambia así porque sí porque nosotros seamos un cierto grupo de personas reunidos que alabemos, cantemos, adoremos, intercedamos... Sí, ¿pero cambiar esto? Esto no va a cambiar así porque sí, ¿y yo qué voy a hacer, como voy  a hacerlo? No, no, no, no, a ver, a ver... Dios dejó a su Iglesia para que esta situación cambiara, Dios puso a la Iglesia sobre la Tierra para que esto cambie y sea revertido, no por nuestra capacidad sino por el poder de Dios. Esto es el evangelio.

Ahora, quiero leer algo muy corto, no lo busquen, pero dice 2 Corintios 13:8, también lo leo en la Nueva Versión Internacional, así escribió el apóstol Pablo, dice:

“Pues nada podemos hacer contra la verdad,
sino a favor de la verdad.”

2 Corintios 13:8 / NVI

Esto no importa en qué contexto está dicho, esto representa para nosotros un principio espiritual. ¿Qué quiero decir? Cada vez más crece el evangelio que sólo le dice a la gente lo bueno que es Dios y que no hay espacio, en realidad, para la ira de Dios, de lo cual leímos hace un rato; se acabó la ira de Dios, que se olviden que Dios no se enoja, Dios no se pone mal, Dios no va a hacer nada en contra de aquellos que lo rechazan. No, Dios es amor, así como estás ven a Él y Él te entiende, te comprende y te soporta...
Eso es estar en contra de la verdad, eso es estar en contra de la verdad, cada vez más existe un evangelio que no quiere decirle a la gente que aquél que ame más a padre, madre, esposa, esposo, hijos o aún su propia vida, más que a Jesucristo, no puede ser su discípulo, y por ende no heredará el Reino de los cielos.
¿Saben lo más triste de ese tipo de evangelio? Es que con aparente autorización divina, estamos mandando gente al infierno. Pareciera como que Dios, usamos ciertos versículos de la Biblia para decir que Dios, está autorizando a decir esa partecita solamente ocultando todo lo demás.
Mira, lo que Dios ha establecido, eso es la única verdad, tan fuerte es la verdad que Jesucristo, dice la Palabra, es la Verdad. Si tú quitas la verdad estás quitando a Cristo del evangelio y sin Cristo se acabó el evangelio, no puede haber evangelio donde Cristo no esté presente.
Por eso, este Cristo que estuvo dispuesto a hacerse el más humilde de los hombres y el más bajo de los siervos para servirnos a toda la humanidad y morir por nosotros, está hoy convertido en Rey de reyes y Señor de señores por la mano del Padre. ¿Sabes para qué? Para que lo anteceda la verdad, porque donde está la verdad ahí se presenta Cristo, y donde se presenta Cristo todo puede cambiar, porque su poder lo puede transformar todo.
Si yo quito a Cristo del evangelio estoy quitándole la esencia, y el evangelio ya no es poder, el evangelio es una preciosa historia de amor, pero se le fue el poder.
No podemos olvidar nunca que Jesús dijo: que la verdad nos hará libres. No dijo el amor los hará libres, la verdad los hará libres.

Iglesia, antes de leer el último pasaje que vamos a leer, vuelvo a insistir en que éste es un llamado de reflexión a nuestras vidas como Iglesia de Cristo. Yo sé que queremos, podemos y anhelamos, predicar cada vez más el evangelio, pero si le quitamos la verdad, si por el amor de Dios nosotros no le decimos a la gente cuál es el verdadero problema, para que viendo el problema pueda ver la solución que solamente Cristo ofrece, no estaremos a favor de la verdad, nos estaremos poniendo en contra de la verdad.

El último pasaje que vamos a leer es 1 Timoteo 3, versículos 14 y 15 y lo leo desde el 14 para darle un poquitito de contexto, pero lo central está en el versículo 15.
Primera carta de Pablo a Timoteo, capítulo 3, versículos 14 y 15, lo leo en la Nueva Versión Internacional, dice de esta manera:

“Aunque espero ir pronto a verte,
escribo estas instrucciones para que,
si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios,
que es la iglesia del Dios viviente,
columna y fundamento de la verdad.”

1 Timoteo 3:14-15 / NVI

¿Sabes quién es la única que puede sustentar la verdad, que la verdad esté bien apoyada, que la verdad no se deteriore, que la verdad permanezca, la única que lo puede hacer? Es la Iglesia.
Porque esto, que es una especie de metáfora del Espíritu Santo, es para darnos a entender que el fundamento, es decir, aquello sobre lo cual descansa un edificio completo, y aún la columna sobre lo cual descansa lo que se pone en los pisos superiores, fundamento y columna, es la Iglesia.
Quita a la Iglesia de la sociedad y la verdad dejó de tener fundamento, no puede estar apoyada en nada.
Y tú podrías decir, no pero a Cristo le alcanza y le sobra con sustentar la verdad porque Él es la verdad, discúlpame, pero eso no es lo que la Palabra dice, sí Cristo es la verdad, eso sí lo dice, pero la Iglesia fue puesta en el mundo para sostener y sustentar la verdad de Cristo, para que la gente vea que hay otros seres humanos que ya fueron transformados por el poder del evangelio, que sus vidas cambiaron absolutamente y que pueden declarar la verdad, vivir por la verdad y hacer libres a otros por el poder de Dios.
Sin Iglesia la verdad, en la sociedad que nos rodea, no tiene sustento.

Amada  Iglesia, ¿cuál es el papel y cuál es la función que el Señor nos ha dejado? Es mucho más que ser buenos trabajadores, es mucho más que ser buenos padres de familia, es mucho más que tener preciosos hijos, todo eso está muy bien y Dios lo sabe, pero como Iglesia necesitamos sostener y fundamentar la verdad de Cristo para que se vea, que aunque hay muchísima gente tristemente que está en contra de la verdad y que trabaja para echar abajo la verdad, que oculta la verdad, que se deleita en negar la verdad, que impulsa a otros a oponerse a la verdad, hay una Iglesia que está llena del poder de Dios porque ha sido transformada por Cristo, y esa Iglesia puede sustentar esa verdad para que el mundo, la gente que nos rodea, la sociedad que está a nuestro alrededor, sepa que Dios nunca ha mentido y que la verdad va a permanecer por siempre.
Ése es el papel, ésa es la función, ése es el llamado que hemos recibido todos como Iglesia, a mostrar la verdad sin excepción, a estar del lado de Dios aunque todos a nuestro alrededor nos griten que estamos mal, que todos a nuestro alrededor nos digan que estamos fuera de época, que todos a nuestro alrededor nos digan que pareciera que no nos dimos cuenta que el mundo cambió; ya cambió, hace cincuenta, sesenta, ochenta, cien años atrás, bueno, era otra cosa, pero ahora el mundo cambió, se modernizó y se modernizó a tal grado, que todo se puede aceptar, porque Dios ama a todos sin excepción no importa cómo vengan a Él.

Sí, Dios ama a todos, no importa cómo lleguen a Él, lo que importa es que esa gente reconozca cuál es la verdad y reconozca su propia situación, para que sean libres por el poder del evangelio.
Sin poder del evangelio no hay libertad, sin verdad no hay libertad y si no hay verdad no hay Cristo, y si no hay Cristo no hay poder, no hay transformación y el evangelio es un hermoso cuento de amor.
Que como Iglesia podamos decir hoy y siempre, no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para todos aquellos que creen.

Vamos a estar de pie, vamos a orar juntos al Señor:

Padre, te damos muchísimas gracias, te honramos a ti, Señor, porque reconocemos que tu Palabra es verdad y tu Palabra eres Tú mismo Cristo, revelándote a nosotros, mostrándonos realmente cuál es tu esencia, mostrándonos lo que has venido a establecer en esta Tierra para salvación de todos aquellos que creen en ti.


Señor, te agradecemos porque hiciste con nuestras vidas lo que era imposible para nosotros hacer, nos acercaste a ti, abriste los ojos de nuestro entendimiento, nos revelaste nuestra propia situación, nos mostraste nuestro pecado, nos enfrentaste con la realidad de nuestra vida y no ocultaste la verdad, al contrario, la expusiste abiertamente para que pudiéramos reconocer, soy pecador y te necesito Señor.
Si no hubiera sido por eso, hoy estaríamos alabándote de nombre, proclamándote de nombre, solamente con nuestros labios, pero nuestro corazón, nuestras mentes y nuestro espíritu, estarían alejados de ti.

Pero hoy, Señor, te amamos con todo nuestro ser y vivimos rendidos a ti, porque te hemos conocido de verdad, porque hemos comprobado que solamente Tú podías transformar nuestra vida, Tú nos hicistes de nuevo, Tú cambiaste lo que nadie más podía cambiar, por eso comprobamos el poder del evangelio en nuestras propias vidas.

Y Señor, eso nos hizo comprender también, que somos tu Iglesia, nos hizo entender que no solamente era lindo estar congregados justos en un mismo lugar, que era bueno para nosotros tener un grupo de personas que pensaran lo mismo, que sintieran lo mismo, que profesaran lo mismo, que pudiéramos orar unos por otros, nos hiciste comprender que la Iglesia es mucho más que eso, abriste los ojos de nuestro entendimiento espiritual para ver que la Iglesia es tu cuerpo Señor, manifestándote a ti en esta Tierra.

Por eso, hoy queremos permitir la reflexión del Espíritu Santo en nuestro espíritu, en nuestro corazón, en nuestra mente, en lo profundo de nuestro ser. Queremos Señor, no hacer oídos sordos a tu verdad, cada uno desde la perspectiva que lo debamos ver, cada uno Señor, desde la situación que estemos experimentado en este momento.
Señor, cada uno en de nosotros puede tener diferentes circunstancias y vivir inclusive diferentes etapas de la vida, cada uno de nosotros inclusive se desarrolla y se desenvuelve en diferentes áreas de la sociedad, y seguramente no es igual para unos que para otros. Pero lo que sí estamos convencidos, es que si comprendemos que somos tu Iglesia, aunque aparentemente en el transcurso de la semana estamos separados físicamente, hay una profunda unidad espiritual que nos hace uno en Cristo, que nos hace fuertes, que nos llena de poder y de autoridad para hacer lo que tenemos que hacer en el lugar donde nos has puesto.
Pero ante esta realidad, anteponemos tu justicia, que la has manifestado a nuestras vidas, nos hiciste justos porque hemos tenido y seguimos teniendo fe completa y absolutamente en ti.

Señor, podemos mostrar que Tú haces justo, y conviertes en justo, a todo aquel que cree en ti absolutamente, pero además de eso podemos levantar como bandera que tu verdad es la única verdad que va a prevalecer eternamente y para siempre.
Cuántas verdades se han levantado en el transcurso de estos tiempos, cuánta gente ha dicho ésta es la única verdad o ésta es la verdad, o algunos simplemente han dicho ésta es mi verdad. Pero nosotros no podemos decir ésta es mi verdad, ésta es la verdad de Cristo, es la verdad del único Dios verdadero, es la verdad del Rey de reyes, es la verdad de aquél que tiene un trono que permanece para siempre, que está sustentado por la justicia y que se le adelanta siempre, lo precede la verdad.

Señor, te alabamos y te honramos porque esa verdad es la que has depositado en nuestro interior y no vamos en contra de ella sino que estamos a favor de esa verdad, queremos proclamar siempre tu verdad como Iglesia de Cristo.

Hoy oramos Señor, por nosotros como Iglesia, por toda tu Iglesia alrededor del mundo, para que no niegue tu verdad, para que no la esconda, para que no trate de ponerla debajo de la tierra, sino para que la levante, y que tu verdad resplandezca como una luz que brilla por encima de la oscuridad del pecado, por encima de la injusticia de esta sociedad, por encima de aquellos que están atados por el diablo y que pareciera que no pueden salir, pero que el poder del evangelio los puede transformar si creen en ti. La verdad necesita ser puesta en alto para que vean que hay una verdad que los puede hacer libres.

Gracias Señor, porque hemos sido depositarios de esa verdad, la has sembrado en nuestros espíritus para que la proclamemos, para que la digamos a los cuatro vientos, y para que, como Iglesia, sigamos siendo el fundamento y la columna de la verdad.

Te honramos y te alabamos, te bendecimos, exaltamos tu Nombre y te agradecemos por habernos llamados a ser tu Iglesia.

Señor, revélanos cada día más este precioso llamado de ser los únicos que pueden sustentar y hacer permanecer sobre esta Tierra la única verdad que permanecerá por siempre.

Gracias Padre, gracias Señor, gracias Espíritu de Dios, porque más allá de lo que nos estés hablando ahora, seguirás hablándonos cada día, seguirás revelándonos tu verdad y seguirás llenándonos de tu poder y de tu gracia, para proclamarla en todo lugar, para hacerlo con el amor tuyo y para ver que el poder del evangelio sigue transformando la vida de aquellos que reconocen que necesitan a Jesucristo.

Te alabamos y te honramos, oramos en el Nombre de Cristo Jesús, amén y amén.
Amén, amén, Señor.


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