en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
AUDIO
Fui a compartir a una de las iglesia en que estábamos, y a partir de ahí los hermanos como andaban en Fortín, Nogales y Córdoba, como están muy cerca, todos, cuando iba uno para acá todos iban para acá y cuando iban para allá, todos iban para allá, y todos los pastores y las iglesias, entonces como que esa frase fue acuñada este fin de semana pasado: "poniéndole pie a la fe"..
Como nos decía el profeta Daniel Cipolla, ponerle pies y dar frutos es lo mismo, porque mientras no ponemos pies a lo que creemos, no es más que una palabra, no es más que un concepto.
Entonces vamos a hablar de la fe y de lo que significa esto.
Si ustedes se dan cuenta, hace mucho tiempo, que cada vez que empezamos un mensaje, muchos de nosotros nos referimos a Génesis 1 y 2, porque allí está la llave de todas las cosas y el entendimiento.
Es más, si alguna persona le dice algún día, ¿por qué pasan tantas cosas en el mundo?
¿Por qué Dios permite las guerras y los niños con hambre y tantas cosas?
Su respuesta debe ser: lee Génesis 1 y 2 y te darás cuenta que ese no fue el plan de Dios.
Y después lee el capítulo 3, para darte cuenta de porque pasa todo lo que pasa, todo está resumido allí.
Ahora bien, para entrar en el tema concretamente, a la llave de todas las cosas y su entendimiento, tenemos que saber que:
Todo lo creado por Dios tiene la capacidad impartida por Dios mismo y que proviene de Dios mismo.
Es decir, una cosa es lo que proviene de Él y otra lo que imparte Él, acerca de fructificar.
Entendiendo esto: Todo lo creado tiene la capacidad impartida por Dios y que proviene de Dios, de fructificar.
FRUCTIFICAR LA FE
¿Qué significa fructificar?
* Dar fruto
* Ser productivo
Reflexionando en las parábolas de los talentos, Dios me decía algo:
¿Nunca se preguntó porque Dios fue tan duro con el que no dio fruto? A uno le parece feo todo lo que ve allí, al que le dio uno solo, el Señor no solamente le recriminó, dice que “lo arrojó a las tinieblas”... y uno dice, ¿por qué?
Muchos años atrás me pregunté por qué y un día lo recibí:
“Porque Dios puso dentro de nosotros, por creación, la capacidad de ser productivos”.
Tenemos que saber esto claramente, porque a veces vemos ciertas cosas en la Biblia y nos preguntamos por qué Dios actúa así.
Siempre que Dios es muy firme para demandar algo o muy fuerte para determinar algo o muy duro, como en este caso, tenemos que saber que sí Dios lo es, porque lo que está reclamando Él ya lo puso en nosotros, y simplemente no lo estamos poniendo en funcionamiento. Por lo tanto, Dios reclama lo que Él nos dio.
Todo lo que Dios diga que hagamos, que nos parece muy grande, si Dios se lo pide es porque Dios ya nos capacitó para ello, Él nunca nos va a reclamar lo que no nos dio.
Entonces, Dios puso la capacidad de dar fruto, puso la capacidad de ser productivo y cuando no lo hacemos, estamos negando lo que Dios impartió en nosotros, que viene de Él mismo.
Pero es más, estamos pecando y esa parte no la vimos muchas veces.
Cuando no reproducimos lo que tenemos, inclusive la fe, estamos pecando.
Por eso Dios pudo agarrar a ese hombre y tirarlo a las tinieblas, porque no estaba usando lo que Dios le había puesto y lo que Dios le estaba reclamando es lo que Dios había puesto de Él mismo adentro.
¡Hermanos, esto es serio!
No es el tema que estamos tratando, pero quiero expresar algo que tiene que ver con la producción:
“Si lo que Dios te da en tus manos, sea lo que sea, hijos, gente para tratar, talentos naturales, creatividad en tus manos, trabajo, ministerio, todo lo que se imagine y al año lo tienes en la misma forma, estás pecando, no solamente no fue productivo, si no estamos reproduciendo lo que Dios nos dio, estamos pecando.
En estos días alguien se me acercó a decirme: “yo sé dibujar, pero como no tenía posibilidades, dejé de dibujar” ¿Qué hago?
Le respondí, mañana antes del mediodía “quiero un dibujo hecho por ti”, porque posiblemente alguien te pueda becar, pero jamás lo hará si no ve lo que estás haciendo... Empieza a producir.
Me quedé maravillada con lo que dibujó, esto es algo físico, es algo natural, pero la creatividad es de Dios.
Si ustedes tienen creatividad en cualquier área de la vida es de Dios, es algo que Dios puso.
El paso es, transformar un talento natural en un don espiritual para servicio del Señor... Pero si no producimos lo natural, ¿cómo vamos a producir lo espiritual?
Entonces, la fe es algo que Dios nos ha dado porque es convicción.
Otro significado de fe es la veracidad de Dios o sea que lo que Dios dice es verdad.
La fe es también, fidelidad de Dios, o sea, incluye la fidelidad de Dios.
También es, confianza en Cristo, pero estamos partiendo primero de entender desde dónde nos viene la capacidad de reproducir.
Ahora, el dar fruto y ser productivo, es una cualidad de Dios mismo, puesta en todo ser humano, y cuando tengo que hablar de “ponerle pies a la fe, estoy hablando de la fe que da fruto”.
¿Y se tiene qué? Ver.
La fe empieza como algo interno que no se ve, pero si no tiene fruto no es fe, es simplemente un concepto, una idea. Para que la fe sea fe, tiene que dar fruto.
Abel por la fe, ofreció (Hebreos 11) un mejor sacrificio que Caín.
Vamos a hablar un poco de obras ahora, pero son obras de la fe y a veces pensamos que es “estar haciendo cosas” o “inventando cosas” para hacer para Dios.
Cuando yo le digo obras, usted lo primero que se imagina es “estar haciendo cosas”, es decir, “servicio”.
Cuando leemos en Hebreos 11, todos los hombres que actuaron por fe, en la mayoría de los casos se los recuerda por una sola cosa y nosotros estamos permanentemente queriendo hacer cosas e inventando cosas.
La única línea, escrita en la Biblia, al respecto es que, “por la fe, Abel le ofreció un sacrificio a Dios mejor que el de su hermano Caín.” Por lo tanto, le agradó a Dios, por esa acción lo recordamos hoy. Una sola cosa, pero lo marcó por toda la eternidad.
Abraham, por la fe fue justificado. ¿Pero qué hizo Abraham? ¿Cómo demostró su fe en Dios? Entregando a su hijo. O sea, los pies de la fe de Abraham, fueron “el sacrificio que él estaba a por hacer al dar a su hijo”.
Es decir, la fe la puso a funcionar, empezó a caminar, hubo evidencias.
Y algo tremendo que pude ver: ¡Adán y Eva, tuvieron fe en la palabra de la serpiente! ¡Y le pusieron pie!
En lugar de creerle a Dios, que ya había puesto en ellos la capacidad de creer; viene de Dios mismo. Pero en un momento determinado, ellos, en lugar de creerle a Dios, le creen a la palabra de la serpiente.
Tuvo más poder lo que el diablo les dijo, que lo que Dios les decía, pero depositaron fe.
¡Depende de dónde se deposita la fe, es cómo nos va después!
Cuando llegamos a los evangelios, y ya los hemos leído, vemos a Jesús trabajando con los discípulos, enseñándoles, viviendo lo que el Padre le decía, eso “eran las obras que hacía Jesús”.
Pero, nunca vemos que use el método del reproche, cuando Jesús enseñaba a los discípulos, nunca los reprochaba, aún cuando Pedro iba a negarlo, el Señor le advirtió que lo iba a negar, le dijo va a pasar esto y aquello, pero Yo he rogado para que tu fe no falte”... Pero no hubo un reproche de parte del Señor.
Si hacemos un recorrido de lo que escuchó o leyó de los evangelios: ¿Cuál es la única cosa por la que el Señor reprocha a la gente o los reconviene? Por la duda.
Aún cuando ellos tropezaban y caían en cosas, cuando pecaron en ciertas cosas, cuando se pelearon por quién era el mayor o el menor, el Señor les habló, les enseñó. Pero nunca se paró delante de ellos a decirles “hombres de poca fe”, solamente en este caso les dijo, ¿por qué no creen? ¿Por qué dudaron?
En un momento hasta les dijo, “les reprochó por su incredulidad y dureza de corazón”.
Eso me conmovió, aún en diferentes cosas que ellos hacían, nunca vemos al Señor en estas áreas reprocharles pero sí por la falta de fe.
Cuando uno analiza esto, puede ver que algo hay detrás de todo esto, vea algunas cosas de las que les decía el Señor:
“¿Por qué temen hombres de poca fe?
No hará mucho más con ustedes, hombres de poca fe...
Si tuvieran fe como un grano de mostaza...
¿Cómo no tienen fe?” ¿Dónde está su fe?
He rogado por ti para que tu fe no falte”.
“Les reprochó su incredulidad”...
Reprochar es reconvenir; es decirle a alguien “¿qué pasa?”. “Me molesta esto”.
Por otro lado, ¿leyó en los evangelios que el Señor le haya dicho a alguien, te felicito porque te arrepentiste; ¡Qué bueno que entendiste que necesitas pedirme perdón por tus pecados!?
No, el Señor no hizo esto.
Pero cuando alguien tenía fe, el Señor, dice la Biblia, “se maravilló de que tuviera tanta fe”.
Ni en Israel, cuando hablaba del centurión o de la mujer sirofenicia que andaba atrás del Señor y persistió, el Señor dijo: “Nunca, ni es Israel he hallado tanta fe”.
La del centurión al Señor lo maravilló.
La fe de esta mujer sirofenicia, lo maravilló.
Usted tiene que saber esto, la fe es algo que a Dios le agrada y usted la tiene aún antes de conocer al Señor. Porque lo que le hace conocer al Señor es esto y cuando decidimos hacerlo, después viene la salvación. Es algo puesto por creación en el ser humano. Nadie en la tierra, ningún un ser humano puede decir: “no tengo fe”. Porque está en el hombre, metido adentro, es como la imagen y la semejanza de Dios, es parte de lo que Dios es, está puesto en nosotros por creación, entonces, la tenemos.
Esto es tremendo, que el Señor se “maravilla” cuando ve a alguien que tiene fe, cuando ve a alguien que persiste y toma lo que le pertenece, porque sabe que es de él, porque el Señor se lo puede dar, porque está en el corazón del Señor dárnoslo o porque está en el corazón del Señor que hagamos tal o cual cosa por fe, que lo desarrollemos y nos movamos.
¡Es poderoso y muy sencillo! Pero estoy viendo en el Espíritu el poder de Su Palabra en su vida, tenemos que recibir el espíritu de esta Palabra.
El Señor les reprochaba, pero ¿por qué lo hacía? Porque está en nosotros la capacidad de confiar plenamente en Él, creerle y ponerle pies.
¿Que significa obedecer? Él reclama lo que nos dio, Dios lo reclama de nosotros y aún nos puede reprochar la incredulidad porque sabe que está adentro nuestro la capacidad de creer y que si no lo estamos haciendo hay un problema en nosotros, no en el Señor.
Yo creo firmemente en el Señor que si no está sucediendo, yo quiero desatar en usted la fe.
Si considera que su fe está atada, decirle al Señor en este momento: “desato la fe que tu pusiste, no se la pida al Señor porque ya la tiene”.
Cuando en Lucas 17:5, los discípulos se acercan al Señor y le piden: “Auméntanos la fe”, si esto nos sucedería a nosotros como siervos del Señor, nos sentaríamos a decirle cómo aumentar la fe: y empezaríamos a buscar en la Biblia y a darle “el paso número uno”, para que esa persona tenga fe...
El Señor respondió simplemente, no son “los pasos”, “si tuvieras fe como un grano de mostaza”, no les hace falta más que eso para empezar. ¿Entendemos esto?
Si le decimos al Señor, dame fe o auméntame la fe, su respuesta será: tienes fe como un grano de mostaza, así de chiquitita, empieza a hacerla crecer. Porque la fe es la misma para salvación y para todas las demás cosas.
MEDIDA DE FE
La medida de fe sí es diferente y ésta no depende de Dios, depende de nosotros.
Porque la medida de fe es la que yo tomo del Señor y decido creerle a Él. La falta de fe, el no ponerle pies a la fe, el no obrar en fe, el no hacer las obras de Dios, es una afrenta a nuestro Señor.
No creerle al Señor, es afrentar contra lo que Él nos ha dado, así como al principio dimos el ejemplo de la productividad, el no productivo va en contra de su naturaleza, va en contra de lo que tiene, va en contra de lo que Dios le puso adentro en todas las áreas de la vida.
El que no tiene fe, va en contra de Dios mismo, porque de Él es la fe y Él la puso en nosotros.
Pero, ¿la fe en quién, o en qué? En el que está por encima de todas las cosas, el que puede abrir todas las puertas, el que puede cambiar todas las situaciones, el que nos puede llevar a hacer las cosas más increíbles para Él y poderosas en Él.
En Él tenemos la fe depositada, por eso como sabe lo que Él puede hacer en nuestro favor y lo que podemos hacer nosotros en “su poder”, cuando no ve fe, permítame la expresión pues es mía no de Él, se desespera Dios.
Tanto potencial hay en cada vida, que Dios puede meter en su vida para que vivas, y tú limitas eso.
Cuando los discípulos dijeron “Señor, auméntanos la fe”, él dijo “si tienen fe como un grano de mostaza”, empiecen con eso, es suficiente para comenzar porque se va a desarrollar después.
Por lo tanto, no hay enseñanza de “cómo tener fe”, porque ya la tenemos.
El Señor les dice a sus discípulos: “tened fe en Dios”. (Marcos 11: 22).
Y la traducción de este versículo es “tened la fe de Dios”. No es lo mismo tener fe en Dios, que tener la fe de Dios, la que nos ha sido impartida en nosotros, la que lo mueve a Él para hacer las cosas y aún para confiar en el ser humano, porque Él sigue confiando en su Iglesia, sigue confiando en nosotros.
Es mucho más que eso, es la fe que está en Él, la que Él impartió en nosotros.
Todo lo que tenemos como capacitación es lo que Dios ha depositado directamente en nosotros, de sí mismo, no estamos hablando de que Él tomó algo y me lo dio, Él se impartió en nosotros, por eso es tan celoso en reclamar lo que ha puesto en nuestras vidas.
¡Tengan la fe de Dios, no solamente tengan fe en Dios!
Pero sin fe es imposible agradar a Dios.
(Hebreos 11: 6)
Esto se tiene que entender en el espíritu, porque no es el caso que haga una exégesis del versículo, el tema es que en base a lo que estamos viendo, el Señor nos esté revelando que obviamente, si no tenemos fe en Él, saber que cuando nos acercamos a Él, nos oye y tiene la disposición de contestar lo que pedimos; cuando no tenemos fe, no nos estamos comportando como un hijo de Dios, nos estamos comportando como esclavos, con mentalidad esclava.
Pero cuando sabemos quién es nuestro Padre y nos acercamos a Él, Dios se agrada.
Si le queda esto como una lección: “El Señor se “maravillaba” de la fe de una mujer y de un hombre”...
El gozo mío sería el mismo, que Dios se pueda maravillar de mi fe, que pueda disfrutar mi fe y se goce diciendo al “menos alguien me cree”, quiero eso para mi vida.
Creo que usted también lo quiere, por eso declaramos “desatada” sobre su vida, en todas las áreas, la fe de Dios.
¡En este momento dígale esto al Señor! (luego seguiré compartiendo el mensaje)...
En este momento, dígale usted al Señor:
“Yo tengo tu fe”, no es una fe como tiene el mundo, no la que me enseñaron, que no tiene vida, tengo la fe tuya, la que Tú me diste por creación y la que Cristo afirmó y me dio por redención, y lo que tengo lo tengo que poner en funcionamiento, me estás mostrando una vez más algo importante, Tú no me vas a dar lo que ya tengo, lo que yo debo poner en funcionamiento, lo que tengo adentro. ¡Gracias por lo que tengo!
¡Agradézcale a Dios por la bendición poderosa de tener fe, la capacidad de creer en la veracidad de Dios, en la fidelidad de Dios, en confiar en Cristo Jesús! ¡Créale al Señor! ¡Y gócese por lo que ya tiene adentro suyo!
BENEFICIOS DE LA FE
¿Qué beneficios me da la fe?
La fe es la conductora hacia la salvación, porque dice:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios.
Efesios 2: 8
La fe me conduce a la salvación.
La pregunta es ¿qué beneficios me da a mí la fe?
* Ser salvo. Lucas 7:50; Efesios 2:8.
* Ser sano, aunque la salvación incluye la sanidad. Mateo 8:3.
* Tener vida abundante: cuando dice “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Juan 10:10.
Cuando Jesucristo dijo esto, no es su vida buena y abundante, es la vida de Dios “zoe”, es la vida impartida de Dios dada por Dios mismo, esa vida abundante, es la que está adentro nuestro.
* Ser bendecido. Es la bendición de Abraham que nos alcanza a cada uno de nosotros, la bendición de la fe. Gálatas 3:6-14.
* Ser fortalecidos. Romanos 4:20
* Ser justificado. Romanos 4:20-25; 3:26
Ésta es la parte de Dios hacia nosotros; cuando tenemos fe, éstas y muchas cosas más, como la entrada a la gracia de Dios y más...
¿Qué beneficios obtiene Dios de mí fe?
Normalmente la pregunta que nos gusta contestar es cuáles son mis beneficios, pero como estamos en pacto, el pacto es de dos, no de uno. Y andamos siempre hablando de los beneficios del pacto para mí y Dios dice, ¿cuándo te acuerdas de la parte que tú tienes para conmigo?
* Productividad.
Dios es productivo y no le interesan las cosas que fracasan, es difícil escuchar esto, porque me pueden decir, pobre gente que fracasó...
No estoy diciendo que a Dios no le importa la gente, no le importan los “negocios”, el trabajo particular, todo tipo de negocios... Pero para Dios nuestra vida es un “negocio”, o no decía Jesucristo, “en los negocios de mi Padre me conviene estar”.
Quiere decir que para Dios, aún el evangelio y nuestras vidas “es un negocio”, es “su negocio”.
Y del negocio queremos obtener dividendos.
Mi esposo nos daba un ejemplo en un mensaje: Si usted pone un negocio y a los tres meses tiene que pedir dinero prestado para seguir funcionando el negocio, tiene que hacer dos cosas, o reestructura o cierra la cortina.
La Iglesia de Jesucristo tiene que dar dividendos, tiene que dar fruto, fruto de la fe, porque si no, cerramos la cortina y nos dedicamos a otra cosa, así es.
En Hebreos 11 (no lo vamos a leer, sino que sacaremos algunas conclusiones).
* La fe es la motivadora de las obras.
La fe es el motor de las obras, la que le pone pies.
* Nos capacita para ofrecer lo mejor.
Como Abel ofreció el mejor sacrificio, Dios obtuvo de la fe de Abel el mejor sacrificio, obtuvo su obediencia.
* Cumplir propósitos aparentemente locos.
Como el caso de Noé, se puso a construir un barco arriba de una montaña, cuando nunca había llovido, era algo bastante loco; además la gente de su tiempo le llamaba “loco”.
La fe me permite hacer cosas “aparentemente locas” para Dios y Dios obtiene el resultado, porque a través de la locura y la obediencia de Noe, Dios pudo ejecutar justicia sobre la tierra, por dos cosas: una, porque encontró a un hombre justo, Dios buscaba justicia para poder ejecutar justicia y segundo, a través de él construyó una arca y a través de él declaró el juicio sobre la tierra. Dios obtuvo un beneficio a través de Noé.
* Vamos a ir donde Dios nos mande.
Como Abraham; no importa si sepamos dónde vamos a ir, porque además estamos hablando de ponerle pies a la fe y andar por fe, es siempre caminar sin saber a dónde uno va. Dios nos puede decir, las naciones, lo global, pero de ciertos pasos se va abriendo el camino a medida que caminamos.
Hasta ahora no hablé del tema de las obras, pero si presta atención, en todo lo que estuvimos hablando se incluyen las obras.
De todos modos, no es “a ver qué hago”. Muchas veces en la Iglesia hemos dicho “¿qué buenas obras tendremos que hacer?” y hacemos una lista. Por ejemplo, si llega un chico pobre le voy a dar de comer, si veo una anciana le ayudo a cruzar la calle... y al final del día nos sentimos satisfechos porque “ya hice la obra de Dios”. ¡No estamos hablando de eso! ¡Ni vamos a hablar de eso! Es decir, vamos a hablar de eso pero en otro sentido, porque podemos estar haciendo todo esto, sin estar haciendo la obra de Dios. ¡O poniéndole pies a las obras de Dios!
* Que le creo y puedo tener un hijo a los noventa años.
Como Sara, dar fruto a cualquier edad, siempre es fructificar.
No importa los tiempos, le creo y Dios hace que lo que estaba estéril termine dando fruto, porque para eso fue creado.
A la fe de Sara y de Abraham le pusieron pies y el resultado fue un hijo ¡A los noventa años!
No hay duda que los hijos habidos en la juventud son una bendición, porque, ¿cómo habrá hecho Sara para corretear detrás de Isaac a los noventa años? Pero si Dios determina hacerlo... ¡Gloria a Dios!
* Entregarle lo que me pida.
Aún un hijo, como lo hizo Abraham, como lo hizo Dios.
O sea, ¡Sí Dios me pide un hijo! ¿Me estaría pidiendo algo incoherente? No.
Primero, Él dio a su propio hijo, es decir, del momento que hizo lo que hizo, me puede pedir exactamente lo mismo y yo no tengo nada que decir.
Por la fe solamente se puede entregar un hijo, como Abraham, pero porque sabía que Dios tenía el poder para resucitar, Abraham no tuvo ningún problema en matarlo, es más, lo hubiese hecho, parece una locura, pero no pensando en que se acababan las cosas, sino pensando en que Dios lo resucitaría, porque Abraham había creído que Isaac era el hijo de la promesa, por eso si Dios se lo pide él lo mata, pero sabía que no era el fin, porque así como me lo pide así lo resucita, porque Dios dijo que éste era el hijo de la promesa...
Quiero compartir algo: Estábamos en Bahamas con Myles Munroe y viene un hermano precioso de Haití, un hombre que Dios está usando en sanación, para ir en contra de todo lo hay en esa Nación a nivel “religioso”, que es terrorífico, todo lo que es las religiones vudú... Él dice que su papá, cuando nació le dio una palabra y dijo: éste varón va ser usado poderosamente por Dios para que en esta nación suceda “x” cosa, pero cuando tendría como seis o siete años murió, estaba en el cajón, lo estaban velando y en el momento que lo estaban velando, el papá dijo: ¡Señor, Tú me dijiste que este hijo iba a ser un hombre grande que Tú lo ibas a usar en esta Nación, por lo tanto no puede estar muerto y si está me lo resucitas!
Dice que lo tomó, lo cargó y la gente pensaba que estaba loco, salió caminando y a medida que iba caminando, el nene llegó a toser y resucitó... Les contaría todo lo que han hecho en Haití para ir en contra de todo esto que se había establecido en esa Nación... Pero ¿Qué es lo que estableció esto? Fe en la Palabra que Dios había hablado.
Esto es tremendo, si a un hijo suyo, Dios le dice algo que va hacer y en algún momento se muere, usted puede hacer lo mismo, no estamos hablando cualquier cosa. Si Dios dijo que este niño o niña, iba a ser un hombre o una mujer de Dios que iba a hacer tal cosa, por lo tanto lo levanto de los muertos, basado en la fe de lo que Dios dijo.
La fe de Abraham, la confianza cuando estaba dispuesto a matar a Isaac, fue que sabía que lo iba a levantar de los muertos, así lo dice el Nuevo Testamento, que tenía fe en el poder de Dios que lo iba a resucitar de los muertos.
* Renunciar a lo que me pida.
Como Moisés, que rehusó ser llamado el príncipe de Egipto y eligió dirigir al pueblo de Israel y aún ser maltratado junto con el pueblo de Israel.
Cuando Dios pide algo, los pies que le ponemos a la fe se evidencian en que si Dios dice “renuncia a esto”, lo hacemos, pero lo que determina mi plena confianza y el obrar de esta manera es lo que yo determino en el Señor.
Resumiendo:
Necesito fe en Cristo Jesús para ser salvo, pero necesito hacer sus obras para mostrar mi fe.
Necesito hacer “sus obras”, no “mis obras” para mostrar mi fe, no inventemos nada, porque dice Efesios 2:14:26:
”Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas.”
Somos creación suya, pero lo interesante es que Dios “preparó esas buenas obras” de antemano, ya están determinadas por Dios no tenemos que inventar.
“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano
a fin de que las pongamos en práctica.”
Entonces uno de los fines de nuestra salvación es que le pongamos pies a nuestra fe, es decir que pongamos en práctica lo que Dios pone en nosotros para hacer.
“Hermanos míos,
¿de qué les sirve a uno alegar que tiene fe si no tiene obras?
¿Acaso podrá salvarlo esa fe?”
Cuando dice Acaso podrá salvarlo, dijimos que somos salvos por la fe, dice Efesios 2: ”porque por gracia sois salvos por medio de la fe;... pues es don de Dios.
Acá se está refiriendo a la fe que no tiene pies, a la fe que no tiene fruto, que no tiene obras, la fe en Dios nos salva, ahora dice, ”esa fe”.
A veces vemos gente, que “sí pero no”, o sea, dicen que son de Dios pero no hay obras de Dios en sus vidas, y no agrego nada más ¡Piénselo!
Supongamos que un hermano o hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: “Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse”, pero no le da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta.
O sea, no es fe, es palabra nada más.
Sin embargo, alguien dirá: “Tú tienes fe, y yo tengo obras.”
Pues bien, muéstrame tu fe sin las obras,
y yo te mostraré la fe por mis obras.
¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico!
También los demonios lo creen y tiemblan.
Creer así, pero no dar fruto de fe... Hasta los demonios y el diablo saben que Jesucristo es el Señor, es más un día se van a arrodillar porque dice que toda lengua confesará en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, es decir los que están ahí abajo y los que están por todos lados, hasta los demonios y Satanás se van a doblar ante el Señor un día, lo dice la Palabra de Dios. ¡Todos se postrarán! Los demonios creen y tiemblan, porque ellos saben lo que les espera.
¡Ésa no es la clase de fe que queremos nosotros!
¡Qué tonto eres! ¿Quieres convencerte de que la fe sin obras es estéril?
¿No fue declarado justo nuestro padre Abraham...
Ésta es la obra de fe, no es solamente darle de comer a alguien, acá está todo, darle de comer al que no tiene, al necesitado; pero no ése el fin de las cosas, la fe se muestra...
”... por lo que hizo cuando ofreció sobre el altar a su hijo Isaac?
Ya lo ves: Su fe y sus obras actuaban conjuntamente, y su fe llegó a la perfección
por las obras que hizo. Así se cumplió la Escritura que dice:
“le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia”,
O sea, fue justificado por su fe, y fue llamado amigo de Dios.
Como pueden ver, a una persona se le declara justa por las obras, y no sólo por la fe.
De igual manera, ¿no fue declara justa por las obras aun la prostituta Rajab,
cuando hospedó a los espías y les ayudó a huir por otro camino?
...Ay Señor, yo soy tan bueno y ésta que es una prostituta, Tú la consideras justa y una mujer de fe y hasta está en Hebreos 11, y es más, hasta es una de las ascendientes de Jesús... ¡Qué tremendo!
Es diferente el concepto que nosotros tenemos de lo que son las obras, y quiero que lo vea; sacarle el polvo y la religiosidad a las obras que pensamos que son las obras de Dios.
Rajab, la obra que hizo fue esconder a dos personas en un tarro, taparlos y luego hacer todo lo que hizo para que no los encontraran, y ella dijo: “Yo sé que el Dios verdadero está con ustedes y yo se que la tierra es de ustedes”.
Ella era del enemigo, y siendo del enemigo actuó por fe, tenía más fe que los diez espías que se habían vuelto y que dijeron “no podemos”, esos eran del pueblo de Israel y terminaron abortando su fe, o sea, no poniéndole pies... Y esta mujer que era extranjera, prostituta, con todo ese curriculum, es una de las grandes mujeres de fe que está registrada en la Palabra de Dios, la acción “esconderlos, ponerse de parte de Dios y no de su pueblo”.
Si en un momento determinado de su vida, usted tiene que ponerse en contra de los suyos, los de la carne, para estar de parte de Dios, para Dios es una obra de fe. No hacerlo si Dios no lo dice, pero si Dios me lo pide y tengo que hacerlo para Él, es otra cosa.
Toda su familia se le oponía y cuando Dios vio que eligió estar de su parte, dijo: “merece que escriba su nombre en el libro”, esa era una obra de fe. ¡Qué diferente el concepto nuestro!
Se están rompiendo cosas y ¡Le doy la gloria a Dios!
“Pues como el cuerpo sin el espíritu está muerto,
así también la fe sin obras está muerta.”
Santiago 2:14-26
Hay una cosa interesante aquí: habla de obras de fe, no de mis inventos y lo que entiendo en Dios y no sé si voy a tener las palabras exactas... Pero sé que a los que están abiertos a recibir se los va a revelar.
¿Por qué obras de fe?
Porque dependo de Dios para saber lo que voy a hacer, para descubrir cuál es la obra que Dios tiene para que yo haga... no sé si es claro.
¿Por qué son de fe o de Dios?
Porque no sabemos lo que nos dará mañana para hacer, o cuál es la obra que ya está escrita o determinada por Dios. O sea, tengo que caminar confiando, creyendo y dependiendo y esto hace que cuando se presente la oportunidad haga lo que Dios tiene preparado de antemano; pero no lo hice porque se me ocurrió o anduve elucubrando, lo hice porque caminé en fe y cuando se presentó la oportunidad de Dios, ahí estuve y lo hice.
Tenemos que sacarnos las ideas de lo que son las obras conforme a nuestros conceptos y empezar a decirle al Espíritu Santo que nos ayude cada día a caminar en fe, a depender de Él cada día, de tal manera que lo que se me presente, quizá sean cosas muy sencillas, no espectaculares, porque Dios no se mueve normalmente en cosas espectaculares, las obras de Dios son cosas que muchas veces ni las van a ver. Mucha gente en Hebreos 11, ni están sus nombres escritos, pero fueron gente que hizo cosas, quizá una sola en su vida, pero esa obra determinó que fueran gente digna del Señor y agradables a Él.
¡Esto es algo poderoso!
“Pero tenemos este tesoro...
(todo lo que Dios ha depositado en nosotros, su propia vida),
...en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros,
que estamos atribulados en todo, mas no angustiados;
en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados;
derribados, pero no destruidos;
llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús,
para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.
Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús,
para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito:
Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos”.
2 Corintios 4:7-13
“Escrito está: “Creí, y por eso hablé.”
Con ese mismo espíritu de fe también nosotros creemos, y por eso hablamos”.
2 Corintios 4:13 (NVI)
Al hablar estamos haciendo producir y fructificar la palabra en la cual creemos. Hay un orden, pues dice Creí, luego hablé, pero lo hago con un espíritu de fe.
Con espíritu de fe hablamos o creemos, porque hablamos la Palabra de Dios, luego que la leemos, porque la creemos, creemos, hablamos y luego empieza a suceder, tanto en nosotros como en los otros, lo que estamos hablando, porque ésa es la gracia que Dios le dio a la Palabra. La potencia que tiene la Palabra es crear vida y dar vida.
Esto es lo importante: espíritu de fe.
Es esto la unión del Espíritu Santo y nuestro espíritu humano, se une el Espíritu Santo y al unirse ambos forman el espíritu de fe... Es como una conjunción, es como una unidad, no es solo Espíritu Santo y no es tampoco espíritu humano o habilidad humana, porque la habilidad humana sola es fuerza natural, y el Espíritu Santo actuando solo sin un vaso a través del cual actuar tampoco es efectivo, no porque no sea poderoso, sino porque no tiene por dónde manifestarse. En la unidad del Espíritu Santo y del espíritu humano, esas dos cosas unidas, conforman el espíritu de fe.
Hemos hablado mucho de “un mismo espíritu”, esto es la unidad por un lado del Espíritu Santo con el espíritu humano y de esos mismos espíritus unidos entre nosotros, funcionamos en el mismo espíritu, ése espíritu es el que debemos ejercitar para creer y para hablar.
Entonces basándonos en esas dos cosas juntas entre nosotros, lo que creemos lo hablamos; o sea, le ponemos pies a lo que estamos creyendo.
La fe está en nuestro espíritu, en nuestra mente está la duda, y en nuestro espíritu está el Espíritu Santo, la persona de Dios, pero en la mente humana sin renovar está la duda.
Por eso cuando Dios dice que renovemos nuestro entendimiento, significa que permitamos que ese espíritu de fe que es la unidad entre Espíritu Santo y espíritu humano, renueve mi entendimiento; entonces tomando ese espíritu empieza a suceder que las cosas se empiezan a dar, porque la palabra que vamos soltando y hablando es la que va determinando todas las cosas que están a mi alrededor...
Y sé que ya hay muchos que lo hemos probado y lo estamos viviendo, porque cuando hablamos lo que Dios habla, las cosas pasan, cuando pensamos lo que Dios piensa, cuando determinamos aún de nosotros mismos lo que Dios dice, las cosas empiezan a funcionar, porque estamos ejerciendo un espíritu de fe.
¡Esto es tan hermoso!
Saber la capacitación extraordinaria que tenemos cada uno de nosotros de parte del Señor.
Creí por lo tanto hablé.
¿Cuál es el motor de esa palabra? La fe.
Pero a su vez el motor de la palabra es la fe, pero a la vez los pies de la fe es la palabra que hablo, las obras que realizo. Conforme a los que nos decía el libro de Santiago, es dar al hermano que necesita pero también es entregar nuestra propia vida.
Si nos conformamos solamente con dar cosas, nos quedamos cortos, “las buenas obras” es hacer la perfecta voluntad de Dios cada día de nuestra vida, en todas las áreas donde Dios trabaje con nosotros y nos diga “esto entrégamelo, renuncia a esto, has esto, ve acá, ve allá, cree en esta palabra, suelta esta palabra...”
Yo a veces he hablado cosas que todavía no eran reales, mejor dicho efectivas, porque reales eran en el sentido en que las aceptaba, pero no eran efectivas todavía en mi vida, pero que en Dios, me doy cuenta que al hablarlas y compartirlas y decirlas, esa palabra empezaba a dar fruto.
Nos gozábamos en este tiempo por lo que estamos viendo, porque estamos viendo el fruto de lo que sembramos durante años; si nosotros nos gozamos en esto, cuánto no se gozará el Señor cuando ve que lo que Él nos da, que lo que Él implanta, que lo que Él pone, y no estoy hablando solamente de sanidad física sino en todas las áreas de la vida, no hay una sola área donde cuando aplico la fe y tomo la fe de Dios y la pongo en esa situación, eso no se abra y sea un mar abierto por el cual podamos pasar... y ha sido dado por el Señor por lo tanto esta es la palabra que les dejo de parte del Señor.
Recíbala en el Señor y dígale gracias, porque es tu Espíritu Santo en mi espíritu y en esa unidad yo puedo tener un espíritu de fe... Un espíritu de fe que me permita creer y hablar...
Y cuanto más hable lo que Dios dice, más va a creer y más va a ver. Su fe es la fe de Dios, es la misma fe básicamente, pero se va a empezar a desarrollar más y más, de tal manera que tiene que llegar el día donde Dios diga, me maravillo de esta gente... y me gozo porque le vuelvo a decir, Dios no nos aplaude, por lo menos no lo vemos en la Escritura cuando nos arrepentimos, pero sí cuando le creemos en cada paso de nuestra vida.
Entonces resumimos las obras de fe, nunca sabemos cuáles van a ser, caminamos pero no sabemos mañana cuál es, si lo sabe es porque está inventando, salvo que Dios se lo haya revelado un día antes... Puede ser, a veces Dios lo quiere hacer, pero la fe me lleva a caminar, y caminar, y ponerle pies y decir, Señor, no sé lo que viene mañana, no importa, pero Tú sí sabes, gracias.
Yo sé lo que voy a hacer mañana en ti, no sé las cosas que voy a hacer, no sé lo que para ti es una obra de fe mañana, pero Tú sí sabes Señor...
Le voy a compartir un correo de Marta Cipolla:
“Las obras de Dios están preparadas de antemano y nosotros por medio de la fe las realizamos siempre sin ver nada, porque Dios no nos da el cuadro completo, a medida que uno obedece, se amplía la visión y vamos desarrollando lo que Él nos pidió, creyendo que es Dios quien las hace por medio de nosotros para que toda la gloria sea para Él.”
Muchos comenzaron por la fe haciendo las obras de Dios, pero terminaron por las obras sin fe en el Dios que los envió.
Y nosotros no declaramos esto último sobre nuestra vida, para nada, ninguno de los que recibe esto, porque hemos declarado en el Señor que el cien por ciento nos va a llegar, lo que Dios nos propone no es para el 20 % ni para el 10% ni para unos pocos privilegiados, “todos”; esta palabra de fe, la fe en el Dios vivo y verdadero, la fe de Dios, la fe en Jesucristo que dio su vida, la fe en ese Dios poderoso y maravilloso que creó todas las cosas por la palabra de su poder, que sostiene todas las cosas por la palabra de su poder, és
Si las pudiéramos hacer nosotros estaríamos pavoneando el plumaje de las alas ¿no es verdad?e es el Dios en el que creemos y el Dios que merece nuestra fe.
Piénselo de esta manera, la fe no es solamente para que nos vaya bien a nosotros, Dios merece nuestra fe, Dios merece nuestra confianza, porque Él es suficientemente grande, poderoso, bueno, misericordioso, lleno de gracia, de amor, de visión, de entendimiento, de propósito, de vida, y aún de una vida eterna extraordinaria que no tenemos ni idea de todo lo que va a pasar allí, para que nosotros le neguemos a Dios lo que Él mismo ha puesto en nosotros.
Si no tiene esta fe, es decir, tiene la fe adentro pero no la ha depositado en el Señor Jesucristo, le digo: ¡Usted la tiene!
Dios se la puso, pero en este momento le dice el Señor algo importante, la fe que puse adentro tuyo es para que la deposites en mí y en la obra que mi Hijo Jesucristo hizo a favor tuyo.
¡Dígale al Señor me rindo a ti, porque Tú mereces que te crea!
Vamos a pararnos en esta fe; si el espíritu de fe nos habita, usted no necesita más que cada día confiar para cada área de su ser, en todas las cosas, en lo físico, en lo emocional, en lo relacional de familia, en su trabajo, en sus posibilidades, en sus negocios, en todas las áreas, si usted aplica esta fe y declara lo que Dios dice, lo cree y lo habla, usted va a ver delante suyo las puertas abiertas.
Nos paramos delante del Señor en fe, delante de Dios a decirle gracias, gracias porque por creación has puesto en cada uno de nosotros la capacidad de creer, gracias Señor, gracias Padre.
Señor, declaramos que ese espíritu de fe nos habita. Cuando nos paramos en esto, ¿qué se puede poner delante nuestro que no seamos capaces en ti y por medio de ti de poder desarrollar?
¿Qué obra que Tú nos pidas no se va a poder hacer cuando nos movemos en este espíritu de fe?
Señor, ¿qué puerta va a quedar cerrada cuando Tú la abres delante nuestro Señor?
Oh Padre, gracias porque nos has revelado, nos dado entendimiento que ese espíritu de fe nos permite ponerle pies y caminar cada día dependiendo de ti para hacer lo que Tú has establecido aún de antemano sobre cada una de nuestras vidas...
Si algunos teníamos conceptos equivocados de las obras, ahora renunciamos a ellos, en el nombre de Jesús y declaramos que las ideas humanas, se van.
Porque hemos creído en ti por fe, hemos empezado a caminar en fe, pero luego hemos andado en ti por obras, hemos creído que si no hacemos cosas por ti, Tú no nos amas.
Cuántas veces Señor hemos pensado que lo que tenemos que hacer por ti es porque te debemos algo, perdónanos en el Nombre de Jesús...
Cuántas veces decimos que tenemos que hacer algo para pagar la salvación y Señor, aunque hiciéramos todas las obras y aún entregáramos nuestra vida, no te podemos pagar la salvación. La salvación no se paga las buenas obras, las hacemos por amor a ti y por obediencia y por fe, jamás con espíritu de querer pagarte.
No hay nada que podamos hacer por pagar la vida eterna que nos diste, ese concepto ahora lo destruimos en nosotros porque eso no es tuyo, eso ha sido de la religión, de los sentimientos de culpa... eso ha sido de cosas que no han provenido de ti...
Hoy nos has enseñado que las obras de fe son las que Tú preparaste y las que hacemos porque te seguimos porque confiamos y porque dependemos de ti y porque así te demostramos que te amamos y que estamos reconocidos contigo.
Declaramos que todo lo tenemos, que todo lo hemos recibido y tomamos una decisión más en nuestra vida, de las tantas.
Señor, le vamos a poner pies a nuestra fe, vamos a caminar nuestra fe, vamos a obedecer, a ponerle la capacidad de que se evidencie lo que hay dentro nuestro y se manifieste Señor...
Gracias Padre, te honramos y te glorificamos porque nuestra fe no está muerta, esa fe no es la que tenemos, la nuestra es una fe que tiene pies.
Gracias Padre, te honramos en el Nombre de Jesús y recibimos de ti esta palabra y todas las cosas, todas las circunstancias.
Yo no sé que circunstancia tú estás viviendo en este momento personal, familiar, laboral, en el ministerio, en tu entrega al Señor, pero el Señor dice esto: Ponlo bajo el espíritu de fe, pon toda tu vida, tu circunstancia bajo el espíritu de fe y bajo ese espíritu de fe todas las cosas van a ser puestas en orden, sobre cada una de esas cosas vas a poder hablar lo que crees y esa palabra creativa, esa palabra de poder determinará que cada una de esas cosas, estén en orden delante del Señor.
Señor, nuestra mayor alegría es que nos digas “me maravilla tu fe”. Señor, ¿cómo te puede maravillar algo cuando Tú sabes todo y sabes aún lo que alguien va a hacer y lo que va a dejar de hacer por anticipado? Y sin embargo Tú te maravillabas y te sigues maravillando de nuestra fe...
Gracias Señor por esto, queremos ser hombres y mujeres que te agrademos por nuestra fe y que Tú cada momento puedas decir, “cómo cree mi hijo, mi hija, eso trae gozo a mi corazón”.
Gracias Señor, te honramos, te alabamos y te bendecimos y declaramos que estamos bajo el espíritu de fe, en el Nombre de Jesús nos gozamos y te glorificamos, amén y amén.
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