La autoridad en nosotros
Hernán Cipolla
29 de December de 2013
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Hace poquitos días celebramos la Navidad, y cuando uno vuelve a releer toda la historia del nacimiento de Jesús, encuentra muchas cosas demasiado importantes. Hoy volvimos a leer una pequeña porción de ella, pero yo estaba leyendo en Lucas, estos días pasados, y hubo algo que me llamó la atención de manera especial.
Les pido que lo busquen... es Lucas 1, desde el versículo 39, yo lo voy a leer en la Nueva Traducción Viviente, Lucas 1, desde el versículo 39.
Para que tengan un poquito de contexto, por si alguno no conoce muy bien la historia, el ángel del Señor se le había presentado a María y le había anunciado que ella sería la madre del salvador del mundo. Ella era una mujer muy joven y estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, pero era virgen. Y el ángel le estaba hablando de que quedaría embarazada. La pregunta obvia que ella hizo fue, ¿cómo va a ocurrir eso si yo no conozco ningún varón ni he tenido ninguna relación sexual? Y entonces el ángel le explicó, que el Espíritu del Señor vendría sobre ella y la gloria del Señor la cubriría, y de esa manera ella quedaría embarazada del hijo de Dios.
Piensen ustedes, las mujeres, qué cosa más impresionante, imagínense por un momento estar en el lugar de María, que hubieran tenido tal gracia delante de los ojos de Dios, que Él las hubiera elegido para ser la madre del salvador del mundo, y además, quedar embarazadas cuando son vírgenes, ante la murmuración de toda una sociedad. Sin embargo ella dijo que, el Señor haga conmigo como quiera.

Una vez que ocurrió eso, ella viajó a otro lugar, porque el ángel le había dicho también, que una parienta llamada Elisabet, también estaba embarazada desde un tiempo antes, y que daría a luz un hijo, y ese hijo resultaría ser a quien conocemos como Juan el Bautista, él iba a ser el profeta que iba anunciar al Señor. Eso es precisamente lo que vamos a leer, dice así:

"Pocos días después, María fue de prisa a la zona montañosa de Judea,
al pueblo donde vivía Zacarías.
Entró en la casa y saludó a Elisabet.
Al escuchar el saludo de María,
el bebé de Elisabet saltó en su vientre
y Elisabet se llenó del Espíritu Santo.
Elisabet dio un grito de alegría y le exclamó a María:

—Dios te ha bendecido más que todas las mujeres, y tu hijo es bendito."
Lucas 1: 39-42 (NTV)

Si ustedes notan, ocurre algo demasiado particular y especial en este relato. María, simplemente fue a visitar a su parienta, me imagino que quería compartir la alegría del embarazo de ambas. Llegó a la casa y lo único que hizo fue saludar a Elisabet. En el momento que Elisabet escuchó el saludo, el bebé Juan, que estaba en el vientre de Elisabet, saltó dentro del vientre, y dice que Elisabet se llenó del Espíritu Santo.
La pregunta sería, ¿María era muy especial para que ocurriera eso? ¿Su saludo fue muy ungido? No fue nada de eso, lo sobrenatural fue que el Hijo de Dios estaba dentro de ella, y la presencia del Hijo de Dios, dentro de María, produjo que el bebé Juan saltara, pero que además, Elisabet fuera llena del Espíritu Santo. Y en el original se aclara, que esta llenura era para profetizar, porque ustedes saben, que antes de la obra completa de Cristo, sólo unos pocos eran llenos del Espíritu y por momentos particulares, cuando eran llenos, en la mayoría de los casos era para cumplir una misión específica. En este caso, Elisabet fue llena del Espíritu para profetizar.

Ahora, cuando yo leía esto, pude comprender algo que nunca antes había visto, que el Señor nos dejó este ejemplo en la Escritura para que veamos lo que puede ocurrir con toda persona en la que Cristo vive adentro. Cuando Cristo está dentro de una persona, todo lo que está a su alrededor tiene que ser transformado, algo sobrenatural debe ocurrir.
Ahora, si nos basamos en el relato, María era una mujer normal, no tenía nada en especial, sí tendría un corazón muy especial para Dios, por eso el ángel le dijo que Dios había hallado gracia en ella, pero como ser humano, no tenía nada especial. Pero una vez que tuvo a Cristo adentro, algo sobrenatural empezó a pasar.

¿No sería esto lo que tiene que ocurrir con la Iglesia?
¿No sería esto lo que tiene que ocurrir con cada uno de los hijos de Dios?
Cristo vive en nosotros y no tenemos en nosotros mismos nada especial, somos gente común y corriente, no es que podemos jactarnos de que somos especiales, no hay algo en lo natural que sobresalga. Algunos tienen unas actitudes y otros otras, pero ninguna de ellas puede hacer que alguien sea lleno del Espíritu Santo, ninguna de ellas puede hacer que un bebé salte en el vientre de una madre, ninguna actitud humana puede hacer que el entorno sea transformado, ¿qué es lo único que sí lo puede lograr? ¿Qué es lo único que trae lo sobrenatural a lo natural? La presencia de Cristo en nosotros.

Quiero ir a Hechos, el capítulo 3, y voy a leer en la Nueva Versión Internacional, vamos a leer Hechos, el capítulo 3, desde el versículo 1:

"Un día subían Pedro y Juan al templo a las tres de la tarde,
que es la hora de la oración.
Junto a la puerta llamada Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento,
al que todos los días dejaban allí para que pidiera limosna
a los que entraban en el templo.
Cuando éste vio que Pedro y Juan estaban por entrar, les pidió limosna.
Pedro, con Juan, mirándolo fijamente, le dijo:
—¡Míranos!
El hombre fijó en ellos la mirada, esperando recibir algo.
—No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy.
En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!
 
Y tomándolo por la mano derecha, lo levantó.
Al instante los pies y los tobillos del hombre cobraron fuerza.
De un salto se puso en pie y comenzó a caminar.
Luego entró con ellos en el templo con sus propios pies,
saltando y alabando a Dios.
Cuando todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios,
lo reconocieron como el mismo hombre
que acostumbraba pedir limosna sentado junto a la puerta llamada Hermosa,
y se llenaron de admiración y asombro por lo que le había ocurrido."
Hechos 3: 1-10 (NVI)

Éste es otro suceso notable narrado en las Escrituras, Pedro y Juan estaban yendo al templo en una hora determinada, la de la oración. Imagino que acostumbraban a hacerlo, pero también había otras personas que tenían otras costumbres, dejar a un hombre lisiado de nacimiento en una puerta, todos los días lo dejaban en la puerta y el hombre lo único que hacía era pedir limosna a quien quería entrar.
Obviamente, el pedir limosna era algo natural para el hombre, eso era a lo que estaba acostumbrado a hacer, además la limosna era lo que estaba acostumbrado a recibir. Cuando vio a Pedro y a Juan, estiró la mano, obviamente, esperó que ellos le darían algo de dinero, pero es evidente que el Espíritu Santo inquietó a Pedro y a Juan para hacer algo que naturalmente no harían.
Si nosotros viéramos a un lisiado pedir limosna, lo que haríamos de manera natural, es darle dinero, pero Pedro y Juan no hicieron eso, Pedro lo miró y le dijo, mírame atentamente, no tengo ni plata ni oro, humanamente no tengo nada que darte, pero lo que sí tengo eso te doy, en el Nombre de Jesucristo, ¡levántate y camina!

Creo que nosotros hubiéramos esperado, o nos hubiéramos escapado por si el hombre no se levantaba, porque una cosa es decirlo y otra cosa es ver que de verdad se levante.
Otra vez, la pregunta vuelve a ser, ¿qué tenían de especial Pedro y Juan? Evidentemente, dinero no, porque se lo dijo al lisiado, no tengo ni plata ni oro, pero eso no significa que soy pobre, ni tampoco significa que no tengo nada para darte... Tenemos algo demasiado importante para dar y lo que tenemos para dar, es lo que hemos recibido primero, en nosotros vive aquél que es el único que te puede dar todo lo que necesitas. Tú no conoces lo que significa caminar, y eso es lo que necesitas para que compruebes que tu vida puede ser diferente, así que, ¡levántate y camina!
Y como para corroborar que iba a funcionar, Pedro estiró la mano, lo agarró, lo ayudó a levantarse, y cuando el hombre se paró, los pies y los tobillos cobraron fuerza. ¿Se imaginan a ese hombre? Por eso dice que empezó a gritar y a alabar a Dios.
Estamos hablando de alguien que jamás caminó en su vida, y de pronto está haciendo lo que nunca antes pudo hacer, un hombre condenado a estar sentado el resto de sus días, implorar por la misericordia de la gente a ver cuánto dinero le lograban dar. Ahora ese hombre podría valerse por sí mismo, recobró no sólo las piernas, sino el valor como persona, pudo darse cuenta que tenía valor. Posiblemente, para los parientes no, por eso lo dejaban en la puerta todos los días, mucho menos para los que pasaban por ahí, ellos lo veían y estaban acostumbrados a que estuviera tirado por el piso.
¿Cuánto valor tiene un lisiado para la sociedad? Sin embargo, Dios le demostró, a través de Pedro y Juan, cuánto valor tenía ese hombre. No hay duda que Pedro usó de fe y autoridad.

Ahora, muchas veces la fe necesita la base de la autoridad para funcionar. Pedro sabía que había autoridad en él, por eso no dudó en decir lo que tenía que decir. Por eso, abrió su boca no dudando de que Dios contestaría, tenía la seguridad de que Dios haría lo que él estaba declarando, esa fe vino porque había una autoridad adentro de él.

Y lo que yo quiero que veamos hoy es, que la vida de Cristo que tenemos adentro puede producir cosas sobrenaturales a nuestro alrededor, pero necesitamos tener fe, y una fe que esté basada en la autoridad de Cristo que está en nosotros; si no creemos en la autoridad que hemos recibido, no podrá salir lo sobrenatural que Dios ha puesto en nosotros.
Por eso, quiero leer Gálatas 2:20, un versículo que conocemos demasiado bien, lo voy a leer en la Reina Valera 1960, Gálatas 2:20, dice de esta manera:

"Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí;
y lo que ahora vivo en la carne,
lo vivo en la fe del Hijo de Dios,
el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."
Gálatas 2:20 (RV60)

Hay muchas cosas demasiado importantes aquí. La primera, es entender que estamos crucificados con Cristo. Vuelvo a pensar en María, tuvo que renunciar a todo para aceptar la voluntad del Señor, ésa es una manera de morir, ella no pudo experimentar en ese momento, la muerte de Cristo porque Jesús apenas iba a ser concebido, sin embargo, ella estuvo dispuesta a morir.
Pedro sabía que no había ninguna autoridad en él porque era un hombre normal, pero había decidido morir a sí mismo, y sabía que estaba muerto con Cristo, y por esa razón, no sólo Cristo vivía en él sino que había sido lleno de la autoridad del Señor.
Así que, lo primero que necesitamos recordar cada día, es que estamos crucificados con Cristo.
Mi amado, somos personas muertas... muertas... muertas... muertas... muertas.
Es difícil reconocer esta realidad, porque aún las cosas más sencillas nos recuerdan que estamos un poco vivos.

Si yo le diera una ropa a alguno de ustedes que no les gustara en lo más mínimo, y le dijera que se la pusiera, tal vez de una manera muy atenta y amable, me diría que no se la va a poner porque no le gusta, ¿sí o no? Eso nos hace recordar, que todavía estamos un poco vivos; y usted va a decir, bueno pero a ver, no vamos a confundir los asuntos, estamos hablando de un asunto espiritual aquí, sí es verdad, pero lo espiritual siempre afecta lo natural, porque si lo espiritual no afectara lo natural seríamos angelitos volando por las nubes, pero somos seres humanos de carne y hueso, nos resistimos a hacer cosas que no nos gustan, no tenemos disposición a decir que sí cuando adentro queremos decir que no, y sin querer, ese tipo de actitudes y acciones, se nos cuelan como el bichito que se nos escapó en el líquido, en el agua; y de pronto, cuando el Señor nos pide algo, creemos que como dijimos que no a la ropa que no nos gustaba, le podemos decir que no al Señor, porque tampoco nos parece su idea; y eso nos vuelve a recordar que estamos vivos.

Todos tenemos el deseo permanente de agradar a Dios, pero la Palabra dice que somos tentados, ¿y qué pasa cuando cruzamos el umbral de la tentación? Cuando la tentación logró ganarnos y se convirtió en pecado, eso nos vuelve a demostrar, que en algo, todavía estamos vivos. Porque si tuvimos la posibilidad de decidir y decidimos en contra de Dios, ésa fue una decisión humana, nunca pudo haber sido una decisión divina.
Hay cosas pequeñas y naturales que nos recuerdan, que todavía estamos vivos, no hay mejor receta que despertar cada mañana y recordarnos a nosotros mismos, que estamos muertos, crucificados, ¿por qué crucificados? Porque es una muerte más dolorosa, y definir, y decidir para ese día, que vamos a vivir muertos todo el día, de tal manera que cuando se presenten las cosas pequeñas y naturales, no tengamos la tentación de actuar por nosotros mismos, sino que permitamos a la vida de Cristo que está en nosotros, que responda en primer lugar. Cuando conocemos la voluntad del Señor podemos responder como Él responde y su voluntad se transforma en nuestra voluntad.

Dice en segundo lugar, que como no vivimos nosotros, hay alguien más que vive, y ese es Cristo. Quiere decir, que Dios no nos ha dejado muertos para que no haya vida en nosotros, nos ha dejado muertos para que haya una sola vida en nosotros, la vida de Cristo.

Dos clases de vidas distintas no pueden convivir, dentro de nosotros no puede haber dos naturalezas diferentes, por lo tanto, si estamos muertos, Cristo tiene que estar vivo, pero si nosotros reaccionamos como vivos, voy a decir esto con todo respeto, es como si Cristo estuviera muerto, porque no puede hacer absolutamente nada.

Pero dice más el apóstol, por el Espíritu, lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios.
Déjenme decirles que tuve que decidir por esta versión, porque no hay muchas versiones que expresen acerca de la fe de esta manera. La Nueva Versión, por ejemplo dice, lo vivo por la fe en el hijo de Dios, pero lo que dice la Reina Valera es, lo vivo en la fe del hijo de Dios.
Cuando fui al original, me di cuenta que así es como se debe traducir, es más, hay unos versículos anteriores donde también se está hablando de la fe, y la mayoría de las versiones lo traducen, como la fe en Cristo, pero esos versículos anteriores en el original, también dicen, la fe del hijo de Dios.

Quiere decir, que la fe que está en nosotros no es nuestra, la fe que habita en nosotros es la misma fe que tiene Cristo. Ahora puedo entender con mayor razón, por qué Pedro le dijo al lisiado lo que le dijo, porque su declaración de fe no fue cuánto creía Pedro, fue cuánto creía Cristo que iba a ocurrir, era Cristo declarándole al lisiado, ¡levántate y camina!
La fe de Cristo jamás puede fallar, si Cristo tiene fe va a ocurrir lo que Él cree, por lo tanto, si la fe de Cristo está activa en nosotros, todo lo que creamos será algo que funcione, va a ocurrir cada una de las cosas que creamos, porque no es nuestra fe, es su fe; y su fe está basada en lo que Él mismo ya habló.
Es verdad que la fe se acrecienta en nosotros, pero la que tiene que crecer es la de Cristo, no una fe natural tratando de creer en Cristo. Así que, lo que ahora vivimos en este cuerpecito, que algún día va a desaparecer, lo vivimos en la fe de Cristo que está en nosotros. Es muy diferente vivir la vida de todos los días basados en la fe de Cristo, que basados en nuestra propia fe, porque nuestra propia fe está basada muchas veces, en lo que pensamos, la fe de Cristo está basada en la verdad de la Palabra.
Por eso, todo lo que Él cree funciona, así no hay nada que temer, así no hay nada que dudar, así no hay nada que vivir a medias la vida, así no hay cristianos de primera categoría y otros de segunda categoría. Todos somos hijos de la misma categoría para Dios, porque el Padre nos ha dado a todos lo mismo, la misma fe por la cual Pedro habló, es la misma fe que está en ti y en mí.
Quiere decir, que si él le dijo al lisiado que se parara y caminara, nosotros le podemos decir a un lisiado que se levante y que camine, ¿va a ocurrir? ¿va a ocurrir? ... "No... con esa fe vamos a mover cualquier montaña"... ¿va a ocurrir o no va a ocurrir? ¡En Cristo claro! A ver, ¿acaso la fe no es creer aquello que no vemos? No puede haber otra respuesta más que sí a esa pregunta, no la puede haber, porque si Cristo lo dice y si su fe está en juego, tiene que ocurrir.

Ahora bien, yo les dije que la fe necesita muchas veces, la base de la autoridad. Por eso quiero ir a otro pasaje, en Colosenses el capítulo 2, voy a leer desde el versículo 13; y lo voy a leer en la Nueva Traducción Viviente.  Colosenses 2 desde el versículo 13, por favor, dice de esta manera:

"Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados
y porque aún no les habían quitado la naturaleza pecaminosa.
Entonces Dios les dio vida con Cristo al perdonar todos nuestros pecados.
Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros
y la eliminó clavándola en la cruz.
De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales.
Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz."
Colosenses 2: 13-15 (NTV)

Esto es una breve descripción de lo sobrenatural que ocurrió en nuestras vidas, nosotros estábamos muertos a causa de los pecados porque, todavía además, no había sido quitada de nosotros la naturaleza de pecado, en ese mismo momento, cuando estábamos en esa situación, Dios nos dio vida cuando nos perdonó todos los pecados, quiere decir, que el perdón de Dios produce nueva vida en el ser humano.
Pero hay algo más, muy importante, había un acta con decretos, algo así como un escrito legal con nuestras deudas, ese escrito legal decía por lo cual debíamos morir, declaraba todas nuestras faltas delante de Dios. Y obviamente, de forma natural, ese escrito tenía que cumplirse, porque todo ser humano lleno de pecado no puede convivir con Dios. Por lo tanto, lo único que debe ocurrir es la separación absoluta de Dios. Pero, ¿qué hizo Jesús cuando fue a la cruz? Tomó el acta y la clavó en la cruz donde estaba muriendo. ¿Qué significaba ese acto hecho por Jesús? Simple y sencillamente, que el acta quedaba anulada, era un acto espiritual pero legal, esta sería la legalidad del Reino de los Cielos.
En el Reino hay legalidad y las cosas se cumplen de acuerdo a la ley de Dios. Así como por esa ley debíamos morir y estar separados de Dios, por la muerte de Jesús en la cruz, el acta quedó anulada y quedamos unidos eternamente con Dios.

Pero dice algo más, de esta manera, por haber hecho Jesús lo que hizo, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales.
Lo que estaba haciendo Jesús en ese momento, era quitarle todas las armas a los que estaban en nuestra contra, pero no estoy hablando de seres humanos, estoy hablando de todos los enviados del diablo para hacernos infeliz la vida. A todos ellos los desarmó les quitó todas las armas que tenían contra nosotros, de tal manera que el dominio que ellos ejercían sobre nuestras vidas se rompió de una vez y para siempre, porque a partir de la muerte en la cruz, Cristo tomó el lugar de dominio y ahora es Él quien nos domina, Él es quien gobierna nuestras vidas. Esto es como si fuera una guerra entre países, los dos están luchando para ser quien gane, alguno quiere prevalecer y el que prevalezca, no sólo se va a quedar con la victoria, va a tener posesión de todo lo que está debajo.
Por eso, las naciones en guerra quedan bajo otros gobiernos cuando otros gobiernos las dominan, porque ganaron una guerra y ese pueblo tiene que vivir bajo ese otro dominio. Esto es exactamente igual, pero en el ámbito espiritual, todos los demonios, todas las fuerzas espirituales de maldad, todos los que gobiernan en los aires, quedaron desarmados contra nosotros, no tuvieron con qué pelear, y por eso Jesús los venció; y por eso tomó el dominio que antes ellos tenían sobre nuestras vidas, ¿y saben qué hizo? Públicamente los avergonzó cuando estaba muriendo en la cruz.

Ésta es una figura que los romanos conocían muy bien, porque cuando ganaban una batalla, traían a los soldados perdedores y los paseaban por las calles de la ciudad para exponerlos ante el pueblo y que todos vieran que ellos habían perdido y que los romanos habían ganado, y por eso tenían derecho ahora, sobre esa ciudad.
De la misma manera, en el ámbito espiritual, Jesús paseó a todos los demonios para que se vea que ellos están vencidos y que no tienen ninguna autoridad sobre los hijos de Dios.
¿Por qué la tienen sobre los no creyentes? Porque por el pecado, siguen esclavos bajo ese dominio, y no pueden salir mientras no reconozcan que el único que los libera es Jesucristo.

Por eso, cuántas gracias y cuánta gloria le debemos dar al Señor, porque no hay un solo demonio que nos pueda tocar, no hay un solo demonio que nos pueda mentir, no hay un solo demonio que nos pueda engañar, no hay un solo demonio que nos pueda susurrar al oído.

El diablo está vencido. ¡Y el único victorioso se llama Jesucristo!

Por lo tanto, todo lo que venía del dominio del diablo sobre los hijos de Dios, ha quedado destruido, ponle el nombre que tú quieras: enfermedad, dolor, amargura, tristeza, separación, falta de prosperidad... lo que quieras, todo eso, ya fue vencido por Jesucristo, ya fue vencido por Jesucristo sobre tu vida, ninguna de esas cosas tiene más dominio sobre ti porque Jesucristo ya ganó la victoria.
¡Imagínate qué clase de autoridad tiene el Señor! Porque esta victoria no está en juego, no hay un riesgo de que la potestad del diablo se vuelva a levantar, quiera volver a luchar y pretenda ganarle a Jesucristo.
La victoria fue eterna, el diablo está vencido eternamente, y Jesucristo venció eternamente.

Así que quiero que empieces a ver que la fe de Cristo que está en ti, tiene una base en la autoridad de Cristo, que también está en ti.
Si tú no conoces la clase de autoridad que tienes en Cristo, la fe de Cristo va a tambalear, pero si conoces la clase de autoridad que tienes en Cristo, la fe de Cristo se va a hacer cada vez más fuerte, y posiblemente tengas que luchar dos, o hasta tres veces, por una misma cosa porque estás creciendo en la fe, pero estás seguro de que vas a ver la victoria porque primero, Cristo la ganó por ti.

Yo soy consciente que todos luchamos, todos peleamos con ciertas cosas específicas en nuestra vida, pero, ¿desde qué perspectiva estamos luchando? ¿desde nuestra propia fe? ¿desde lo que sentimos? ¿de cómo se presentaron las circunstancias? ¿de cuántas cosas nos están diciendo que no vamos a vencer? ¿de la frustración de que ya venimos luchando hace tiempo y no vemos resultados? ¿podremos luchar con esa base? ¡Imposible!
Hay una sola base para luchar, la victoria de Cristo. Cuando lucho parado en su victoria, y sé lo que Él declaró sobre mi vida, sé que ni siquiera los pecados me pueden condenar, porque el acta que me condenaba fue clavada, entonces sé también, que todos los demonios han sido vencidos, ¿quién se puede levantar en mi contra?
Por eso, con mucha sabiduría una vez Jesús dijo, más bien teman de aquel que puede quitarles la vida, porque si estamos parados en Cristo Jesús y en su autoridad, no hay nada de qué temer, del único que podemos temer es del que nos dio la vida, porque Él tiene el poder, la autoridad y el derecho, para hacer lo que quiera con nosotros; y contra Él jamás podremos luchar.
Así que fuera de Dios, no hay ninguna otra cosa por la cual temer, más bien hay mucho de que regocijarse para disfrutar la victoria que tenemos.

Quiero ir a Efesios el capítulo 1,  voy a leer desde el versículo 22, y lo voy a hacer en la Nueva Versión Internacional, dice así:

"Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo,
y lo dio como cabeza de todo a la iglesia.
Ésta, que es su cuerpo,
es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo."

Efesios 1: 22-23 (NVI)

Si me aceptan un consejo, lean todo este capítulo en casa por favor, porque apenas estamos leyendo los últimos dos versículos, pero necesitamos leer todo el contexto, pero sólo me voy a fijar en lo que hemos leído.
Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, desde el momento en que Cristo venció y cuando el Padre lo ascendió, lo puso en un lugar de privilegio, lo sentó a su derecha y lo puso en el trono, porque lo merecía, no le correspondía ningún otro lugar. Él es el Rey de reyes. Desde ese momento, el Padre está sujetando todo a Cristo, no hay ninguna cosa ni en el cielo ni en la Tierra, que no esté sujeta a Cristo, todo está bajo su dominio.

Yo sé lo que pensamos en estos casos, ¿pero qué pasa con tantos países y con tanta gente tan corrompida? Si todo está sometido a Cristo, las cosas tendrían que funcionar mejor. Sí, lo que pasa es que Dios necesita dejar librado al ser humano a su propia suerte, porque sino tendría que obligar al ser humano a honrarlo, y Dios jamás va a hacer eso con ningún ser humano, pero que nosotros veamos cosas "patas para arriba" en el mundo, no significa que las cosas no estén bajo el dominio de Cristo, todo está bajo su dominio.

Pero dice, lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Cada vez que leo esta frase hay una inquietud y una expectativa muy grande en mi interior. Usted sabe que cuando uno quiere escribir, no es tan fácil escribir. Y siento que el apóstol Pablo, aunque estaba inspirado por el Espíritu Santo, más de una vez, no tuvo todas las palabras que hubiera querido, para decir y escribir todo lo que quería.
Lo que yo pueda ver en la expresión de Pablo aquí, es que a Dios le agradó que por encima de que todas las cosas estuvieran sujetas a Cristo, más importante que eso, Cristo fuera la cabeza de la Iglesia, en esa calidad de dominador absoluto, en esa calidad de Rey de todos los reyes, en esa calidad de gobernador del Universo, el Padre lo puso como cabeza de la Iglesia.
Quiere decir que nuestra cabeza, es una cabeza que tiene plena autoridad, nuestra cabeza está llena de autoridad y todo está sujeto a la cabeza que nos dirige.

Ahora, ningún cuerpo puede funcionar separado de su cabeza, esto significa algo que creo que usted está entendiendo, si hay toda autoridad en nuestra cabeza y si todas las cosas le están sujetas, ¿qué tipo de autoridad habrá en nosotros, la Iglesia? ¿Cuántas cosas estarán sujetas debajo de nuestros pies? ¿Usted es capaz de responder eso? Sí, ¿no? Es muy sencillo, todas las cosas nos están sujetas y tenemos la misma autoridad que tiene Cristo.
¿Se dan cuenta que solemos vivir por debajo de lo que hemos recibido? Porque hemos tomado cosas de esta vida, cosas naturales, las que son cotidianas que vivimos todos los días, como si así tuvieran que ser y no pueden ser de otra manera, no nos atrevemos a creer que todo puede ser sobrenatural, aún lo natural.
Entonces, tenemos un tesoro a nuestro favor, pero andamos buscando por el piso a ver si encontramos alguna moneda perdida, porque esa moneda nos va a salvar para comer el día de hoy, y el tesoro está ahí al lado, y ni siquiera está cerrado, está abierto y puedes tomar de él, pero seguimos buscando la monedita para comer algo el día de hoy.
Dios nos llamó a tener autoridad y a que veamos que las cosas se nos sujetan, que todas las cosas pueden estar debajo de nuestros pies, aún las situaciones más naturales de nuestra vida.

Quiero leer otro pasaje, 2 Corintios, capítulo 2, voy a leer desde el versículo 14, en la Nueva Versión Internacional, dice:

"Sin embargo, gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes y,
por medio de nosotros, esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento.
Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo
entre los que se salvan y entre los que se pierden.
Para éstos somos olor de muerte que los lleva a la muerte;
para aquéllos, olor de vida que los lleva a la vida.
¿Y quién es competente para semejante tarea?"
2 Corintios 2: 14-16 (NVI)

¿Cómo nos lleva Cristo por la vida? Con la cabeza baja, medio entristecidos, con una bolsa llena de problemas en la espalda, pesándonos el día que tenemos por delante, amargados por anticipado por los problemas que vamos a tener el día de hoy. ¿Así nos lleva Dios por la vida?
Bueno, puede ser que a nosotros. Pero aparentemente, a Pablo no, porque dice acá, gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes. Quiere decir que la vida para el hijo de Dios, es una vida de triunfo y de victoria permanente.

Ahora, entienda muy bien, cuando hablamos de triunfo o de victoria no estamos hablando de falta de problemas, no estamos hablando de vivir sobre las nubes, no estamos hablando que todo sale a pedir de boca, vamos a tener siempre muchos problemas. Pero necesitamos los problemas, porque sin problemas no se ve la victoria. Si todo está normal y todo funciona bien, ¿para qué queremos ser triunfantes?
No necesitamos ningún triunfo, todo sale bien en la vida, todo funciona como lo soñé, entonces, ¿para qué esperar en Cristo su victoria? Dios me mete en los problemas para que ahí se desarrolle la fe de Cristo, yo tome la autoridad que Él me ha delegado y vea su victoria funcionar en esa situación.
Así que, usted imagínese que esto es una cadena que requiere de eslabones, sin los eslabones no voy a poder darle vuelta a la cadena. Un eslabón no hace a toda una cadena necesito unir todos los eslabones para tener una cadena, los hijos de Dios necesitamos situaciones difíciles, necesitamos la fe de Cristo, necesitamos la autoridad de Cristo, necesitamos apropiarnos de esas dos cosas, ponerlas en funcionamiento, declarar lo que Dios va a hacer y ver la victoria del Señor, todo esos eslabones forman la cadena de triunfo de Dios. Así que más bien, cuando te veas en una situación difícil, dale muchas gracias al Señor, porque es una nueva oportunidad de ver que la cadena funciona y comprobar que la victoria del Señor sigue siendo real hoy.

Pero a mí me llamó  la atención, por qué se alegraba Pablo del triunfo. Porque no solamente lo aplicaba a su propia vida, lo aplicaba para el beneficio de otras personas, porque dice, por medio de nosotros esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento.
Hijos de Dios que viven con la victoria de Cristo son la fragancia de Cristo para todas las personas que lo rodean, sin hijos de Dios triunfantes no habría olor a Cristo en el mundo, por eso dice, que somos el aroma de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden. Y siempre me gusta que Dios pone equilibrio en todas las cosas, no suena muy bien ser aroma de Cristo para los que se pierden, es desagradable, pero el aroma que despedimos a aquellos que han decidido no creer, les vuelve a anunciar que están condenados por no creer, y que están destinados a la muerte eterna.
Ahora, ¡qué bueno es cuando somos el aroma de Cristo para los que salvan!Escúchame muy bien, tú tienes que ser el aroma de Cristo para estos que te rodean, cuando te sientan el perfume los demás creyentes, tienen que volver a recordar lo hermoso que es ser salvo, la bendición que significa haber recibido la salvación del Señor. Así que, entre los que se salvan, también debemos ser aroma.
Ahora, ningún perfume se propone dar olor, yo no veo a frasco de perfume, cuando me voy a echar por la mañana, haciendo fuerza para que salga el olor, simplemente, yo le aprieto y sale el aroma. Acá no está diciendo que nosotros tenemos que esforzarnos por oler a Cristo, el aroma se despide de manera natural, ¿cuánto nos gusta, a veces la cebolla y el ajo, no? Pero para alguno de nosotros, cuando lo comemos, es evidente que lo comimos, hasta sudamos a cebolla, es horrible pero es verdad y aunque uno quiera retenerlo no puede, las personas que nos rodean podrían describir lo que comimos.
No es por el esfuerzo, sale, el aroma sale; quédate sin bañar algunos días y vas a ver el aroma, haz la prueba, sale el aroma, en todos los rincones del cuerpo sale el aroma.
Por eso, nos preocupamos en bañarnos, salvo los franceses que dicen que no les preocupa mucho, y dicen los que han estado en Francia, que también se nota que no se bañan y que subirse al metro en París significa llevar un gancho para la nariz porque sino te caes desmayado en medio del metro.
El aroma se percibe, sale por sí mismo.
Ahora, piensa en la vida triunfante de Cristo que te habita, ¿qué clase de olor va despedir tu vida si está llena de esa victoria? ¿Qué clase de olor va a salir de tu vida si tienes la fe de Cristo? ¿Cómo vas a oler si la autoridad de Cristo la hiciste tuya? ¡Tienes que oler a Cristo! ¡Tienes que oler a Él! Y los demás tienen que percibir el aroma. Qué bien se siente cuando nos encontramos con otro creyente que está lleno del Señor, ¿no te da ganas de estar con esa persona? ¿No te gusta conversar con él o con ella? ¿No quieres pasar tiempo porque hay algo que te atrae? Es el Cristo que llevamos adentro, tiene que manifestarse.

El último pasaje que quiero leer, Mateo capítulo 28, desde el versículo 18, otro pasaje que conocemos muy bien, voy a leer Mateo 28, desde el versículo 18 en la Nueva Versión Internacional:

"Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: 
—Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.
Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo."
Mateo 28: 18-20 (NVI)

Cuando el Señor nos pide algo, nos lo pide con base en la autoridad que nos dio. Él le iba a decir a los suyos, vayan a hacer discípulos de todas las naciones, les dio la tarea más importante que tiene la Iglesia desde ese momento hasta el presente y hasta que Cristo venga, hacer discípulos de todas las naciones, para eso estamos sobre la Tierra amados.
Pero ¿con qué base podemos hacer discípulos? Él dijo primero, toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra, Él sabía lo que había producido su muerte en la cruz, Él conocía perfectamente bien que cuando resucitó, la victoria se había hecho real sobre la Tierra. Por lo tanto, no dudaba de la autoridad que el Padre le había dado, y aunque todavía no había ascendido y no había sido puesto en su trono, Él conocía su autoridad; y con base en esa autoridad envió a los suyos para hacer discípulos de todas las naciones, hombres y mujeres que amen a Dios con todo su ser.

Amados, no estamos hablando aquí solamente para beneficio personal, podríamos inclinar la balanza en este mensaje, para que solamente te quedes con la parte que te toca a ti y te vayas hoy muy feliz por todo lo que el Señor ha hecho. Pero yo quiero traer el equilibrio del Espíritu de Dios, es el mismo equilibrio que verás siempre, una y otra vez, en las Escrituras.
Dios, no solamente, nos ha querido bendecir a nosotros, a través de nosotros quiere bendecir a millones de personas.
Así lo hizo aún con Abraham, lo llenó de todo, lo multiplicó en bendiciones, pero le dijo, que en él serían benditas todas las familias de la tierra.
La bendición de Abraham, tenía un objetivo mucho mayor que disfrutarlo, ser hijo de Dios es una bendición mayor a sólo disfrutarlo, ser la Iglesia de Cristo es un privilegio mucho mayor que estar reunidos cantando canciones, ser la Iglesia de Cristo significa mostrar a Jesús en el mundo, ser la manifestación de Dios sobre la Tierra.

En Efesios leímos acerca de la Iglesia, que es la plenitud de aquél que todo lo llena en todo.
La Iglesia es la plenitud de Cristo, y ustedes saben bien que no está diciendo que Cristo es la plenitud de la Iglesia, porque de hecho sabemos que Cristo es nuestra plenitud, más allá de Cristo, no necesitamos nada, con Cristo lo tenemos todo.
Pero dice, que la Iglesia es la plenitud de Cristo, es la que completa a Cristo sobre esta Tierra, porque Jesús descendió en forma humana una vez, pero hoy se quiere seguir mostrando y manifestando al mundo, solamente lo hará a través de la Iglesia.
La Iglesia muestra que Cristo camina hoy, la Iglesia muestra que Cristo habla hoy, la Iglesia muestra que Cristo escucha hoy, la Iglesia muestra que Cristo abraza hoy, la Iglesia muestra que Cristo ama hoy, la Iglesia muestra que Cristo tiene misericordia hoy, así que, sin la Iglesia Cristo no podría manifestarse.
Con base en la autoridad de Cristo, hemos recibido todo lo que necesitábamos, para que entonces podamos hacer discípulos de todas las naciones. Así que, si tenemos una vida triunfante, si vivimos de acuerdo a la victoria de Cristo veremos esa victoria sobre nuestras vidas todos los días, pero habrá algo más grande aún, veremos a personas convertirse en discípulos por la predicación del evangelio, porque el aroma de Cristo hará que muchos se acerquen y quieran recibir lo que ya hemos recibido nosotros.

¿Crees en la autoridad que tienes? ¿Confías en la fe de Cristo que está en ti? ¿Puedes pararte sobre la realidad de la obra completa de Jesús? ¿Puedes ver como si fuera una pintura, que todo lo que está dentro de ese marco, es lo que Cristo conquistó a tú favor? Dios quiere que vivamos dentro de esa pintura, todo lo que está fuera de ese marco no viene de Dios, pero lo que está dentro de ese marco es lo que Dios preparó para sus hijos.

Vive de acuerdo a Cristo, vive de acuerdo a su fe, vive de acuerdo a su victoria, vive de acuerdo a su autoridad y verás que las cosas funcionan porque estás dentro del marco que Dios estableció, pero si te quieres salir de ese marco nunca verás la victoria de Cristo.
Tenemos autoridad para experimentar y tenemos autoridad para expresar, para que puedas decirles a muchas personas, en mí no tengo nada para darte, pero sí tengo algo que es lo más valioso que te puedo dar, en el nombre de Jesús, levántate de esa vida miserable que estás viviendo y párate sobre la realidad de la obra de Cristo, para que veas tu vida transformada y un futuro en el propósito de Dios, todas las cosas serán nuevas, y lo vas a experimentar como yo lo experimento, y tomarás la mano, ayudarás a que se pare, y verás que todo su ser toma fuerza en Cristo.
Es mucho más que una sanidad física, es una sanidad del ser entero, para eso, Dios nos ha llamado y nos ha puesto sobre la Tierra, para ser sus representantes.

... Estén de pie, por favor.

Padre, hoy queremos agradecerte porque cuando repasamos en la Escritura todo lo que has hecho a nuestro favor, nos volvemos a quedar admirados de la grandeza y la dimensión de tu obra completa a nuestro favor.

Gracias Señor, porque no solamente perdonaste nuestros pecados, por supuesto, te agradecemos porque lo hiciste, pero además, el acta que declaraba que estábamos condenados quedó clavada en la cruz cuando Tú moriste. Entonces ya nada nos puede condenar, ésa fue la manera práctica en que Tú le demostraste a los demonios que les quitabas todo dominio sobre nuestras vidas para que el único dominio que tuviéramos fuera el que venía de ti. Por eso, ahora vivimos bajo tu gobierno y nadie más que Tú nos puedes gobernar.

Señor, Tú puedes hacer lo que quieras con nuestras vidas, tienes toda la autoridad y el derecho para hacerlo, nos has comprado y te pertenecemos. Por eso nos declaramos una vez más, muertos a nosotros mismos, crucificados con Jesús, el único que vive en nosotros se llama Jesucristo, entonces, sólo Él puede vivir, no queremos vivir nosotros, no queremos opinar nosotros, no queremos decidir nosotros, no queremos pensar nosotros, no queremos vivir en la victoria nuestra, porque esa victoria resulta ser un fracaso frente a tu victoria.
Queremos vivir sólo en tu victoria Señor, y alegrarnos por lo que has hecho en nuestras vidas, saber que hemos sido llenos de tu fe y que esa fe está fundamentada en tu autoridad. Te ha sido dada toda autoridad, en el cielo y en la Tierra, y Tú venciste por encima de todas las cosas, por eso has recibido el derecho para que el Padre someta todo debajo de tus pies.

Por eso hoy declaramos como tu Iglesia, que todas las cosas están bajo nuestros pies, que no hay situación que se levante en nuestra contra que pueda ganar ninguna batalla, por el contrario, cada lucha que tenemos, cada situación que enfrentamos, cada problema en el cual Tú nos metes, es para experimentar tu victoria; y para saber que aunque luchemos, dos, tres, cuatro o cinco veces, terminaremos venciendo con base en tu victoria.
Lo único que puede haber en nosotros es un triunfo absoluto, jamás podemos fracasar, nunca podemos, ni siquiera pensar en el fracaso, el fracaso no es parte de tu mente, no es parte de tu propósito, no parte de tu designio, no es parte de tu voluntad.

Por eso Señor, sólo queremos vivir en tu victoria, pero Señor, queremos extendernos más allá de nosotros mismos, así como María, que con toda su sencillez lo único que hizo fue darle un saludo a Elisabet, pero estaba llena de la persona de Cristo y eso marcó la vida de Elisabet, de tal manera, que el bebé saltó, pero ella fue llena del Espíritu Santo, queremos Señor, pedirte que por tu presencia en nosotros y por la llenura del Espíritu en nuestras vidas, una sola palabra que salga de nuestra boca pueda tocar la vida de aquellos que nos rodean, de tal manera, que salte algo dentro de ellos, que los mueva a acercarse a Ti, que los haga verse como en un espejo, lejos de Ti viviendo vidas independientes, ahogados en el pecado pero con la posibilidad de ser transformados, con la esperanza delante de sus ojos para saber que si creen en Cristo, ellos podrán ser personas nuevas.

Señor, que una sola palabra de nuestra boca produzca una explosión sobrenatural a nuestro alrededor, y que podamos tener la habilidad, esa habilidad espiritual, de saber que cuando hablamos no son nuestras palabras, son las palabras de Cristo en nuestra boca, de tal manera, que todo lo que digamos será hecho, porque Cristo es el que está hablando, y podamos decirles a muchos, ahora lo que tengo te doy, en el Nombre de Jesucristo, levántate y camina.
En el Nombre de Jesucristo, ve una vida diferente, nota que hay algo que va a ser transformado en ti, que recibirás una fuerza interior que nunca antes tuviste y podrás vivir una vida sobrenatural que nunca conociste.
En el Nombre de Jesús, camina en la vida de Cristo a partir de hoy, y que esa persona comience a ser un verdadero discípulo del Señor.

Señor, gracias porque todo lo que nos has dado, está basado en tu victoria y en tu autoridad, aun nos has enviado a hacer discípulos llenos de tu autoridad.

Ahora declaro, en el nombre de Jesús, que tu Iglesia está llena de Ti, que rebosa de tu presencia llena de la plenitud del Espíritu Santo, conocedora de la fe de Cristo, que experimenta esa fe todos los días, y que tiene una autoridad firme para hablar con autoridad, para declarar y decretar, y para que todas las cosas comiencen a ocurrir de acuerdo a tu Palabra.
Declaro que, en el nombre de Jesús, en las cosas más naturales de la vida, tu Iglesia vive lo sobrenatural que viene de Ti, y nunca más admite las naturalidades como cosas que tienen que ocurrir, que nadie nos puede liberar de ellas, que así tienen que ser... Derribo esa mentira, en el nombre de Jesús, la quito de cualquier mente ahora, en el nombre de Cristo, para declarar, que solamente, pensaremos de acuerdo a tu victoria.
Señor, y que por eso, todas las cosas naturales se sujetan a Ti, y se ponen ahora bajo tus pies, debajo de tu autoridad y que por la fe de Cristo todo comienza a ser transformado.

En  el Nombre de Jesús, así vive tu Iglesia a partir de ahora, y nunca más debajo de esta realidad espiritual.

Gracias Señor, porque hemos sido llenos de tu presencia, llenos de tu fe, llenos de tu autoridad, llenos de tu triunfo, llenos de tu victoria, llenos de tu persona.

Gracias Señor, gracias Señor, adoramos y alabamos tu Nombre y nos rendimos una vez más a Ti, muertos a nosotros mismos pero vivos en Cristo Jesús, la vida de Cristo fluyendo por nuestros poros, desparramando el aroma de Cristo en todo lugar; y anunciando, que hay salvación para todo aquél que cree.
En el Nombre de Jesús, lo declaramos hecho, amén y amén.
Gracias Señor.

Esta es la manera que Dios quiere que vivamos todos los días, y no podemos vivir debajo de esta realidad, es un desafío para nosotros mismos. Si vemos que estamos empezando a vivir debajo de la medida es tiempo de volvernos al Señor, una vez más, de buscar su Palabra, de buscar su voluntad, de conocer su mente, saber lo que está en su corazón; y superar la medida para vivir en el triunfo de Cristo.
Así declaro que será cada día de nuestra vida, amén.



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