Tesoro de valor incalculable
Daniel Dardano
25 de June de 2018
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Qué gusto volver a estar juntos para escuchar la voz de Dios. Siempre la voz de Dios será de dirección, de orientación, y está por encima de cualquier otra voz. Y no solamente es de dirección, orientación, es ánimo, es fortaleza, porque Dios lo es todo en la vida, su Palabra es eterna, su Palabra es perfecta, por eso este tiempo, vamos a disfrutarlo, estamos juntos en la presencia de Dios.

Hace unos días estaba reflexionando sobre algo que les quiero comentar y es muy práctico. A veces, en nuestra vida, cuando nos acostumbramos a algo, ese algo pasa a ser común, pasa a ser hasta monótono, porque al acostumbrarnos también puede producirnos una rutina. Es decir, eso que tengo, lo veo todos los días y ya me acostumbré a verlo y a tenerlo.
Para que se entienda mejor lo que quiero decir, voy a hacer un ejemplo, voy a inventar una historia y vamos a utilizar a dos mujeres, una se llama Beatriz y la otra se llama Lucía, son amigas.
Beatriz le comenta a Lucía que necesita ropa, y que necesita específicamente una blusa, porque tiene ropa pero no tiene una blusa, que en este caso sería azul, para combinar con el resto de la ropa. Recorre tiendas, negocios, y no encuentra la blusa azul, pero un día la encuentra, se da cuenta que es la que le gusta, la toma entre sus manos, toca la tela, es de buena calidad, sabe que le va a quedar bien, es más, es de marca y tiene buen precio, está en oferta. Así que, feliz de la vida, Beatriz consiguió, compra la blusa azul. Una vez que la tiene la lleva a su casa y le dice a Lucía, Lucía encontré la blusa, la blusa que tanto esperaba encontrar; oh, felicitaciones le dice Lucía, bueno, el sábado nos vemos, me la voy a estrenar para que la veas. Imagínense ese sábado en la mañana, cómo Beatriz cuida esa blusa, no tiene que tener ningún defecto, ninguna mancha, tiene que estar bien planchada porque la está estrenando. Cuando se encuentra con Lucía, imagínense ustedes, Lucía la felicita; oh, la blusa qué bonita, el color azul te queda hermoso. Bueno, ustedes saben qué es lo que pasa cuando uno estrena una prenda, y luego Beatriz y Lucía tenían contemplado la posibilidad de encontrarse con otras amigas, se encuentran con esas amigas, y por supuesto, lo que pasa es lo mismo que pasó entre Beatriz y Lucía, aquella blusa azul pasó a ser el comentario de todas las amigas.
Pero luego, comenzaron a transcurrir los días, hay una segunda vez donde Beatriz se pone la blusa azul, alguien le dice, te queda muy bonita, eh, es muy linda la blusa azul.
Pero hay una tercera, una cuarta, una quinta vez, y ya la blusa azul pasa a ser algo común; ya Beatriz se acostumbró a la blusa azul y casi ni le da valor, es más, un día Lucía le pregunta por la blusa azul y dice, ah la tengo ahí, dice, ya tiene tanto tiempo que, bueno, la uso los sábados cuando salgo a hacer alguna compra o cuando voy al supermercado.

¿Qué pasó entre aquel día del estreno de la blusa azul donde no era común, donde era algo bello, hermoso, los demás le decían cosas, para ella no era común la blusa? ¿Qué pasó entre ese tiempo y el actual donde ya la blusa pasó a ser común, se acostumbró y es como rutinaria?
Bueno, lo que pasó es que por acostumbramiento a la blusa azul, esa blusa azul perdió valor.

¿Qué es lo que quiero decir con esto? Y ahora vamos a pasar a la parte espiritual.
¿Qué pasa en mí y qué pasa en ustedes, cuando decimos u oímos palabras como: Dios, Cristo, Jesús, Señor, salvación, fe, creer, arrepentimiento, evangelio, buenas nuevas, vida eterna?
Claro, yo sé que en este momento, en esta imagen mental, ustedes le ponen palabras y dicen, ah Ok, esto es prácticamente la doctrina de la salvación o la doctrina de la fe o del creer en el evangelio, y entonces hasta podemos decir, oh, extraordinario el evangelio de poder, el día que yo me convertí al Señor; sí, yo sé, el evangelio tiene un gran poder, Pablo lo decía, que el evangelio es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree... Sí, yo tengo muchos años de ser cristiano.
Pero, sabemos qué es la salvación, qué es la vida eterna, quién es Dios, quién es Jesucristo, sabemos del evangelio... pero lo sabemos. Ha pasado tanto tiempo desde que aquellas palabras fueron una vivencia en nosotros, que ahora son solamente conceptos.

Y lo que el Señor me marcó muy fuerte y les quiero dejar este sentir en Cristo, para que a partir de hoy podamos comenzar a vivir una vida cristiana floreciente.
Repito, lo que el Señor me marcó, es que llegó el momento de cancelar la rutina, de decirle no a la monotonía, de renovar todo lo que somos y tenemos en Cristo Jesús, de no permitir que aquellas cosas que fueron un día algo que ardía en nuestro corazón, hoy sea solamente un momento.
Y lo quiero transmitir porque creo que es importante que en los tiempos que estamos viviendo, tiempos de tanta confusión, la gente escuche de nosotros y vea de nosotros, que estamos transmitiendo a Cristo con amor, con poder y con pasión.
¿Por qué? Porque si seguimos en la rutina y en el acostumbramiento, esta rutina nos hace perder el amor, la pasión por Dios, y la obra de Cristo pasa a ser un concepto intelectual donde, sí, es cierto, lo valoramos, pero no siguen teniendo efecto en cada una de nuestras vidas.

Por eso, quiero compartir con ustedes un versículo importantísimo de la Palabra de Dios, dice así:

“Al que no conoció pecado,
por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él”.

2 Corintios 5:21 / RV60

Miremos un poquito hacia atrás en el tiempo, si pudiéramos penetrar la eternidad, allí en consejo eterno se decide el plan de redención del ser humano desde antes de la fundación del mundo.
Quiere decir que el plan de salvación, desde antes que el mundo fuese establecido, ya estaba planeado, ya estaba preparado, y llegó un día en que el cielo fue conmovido y todo el cielo se movilizó para que el Hijo de Dios viniera a la Tierra. Dios mismo hecho hombre en Jesús, para consumar la obra de nuestra salvación.
Imaginemos nosotros, el cielo invadiendo a la Tierra con la persona del Hijo de Dios, el perfecto, el Santo, el Justo, para llevar a cabo, hace un poco más de 2000 años, la obra de redención y de salvación de toda la raza humana.

Ahora bien, cuando nosotros pensamos en esto y sabemos que esto es así, empieza a haber en nuestros corazones un reconocimiento diferente, porque empieza a vibrar la importancia de la obra de Cristo que nunca debemos perder.
Voy a desglosar este versículo el cual mencioné, en las frases y por frases lo vamos a analizar.

La primera frase dice: Al que no conoció pecado...

El Redentor, el Salvador, no tenía que tener ninguna relación con el pecado. Es obvio que Él tuvo y tenía que tener siempre un poder superior al pecado, porque el pecado no podía vencerlo, entonces Jesús no conoció pecado. Es decir, no tuvo ninguna experiencia de haber pecado, por eso dice la Palabra, al que no conoció pecado. No había mancha, no había pecado en su persona, porque si hubiese habido una mancha de pecado, entonces el sacrificio de la cruz hubiera sido invalidado y el diablo hubiese aprovechado la oportunidad para saber que se podía escapar de la derrota que le esperaba, cuando el Hijo de Dios muriera en la cruz. Al que no conoció pecado.

Y la segunda frase es, Dios, por nosotros lo hizo pecado...

Ah, qué tremenda frase, pero qué tremendo contenido, al que no conoció pecado, al que no tuvo ninguna experiencia de haber pecado, aunque fue tentado en todo pero sin pecado, a éste, Dios, por nosotros lo hizo pecado... Es decir, Dios, trató a Jesús como el pecado mismo; no dice que Jesús se convirtió en pecador, reafirmo esto, porque Él nunca pecó, sino que se cargó sobre Él el pecado que no era suyo.
Por eso, es muy gráfico el profeta Isaías cuando dice:

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
cada cual se apartó por su camino;
mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”.

Isaías 53:6 / RV60

Es notable este versículo, comienza diciendo, todos... absolutamente todos nosotros, la raza humana nos descarriamos como se descarría una oveja.
¿Por qué se pierde una oveja? Porque no tiene sentido de orientación, sale de un lugar y no sabe cómo regresar al mismo lugar.

Nosotros queridos, habíamos hecho lo mismo con relación a Dios, nos desviamos, nos apartamos, desorientados tomamos nuestro propio camino, y ése fue el camino de la independencia, ése fue el camino del individualismo, ése fue el camino de decirle a Dios yo sé a dónde voy, aunque no sabíamos. Por eso la rebeldía, por eso la desobediencia, por eso la apatía hacia Dios, por eso la indiferencia y la dureza de corazón. Entonces Isaías es muy gráfico, a ese Jesús, a ese Jesús, Dios le puso sobre sí, la carga de nuestro descarrío, de nuestra independencia, de nuestra indiferencia, de todo aquello que nosotros jamás hubiésemos podido llevar. Es decir, todo eso fue cargado sobre Cristo.

Cristo experimentó la vergüenza, la humillación y el dolor del pecado, por eso Dios lo desamparó en el momento de la cruz, porque Dios no podía ver el pecado. Es decir, la maldición y la condenación, que estaban sobre nosotros, fue cargada sobre Él y toda la raza humana podía tomar de la redención de Jesucristo.
Dios convirtió a Jesús en representante colectivo de toda la humanidad, Jesús fue el representante de toda la humanidad con relación a cargar el pecado, pero Él nunca pecó. ¿Qué podemos decir a esto? Es una obra admirable, es una acción de amor y de entrega cual nunca nosotros pudimos haber pensado, ni siquiera podemos medir.

Aquí entonces, aparece el concepto de sustitución.
¿Qué es sustituir? Es colocar una cosa o una persona en lugar de otra.
Voy a hacer un ejemplo para que entendamos: Un día Dios le pide a Abraham que entregue a su hijo Isaac, Isaac está para ser sacrificado, en un momento Abraham levanta el cuchillo para degollar a su hijo, en ese momento aparece un ángel del Señor y le dijo, Abraham no lo mates porque ya he visto que temes a Dios, porque no me rehusaste a este hijo único tuyo. Inmediatamente, que Abraham, el padre, baja el cuchillo, mira hacia un costado suyo y ¿qué ve? Un carnero atado a un arbusto.
Ahí estaba la sustitución. ¿Qué hizo entonces Abraham? Tomó el carnero y lo sacrificó en lugar de Isaac. Eso es sustitución.

Ahora bien, nosotros debíamos pagar por el pecado, nosotros debíamos pagar por las culpas y por todo aquello que significó el alejamiento de Dios, sin embargo Dios dijo, ninguno de ustedes se va a sacrificar, porque el sacrificio de ustedes sería insuficiente, el único que puede pagar es un cordero sin mancha, sin contaminación, y que nunca tuvo relación con el pecado, ése es mi Hijo, y ése muere en sustitución y en lugar de ustedes.
Amados, Él fue el Cordero perfecto, por eso hoy necesitamos regresar a nuestro pasado, no para recordar los pecados antiguos, pero sí para volver a hacer vigente en cada uno de nosotros, aquel Cristo que nos amó, la obra de la cruz poderosa, para que nosotros pudiésemos ser salvos y recuperáramos la comunión con Dios.

Pero termina el apóstol Pablo escribiendo en este versículo, y después de decir, al que no conoció pecado, Dios, por nosotros lo hizo pecado... ahora dice, Para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Es decir, Jesús tomó todo lo que era nuestro, el pecado, para darnos lo que no teníamos, esto fue la justicia de Dios.
Resultado, Dios ahora nos ve justos y santos. Ésta es una obra tan sobrenatural y tan incomprensible, que solamente por revelación del Espíritu Santo, nosotros podemos llegar a atesorar, porque esto es realmente, un tesoro de valor incalculable.
¿Por qué? Porque Dios a través de Cristo nos ve justos, Dios trató a Jesús como pecador para tratarnos a nosotros como justos, su vida sin pecado fue acreditada a nuestra cuenta.

En definitiva, esa justicia en nosotros es Cristo, y eso lo dice 1ra. Corintios, capítulo 1, y el versículo 30:

"Cristo nos ha sido hecho sabiduría
y justificación de Dios
.
1 Corintios 1:30


Dios nos hace justicia en Cristo Jesús, es decir, cuando Dios nos ve justos a nosotros, es cuando Él mira a Cristo en nosotros, no es por nosotros, es por Él.

Luego de analizar todo esto, podríamos reflexionar, ¿qué más le podríamos pedir a Dios? ¿qué otra cosa hay que Dios no hubiese hecho para completar el plan de salvación? No podemos pedirle nada.
Por eso, Pablo en una nota admirable y en una exclamación de júbilo dice, en la Segunda Carta a los Corintios, pero tenemos este tesoro en vasos de barro...
¿Qué está diciendo Pablo? Bueno, en ese capítulo 4 de 2 Corintios, en el contexto viene hablando del evangelio, viene hablando del poder del evangelio, pero al hablar de todo eso, más abajo lo resume diciendo que, el evangelio es Cristo.
Y amados, así es, si pudiera yo parafrasear lo que Pablo está diciendo de acuerdo a lo que acabo de decir, sería decir, tenemos este tesoro, Cristo, dentro de nosotros, dentro de estos cuerpos tan frágiles y tan débiles.
¿Qué nos damos cuenta? Pablo nunca se acostumbró, nunca cayó en la rutina, nunca dijo, esto lo sé, Pablo tenía un motor espiritual, Pablo estaba alimentado por el Espíritu de manera que su vivencia espiritual le permitía siempre tener vigente la obra de la cruz, por eso la transmitía con tanto énfasis y con tanto poder.

Por eso, también entiendo ahora, cuando el mismo apóstol Pablo escribiéndole a los filipenses les dice, ocúpense de su salvación con temor y temblor.
Claro, el primer pensamiento que nos viene a la mente es, bueno, pero entonces, ¿me tengo que ocupar de la salvación que Dios me dio porque la podría perder? Para nada.
Nunca Pablo está expresando de que tenemos que ocuparnos de la salvación porque la podemos perder, lo que Pablo está diciendo es, ustedes y yo recibimos un tesoro en forma de salvación, que es Cristo, ese tesoro hay que hacerlo crecer, hay que multiplicarlo, y como la salvación que tenemos es integral, porque abarca espíritu, alma y cuerpo, cuando hacemos crecer, cuando hacemos desarrollar la salvación que hemos recibido de Cristo, Cristo es el que va creciendo dentro de cada uno de nosotros, porque se va desarrollando lo que es Él; entonces cada vez que nosotros hablamos o actuamos, Cristo, en realidad, se está manifestando.

Por eso Pablo dice, ocúpense, en otras palabras, dedíquense exclusivamente a trabajar, a labrar su salvación, porque ustedes además tienen un tesoro, que es un tesoro invaluable, incalculable.

Por eso, ya casi al finalizar esto tan importante que quise compartir con ustedes, y antes de leer un pasaje bíblico para finalizar, quiero pedirles que una vez finalizada la reunión, formen grupos pequeños para orar al Señor en agradecimiento y reconociendo la obra de Cristo en la cruz del Calvario.
Hoy tomemos la determinación de decirle, no a la rutina, no al acostumbramiento a la vida cristiana y el amor, el primer amor que sea renovado en este día.
Si está la disposición, el Espíritu Santo hace la obra en nosotros.
Y después de ese tiempo de oración, creo que será importante tener como congregación, un tiempo de alabanza y adoración al Señor, donde entonces cuando digamos, Jesús es el centro, yo lo amo con todo mi corazón, yo le entregué mi vida a Él y Él es exclusivo en mi vida, no hay nadie como Él, esto que estamos cantando sea una realidad, sea una realidad, y sea algo vigente, de manera que cuando transmitamos el evangelio, porque tenemos la misión de hacerlo, ese amor por Cristo, esa pasión y la gracia de Dios, derrita el corazón helado de la gente, y nos demos cuenta que el poder de la salvación está ahí, que Cristo sigue salvando, que el evangelio es poder de Dios para todo aquel que cree.

Quiero leer para finalizar, mis hermanos, algo precioso que está en Apocalipsis, el capítulo 7, versículos 9 al 12, y dice así:

“Luego vi frente al trono y delante del Cordero
a una gran multitud de individuos de todas las naciones,
razas y lenguas, vestidos de blando y con palmas en las manos.
Era tan inmensa la multitud que no pude contarla.
Al  Dios nuestro que está en el trono
y al Cordero debemos la salvación -gritaban.
Y los ángeles que rodeaban el trono y los ancianos
y los cuatro seres vivientes se postraron delante del trono
y adoraron a Dios, diciendo:
- ¡Amén! ¡Que la bendición, la gloria, la sabiduría,
la acción de gracias, la honra, el poder
y la fuerza sean de nuestro Dios para siempre! ¡Amén!”.

Apocalipsis 7:9-12 / BAD


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